El suboficial Luis Furió dio su vida por España, heroicamente, al ser herido de gravedad durante la misión que tenia encomendada de trasladar un dinero, pero no murió hasta hasta haber cumplido su tarea

El suboficial de Infantería Luis Furió Murillo, del batallón expedicionario del Regimiento de Tetuán n.º 45, se hizo acreedor a ingresar en la Real y Militar Orden de San Fernando (R.O. de 10 de julio de 1926, D.O. n.º 154 de 13 de julio de 1926), por sus méritos y comportamiento el día 26 de septiembre de 1921, en las inmediaciones de Tizza.
El expresado suboficial, hallándose de guarnición en Tizza, fue comisionado por el jefe de esta posición para marchar a la plaza de Melilla a fin de liquidar las cuentas del mes anterior, y que, realizada su misión en esta plaza, salió de ella el día 26 de septiembre de 1922, acompañado de un soldado ordenanza, y se unió a un convoy que iba a la posición antes indicada.
Dicho convoy hubo de suspender su marcha al rebasar la posición del Gareb por oponerse a ella el enemigo. El referido suboficial, que llevaba una importante suma de dinero, decidió avanzar, por ser conocedor del terreno, para llegar a Tiza y terminar su comisión. Emprendida nuevamente la marcha, solo con el soldado ordenanza a sus órdenes, se encontró al llegar a unos metros varios muertos y heridos, y al ver que alguno de estos últimos se hallaba imposibilitados de curarse por sí mismo, lo hizo el suboficial, utilizando las bolsas de curación individuales que ellos llevaban.
Asimismo, que, aunque el enemigo los tenía cercados por completo, decidió el interesado seguir a Tizza y avisar desde esta posición a las colindantes para que pudiesen salir a recoger los heridos de los que se ha hecho mención. Después de recorrer unos pasos, al comunicarle el soldado ordenanza que le acompañaba que estaba herido y contestarle que también él lo estaba, perdió el suboficial el conocimiento cayendo en tierra. Al recobrarlo, continuaron ambos arrastrándose penosamente y haciendo fuego hasta llegar a la posición de destino, momento en que de esta salían fuerzas para auxiliarlos. Llegados ambos a ella, no consintió el suboficial ser curado hasta después de entregar al capitán de su compañía cuánto dinero y efectivo llevaba.
Resulta igualmente probado que el enemigo que se opuso al convoy era muy numeroso; que el suboficial Furió fue herido gravemente en el vientre, y leve el soldado; que llegaron los dos a Tizza conservando sus armamentos; que el mencionado suboficial realizó cumplidamente la misión que se le había encomendado y que falleció a consecuencia de las heridas recibidas por su arrojo para llevarla a cabo.
Se concede al suboficial de Infantería, fallecido, Luis Furió Murillo la Cruz Laureada de San Fernando por su heroico comportamiento y méritos contraídos el día 26 de septiembre de 1921, en las inmediaciones de Tizza.
Valenciano, nacido en Valencia en 1886, ingresó como voluntario en el Ejército con 19 años sirviendo en el Batallón de Cazadores de Alfonso XII n.º 15, un año más tarde ascendió a cabo y en 1908 alcanzó el empleo de sargento.
Con los sucesos de Melilla de 1909, su regimiento fue enviado de refuerzo a esta ciudad, donde lucho en los combates del Lavadero, el Barranco del Lobo y el Zoco de Jemis de Beni bu Ifrur, por su comportamiento fue condecorado la Cruz al Mérito Militar (D. O. n.º 276 de 16 de diciembre de 1910). En 1914 ascendió a brigada y, con motivo del Desastre de Annual, el Regimiento en el que servía, Tetuán n.º 45, fue enviado a la Comandancia General de Melilla, llegando a esta ciudad a finales del mes de julio de 1921. Combatió en el Zoco el Had de Beni Sicar y en Tizza, donde estaba destinado cuando encontró la muerte gloriosa. El día 10 de octubre, su cadáver fue enterrado en una fosa común del cementerio de Melilla y posteriormente, sus restos fueron trasladados al osario del Panteón de Héroes del mismo cementerio.
Anta la gravedad de los sucesos en la Comandancia, el Alto Comisario, general Berenguer, llegó a Melilla en la noche del día 23 de julio, cuando los rebeldes tomaban por asalto las posiciones avanzadas y la línea del Kert comenzaba a ser amenazada. La ataque del enemigo llegaba hasta la misma Melilla que estaba indefensa, con sus fuertes exteriores desguarnecidos y desmantelados desde años atrás, cuando el frente se alejó de la ciudad y la situación de las zonas próximas se dieron por consolidadas.
La Comandancia General había desaparecido en unos días de combate. El día 24 la ciudad estaba totalmente cercada y su defensa reducida a sus propias fuerzas. Ese mismo día, a primeras horas de la mañana, llegó la primera unidad de refuerzo desde Almería, el primer Batallón del Regimiento de Infantería de la Corona n.º 71, poco después, y procedentes de la zona Occidental del Protectorado, desembarcaba el general Sanjurjo con dos Banderas de la Legión (la Primera y la Segunda), con su teniente coronel Millán Astray al frente, y los Regulares de Ceuta n.º 3 con su jefe el teniente coronel González Tablas. Ese mismo día llegaron batallones de los regimientos de Extremadura n.º 15 desde Algeciras, de Borbón n.º 17 desde Málaga y Granada n.º 34 desde Sevilla.
Nada más desembarcar, las fuerzas fueron desplazadas rápidamente al Zoco el Had de Beni Sicar para sostener la actitud vacilante de la cabila.
En días sucesivos continuaron llegando más refuerzo a la Plaza. Con las primeras que llegaron se procedió a ocupar y fortificar las faldas del Gurugú, estableciendo, el día 25, una línea exterior que completaban un perímetro que iba desde Sidi Musa, pasando por la segunda Caseta, Ait Aisa, Taduimanin y se cerraba por Sidi Aguatiach. Era el perímetro defensivo de la Plaza y base para los futuros avances que permitieran recuperar el territorio perdido. Para cerrar la península de las Tres Forcas, al occidente de Melilla, y apoyar a las harcas amigas, se completó la ocupación del Zoco el Had de Beni Sicar con las avanzadillas de Tizza y Casa Bona.
El 31 de julio se incorpora a Melilla el nuevo Comandante General, el general José Cavalcanti. A finales de julio había en la ciudad 15 batallones de Infantería, dos banderas del Tercio, el grupo de Regulares de Ceuta, tres regimientos de Caballería, cinco grupos de Artillería además de Ingenieros, Intendencia y Sanidad. Las fuerzas existentes en la ciudad en tres columnas correspondientes a los tres sectores en los que se dividió Melilla.
El problema no radicaba en la cantidad de las fuerzas acampadas en la ciudad, el problema era la calidad de dichas fuerzas. Salvo el núcleo combativo formado los Regulares de Ceuta, la Legión, unos pocos regimientos y algunas unidades de Artillería e Intendencia, el resto estaban formadas por batallones muy pequeños, con soldados con 20 días de instrucción, sin foguear, algunos de ellos fueron enviados a Melilla habiendo hecho entre cinco y diez disparos de fusil. Formaban más un conglomerado de unidades, deficientes en material, instrucción y efectivos que unas verdaderas unidades operativas.
El núcleo combativo sufrió un gran desgaste en las primeras operaciones, pagando un gran precio en sangre. Como ejemplo del desgaste sufrido por estas unidades tenemos el Grupo de Regulares de Ceuta, después de tres meses de combate, el día 12 de octubre, volvieron a la zona Occidental del Protectorado 11 oficiales, habían sido bajas entre muertos y heridos 27 de ellos, y 140 supervivientes de los 700 hombres que llegaron a finales de julio a Melilla. Entre las bajas se contaban como heridos de gravedad su jefe el teniente coronel González Tablas y su sustito en el mando, el teniente coronel Mola. Un día, al ver desfilar a la tropa superviviente, Berenguer, abrumado, sacó de su cartera “cinco mil pesetas”, que entregó a González Tablas para que lo repartiera entre los soldados “del tabor Ferrer (por el comandante José Ferrer)”, que volvía deshecho.
Los refuerzos siguieron llegando a Melilla, y afínales de agosto el total de soldados en Melilla era de unos 47.000.
La contraofensiva se inició el 17 de septiembre y, un año después, se alcanzó la línea de posiciones abandonadas en julio de 1921. El frente a continuación se estabilizó y dio comienzo a una nueva fase de constante asedio a las posiciones por parte de los enemigos que exigió un enorme sacrificio para suministrarle las necesidades básicas de boca y de guerra.
Antes de iniciar la contraofensiva, la línea defensiva establecida alrededor de Melilla sufrió duros ataques del enemigo, especialmente en los tres puestos avanzado, los blocaos de Dat Hamet, apodado El Malo, Extremadura y Taguilmanin, conocido como el Blocao de la Muerte.
En el de Extremadura, guarnecido por fuerzas del Regimiento de Extremadura, en un ataque nocturno, la mitad de la guarnición fue exterminada, al morir el sargento que la mandaba, el cabo Julio Ara Izquierdo, tomo el mando y continuó la defensa tenazmente durante la tarde y la noche del día 21 de agosto sin que la superioridad y empuje del enemigo hiciera mella en su valor. Sobrevivió a la acción y por este hecho le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando (R.O. de 18 de mayo de 1923, D.O. n.º 108 de 19 de mayo de 1923).
El día 31 de agosto la posición y el blocao de Taguilmanin fue atacado, empleando el enemigo explosivo, además de mucha fusilería. Se luchó toda la noche produciendo la lucha 7 muertos y 10 heridos entre la guarnición, entre ellos el sargento Ricardo Mañas Roig quien fue muerto defendiendo el blocao y la retirada del resto de la fuerza. A la posición de segunda línea llegaron 11 heridos y diez ilesos.
El blocao El Malo es un puesto suicida. La noche del día 15 al 16 de septiembre, la guarnición, compuesta por 20 soldados de la Brigada Disciplinaria, es casi aniquilada, solo sobrevivieron dos soldados, ambos heridos. En su ayuda acude el cabo Suceso Terrero con catorce legionarios, los cuales intentarán entrar en el blocao. Los legionarios, todos voluntarios, saben que van directos a la muerte, que no van a volver. Uno de ellos, el legionario Lorenzo Campos Puigredón, que acaba de recibir una parte de su prime de enganche le da el dinero al teniente Eduardo Agulla Jiménez y le pide que lo entregue a la Cruz Roja. Ni uno solo de los quince legionarios volverá con vida.
El 23 de septiembre, una vez reconquistada Nador, Tauima y los Pozos de Aograz, las fuerzas actuantes quedaron concentradas en Nador para preparar el avance sobre Zeluán, avance que no pudo realizarse al ser necesario socorrer la posición de Tizza, posición situada al suroeste de Melilla y que llevaba cuarenta y nueve días cercada. En Nador estaba la llamada Casa del Matadero donde habían sido torturados numerosos colonos, una muestra de la crueldad del enemigo con los colonos y soldados españoles vencidos. En una pared se encontró grabado el siguiente mensaje: “Si alguno entrara en este cuarto, sepa que aquí hemos sido quemados treinta hombres y dos mujeres. Llevamos cinco días sin comer ni beber y nos han hecho mil perrerías. Hermanos españoles, defendernos y pedir a Dios por nuestras almas. Yo, Juan, el Botero de Nador, natural de Málaga.”
El día 26 de septiembre era el día señalado para realizar un convoy de víveres a Tizza, convoy al que se unión el suboficial Luis Furió y su ordenanza con el fin de llegar con el convoy a la posición donde estaba su unidad. El convoy, con la fuerza de protección, salió de Melilla a primeras horas de la mañana, pero no pudo llegar a cumplir su objetivo porque, nada más salir del Garet en dirección a Tizza, se vio sorprendido por un enemigo muy superior que, parapetado en trincheras y casas aspilladas, opuso tal resistencia que el mando decidió suspenderlo para evitar un gran descalabro para nuestras tropas. Solo continuaron adelante el suboficial Furió y su ordenanza. Ambos llegaron heridos a Tizza. El suboficial murió poco después como consecuencias de las heridas recibidas.
Tres días más tarde se vuelve a intentar llevar el convoy a Tizza, en esta ocasión protegido por dos columnas al mando del general Carlos Tuero O´Donnell y del coronel Eduardo Sirvent, todos bajo la supervisión del Comandante General, general Cavalcanti.
El combate fue extraordinariamente duro dando lugar a una extraordinaria acción del Comandante General que, apoyado en el Batallón de Infantería de Valencia junto a dos compañías del Regimiento de Ingenieros n.º 5, consiguieron hacer entrar el convoy en la posición.
Las bajas del día 26 fueron un oficial, Alférez López Girado de Artillería, y ocho de tropas muertos y seis oficiales y 60 de tropa heridos, además de 3 desaparecidos y dos contusos.
En la operación del día 19 las bajas fueron dos oficiales, teniente Brualla y alférez Gallo Martínez de Infantería, y 67 soldados muertos, de ellos 13 indígenas, y tres jefes, 26 oficiales y 318 soldados heridos, de ellos 28 indígenas.
En el combate del día 29, el soldado del Batallón expedicionario del Regimiento de Infantería de Valencia n.º 26, Pedro Gutiérrez de Diego, que era el encargado de la bolsa de socorro, cuando se hallaba curando heridos recibió tres heridas graves en ambas piernas y en una mano, a pesar de lo cual continuó su misión eficazmente hasta que una nueva herida, perforándole el fémur, le hizo perder el conocimiento. Al recobrarlo llevó su abnegación al extremo de pedir auxilio y al llegar este indicar con el dedo que fuese evacuado otro soldado que allí se encontraba, herido mortalmente. El lugar de la acción era muy peligroso pues en el flujo y reflujo del combate, el enemigo llegó a llevarse soldados heridos mientras Gutiérrez de Diego estuvo sin conocimiento. Fue ascendido a cabo y se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando (R.O. de 29 de abril de 1921, D. O. n.º 96 de 30 de abril de 1926).
Apenas un año después del desastre se alcanza la línea de posiciones abandonada en julio de 1921. En octubre de 1922 se llegó a Tizi Azza, pero los enemigos quisieron recuperar la posición y atacaron a las fuerzas españolas a primeros de noviembre. A pesar de la dureza del ataque, la posición resistió a costa de cerca de 2.000 bajas españolas. La indecisión política detiene las operaciones estabilizándose el frente, quedando sin asegurar la posición de Tizi Azza, por lo que fue atacada nuevamente en diciembre, aunque el ataque fue nuevamente rechazado. Comienza entonces el constante asedio de posiciones realizada por las harcas de Abd-el-Krim que exigió por las fuerzas españolas un enorme sacrificio para convoyarlas. Así en mayo de 1923 es cercada la posición de Tizzi Azza y dan comienzo los difíciles convoyes que se repetirán en esta y otras posiciones durante meses.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. números: 276 de 19 de diciembre de 1910; 108 de 19 de mayo de 1923; 96 de 30 de abril de 1926 y 154 de 13 de julio de 1926.
- ABC de los días 17 de agosto, 30 de septiembre y 1 de octubre de 1921.
- El Imparcial de los días 1 y 14 de octubre de 1921.
- La Época de los días 29 y 30 de septiembre.
- El Sol de los días 14 y 20 de octubre.
- El Telegrama del Rif de los días 27 y 30 de septiembre de 1921.
- La Voz de 27 de septiembre de 1921.
- Historia de las Campañas de Marruecos. Servicio Histórico Miliar.
- Historia Secreta de Annual. Juan Pardo.
- Expediente Picasso.
- Revista Estela N.º 3, 1999.
- Internet