Guerrilleras españolas de la Guerra de la Independencia, valientes mujeres que intervinieron en combates junto a los hombres o auxiliaron a soldados en medio de las batallas
Y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!
Oda al Dos de Mayo
(Bernardo López García)
Los sucesos del 2 de mayo en Madrid, la penetración y ocupación del territorio español por un ejército extranjero que, además, estaba habituado a imponer su poder en toda Europa
Acostumbrado a vivir sobre el terreno, acostumbrado a tomar aquello que necesitaba sin consideración con aquellos a los que se lo quitaba, produjeron un gran malestar en el pueblo español. En la España rural los abusos y crímenes dieron lugar al fenómeno guerrillero.
En el verano de 1808, la derrota de Bailen obligo al abandono de Madrid del rey José I y la retirada de las tropas francesas hacía el norte. Napoleón se vio obligado a invadir España con un gran ejército para reponer a José en el Trono.
Las graves derrotas del ejército español ocasionaron prácticamente su desapareció. Napoleón se consideró dueño del país. Nunca le había ocurrido en sus campañas vencedoras por toda Europa que un pueblo sin: rey, gobierno, ni ejército, tuviera la fuerza y capacidad para oponerse a sus designios.
Pero los españoles no se resignaron y, ante la presencia de un ejército poderoso, formado por soldados veteranos, fogueados en muchas batallas y numeroso, se echó al monte. Se formaron grupos de pocas personas, básicamente campesinos perfectamente conocedores del terreno, que, apoyados por los paisanos de los pueblos y de las ciudades que los auxiliaban e informaban, se dedicaron a atacar a pequeñas formaciones enemigas dando lugar el fenómeno guerrillero.
Paro en las guerrillas no solo se integraban hombres, había mujeres: combatientes en el campo; informadoras en la ciudad; valientes que consiguieron liberar a soldados prisioneros, y osadas que combatieron o auxiliaron a los combatientes en batallas campales y asedios.
Todas ellas arriesgaron, no solo la vida sino también la reputación, a hacer cosas que eran prohibidas para las mujeres de la época. De todas las mujeres valientes, solamente conocemos el nombre de algunas, en homenaje a todas ellas, en especial a las anónimas, dedicamos estas líneas.
Entre las combatientes en las guerrillas contamos:
Susana Claretona. Compartía con su marido Francisco Felonch la dirección de los somatenes la Villa de Capellades. Sus hechos le merecieron ser nombrada oficial por la Junta Suprema Central y que sus hazañas fuesen publicadas en la Gazeta del Gobierno de Sevilla del día 16 de septiembre de 1809.
Sus acciones, avaladas por general jefe de la División del Llobregat, teniente general Marqués de Coupiny, nos informan de su extraordinario valor. En una ocasión, cercada por coraceros enemigos y aislada de su partida, se abrió paso matando a alguno de estos; en otra, se distinguió por su valor y serenidad durante el ataque francés a la villa de Capellades con continuas descargas de su trabuco, consiguiendo, con su partida, hacer huir al enemigo dejando muertos, heridos y prisioneros. Fue nombrada, juntamente con su marido, comandante de somatenes.
Francisca de la Puerta: Navarra, nacida en Tudela a finales del siglo XVIII. Al comenzar la guerra se alistó en la partida de Vicente Jiménez.
Fue ascendida al empleo de Alférez del Ejército por el Marqués de la Romana en atención a los méritos que había contraído y agregada a la partida de Caracol.
Combatiente en Extremadura, en 1810, en un encuentro con los franceses cerca de Badajoz, fue herida de gravedad cuando realizaba una descubierta al mando de cuarenta hombres, siendo compensada por las autoridades de la Junta de Gobierno de Badajoz con la medalla de honor. Poco más tarde, estuvo destacada en Alcántara, participó en la acción de Fuente de Cantos. Sirvió en el escuadrón de Cazadores a caballo de Castilla.
Estuvo prisionera de los franceses y acabada la guerra fue a vivir a Vallecas. En enero de 1815, fue acusada de haber delatado a un capitán portugués que fue fusilado por los franceses. Detenida y encarcelada, estuvo en prisión diez meses hasta que fue absuelta de la acusación. Se retiró a vivir Segorbe en 1818.
Catalina Martín López de Bustamante. Se distinguido en la emboscada que los guerrilleros de la partida Pablo Morillo hizo a los franceses en la localidad extremeña de Valverde de Leganés. En la madrugada del 18 de febrero de 1810, los guerrilleros se abalanzaron sobre unos 300 soldados franceses que guarnecían dicho pueblo. El ataque causó más de cien muertos al enemigo. En esa noche se distinguió Catalina, quién, al mando del grupo de asalto, combatió valerosamente.
Su valor en el combate fue inmediatamente compensado y, pocos días más tarde en Badajoz, fue ascendida al empleo de Alférez de Caballería con todos los privilegios del rango.
No se conoce el lugar de su nacimiento, hay quien cree que era valverdeña, lo que si se conoce es su carrera en el ejercito donde llegó a alcanzar el empleo de Subteniente de la misma Arma. Al final de la guerra se estableció en Zafra donde residía en 1815.
Entre las valientes informadoras que ayudaron a los combatientes tenemos:
Antonia Javiera Caparroso y Francés. Nacida en Tudela (Navarra). Mujer mayor, tenía más de sesenta años cuando empezó a colaborar con los guerrilleros y combatientes. Entre otros servicios está el intento de liberar al coronel Mariano Renovales.
Después de ser uno de los principales combatientes durante el segundo sitio de Zaragoza, al capitular esta ciudad en febrero de 1809, Mariano Renovales fue hecho prisionero y mientras era conducido a Francia, cerca de la ciudad de Tolosa, escapó del cautiverio, su fuga es relatada así: “La primera vez fue cerca de Tudela. Una señora de 62 años, Antonia Caparroso, ayudaba a escapar a los prisioneros, por el sistema de acudir al campamento en lo más oscuro de la noche y darle sus ropas de mujer a un cautivo. Este escapaba así a la vigilancia francesa. Antonia regresaba a su casa confiando su pudor a la recatadora noche. Cuando lo intentó con Renovales no salió bien. La segunda ocasión…”.
María del Carmen Silva. Portuguesa, quien, en Lisboa la noche del 11 de junio de 1808, liberó a los soldados españoles mandados por el general Carrafa que habían sido hechos prisioneros por los franceses. Los soldados liberados incrementaron la guarnición de Badajoz y el Comandante General de la Plaza la recompensó: “dándole una pensión de cuatro reales diarios, y la licencia para poner un estanquillo de tabaco”.
María García, “La Tinajera”. Nacida y residente en Ronda, quien, al no poder tomar las armas y combatir, optó por ser confidente o espía, llevando los partes o avisos que le enviaban los patriotas a los jefes de las guerrillas que estaban en la serranía. Por ello fue detenida por los policías franceses, mantenida presa a pan y agua durante varios días, desnudada en público para ser registrada, condenada por espía, le cortaron el cabello a rape y la expusieron a la vergüenza pública, paseándola por las calles entre burlas y mofas. La quisieron emplumar como a una ramera adúltera.
Josefa Bosch Gargallo, “La Pardala”. Desde la ciudad de Morella informaba a la guerrilla a la guerrilla que operaba en los contornos. Hija de campesinos afincados en la comarca, estaba casada con Juan Sabater del gremio de los tejedores de la ciudad.
Su casa se convirtió en una casa segura para la resistencia, donde podían recibir apoyo e información y desde donde se controlaban los movimientos del enemigo. Las actividades en torno a su casa le pasaron factura, su vinculación con la guerrilla pasó a ser conocida y su seguridad comprometida.
Después de una acción afortunada de la partida de José Millán,” el Fraile”, la reacción del enemigo consistió en pender a todos los vecinos conocidos por sus ideas antifrancesas, entre los detenidos se encontraba Josefa. Todos los detenidos fueron enviados a prisión excepto Josefa que fue encerrada en una torre del castillo.
Los detenidos consiguieron escapar el día 13 de agosto de 1811. Josefa que permanecía encerrada desde enero, fue ahorcada a la vista de todos el día 17 de agosto en venganza por la fuga de sus compañeros. Ese mismo día fue sepultada en el cementerio de la iglesia de Nuestra Señora María la Mayor.
Ramona de las Casas y de Aloy. Barcelonesa, esposa del contador honorario del Ejercito, informadora de las guerrillas y portadora de provisiones y municiones para estas, arriesgando su vida en tales misiones. Estuvo a punto de ser detenida y descubierta cuando llevaba documentación oculta entre sus ropas, logró salvarse haciéndose pasar por la amante de un oficial francés de los muchos que pasaban por su casa.
Raimunda Bosh y Espinós. Barcelonesa, auxiliaba a los heridos y prisioneros que llegaban a la ciudad, ayudando a salir de la ciudad a algunos oficiales españoles detenidos en Barcelona. La acción más destacada ocurrió en abril de 1809 cuando ayudo a salir de la ciudad a dos capitanes españoles, prisioneros de guerra, que se escaparon de la prisión ocultándolos en unas esteras. Encontraron refugio y protección en la casa de Raimunda quien le proporcionó ropa, dinero y plaza en un barco que los sacó de Barcelona.
María Ángela Tellería. Vizcaína, nacida en Elgueta (Guipúzcoa). Ella sola liberó a un grupo de soldados españoles prisioneros cuando eran conducidos a Francia en 1809. La caravana de soldados había llegado a Durango al atardecer de un día de julio y fueron encerrados en un edificio para pasar la noche. María se presentó antes los vigilantes franceses y pidió verlos con el pretextando mera curiosidad. Una vez dentro, saco de entre sus ropas tres vestidos que ayudaron a disfrazarse de mujeres a otros tantos oficiales y salió acompañada por ellos como si fueran un grupo de amigas.
No contenta con lo realizado, consiguió más ropa de civil de otros vecinos, vestida de hombre y con unas cuerdas ocultas en sus ropas, volvió a introducirse en la prisión. Los prisioneros escaparon descolgándose por una ventana que daba a una huerta anexa. Ella hizo lo mismo y, una vez todos fuera de la prisión, repartió lo que había recogido. A unos les indicó la ruta a seguir y, a otros, los ocultó en una casa del pueblo. Además, cuido en su propia casa a un capitán que se había dislocado una tobillo al descolgarse. En total fueron 26 oficiales y un gran número de soldados.
Detenida y condenada a prisión, fue liberada cuando en el guerrillero Francisco Longa mandó un oficio al Gobernador francés de Vitoria diciéndole que tenía en su poder 15 oficiales franceses cuya vida dependía de la liberación de María. Ante esta amenaza, María fue liberada de inmediato.
Entre las osadas que no se arredraron en las batallas campales o los asedios tenemos:
María Bellido Vallejo. Nacida en la localidad jienense de Porcuna, apodada “la culiancha”, casada con un vendedor de alfarería de Bailén y residente en dicha ciudad. Durante la batalla de Bailen, librada en las afueras de esta ciudad un caluroso día 19 de julio de 1808, la sed fue un elemento primordial dado el calor canicular propio del mes de julio en Andalucía. Los habitantes del pueblo salieron con cántaros y barriles de agua a aplacar la sed de los combatientes españoles. María Bellido, en su misión de aguadora, se dirigió con un cántaro al puesto de mando del general Reding para aplacar su sed, en el momento de levantar el recipiente, una bala rompió el cántaro que le ofrecía. La mujer ni se inmutó, recogió los restos y, quedando un poco de agua en uno de ellos, ofreció el agua que quedaba al general.
Manuela de Luna. Nacida en Fuentes de Andalucía (Sevilla), embarazado de su primer hijo, y acompañando a su marido que era artillero, participó en la batalla de Bailén, continuó luchando en la defensa de Tudela (Navarra). Prisionera al final de la defensa de esta última ciudad, escapó de la prisión y, junto a su marido, se dirigieron a Zaragoza donde combatieron en el segundo sitio. Tuvo un parto en medio de la lucha, fue herida y llegó a ser nombrada capitana con solo veintidós años.
Lorenza Iglesias. Defensora de la Ciudad Rodrigo del ataque francés de abril de 1810, cuando un ejército de 65.000 hombres atacó la ciudad defendida por unos 5.500 soldados españoles a las órdenes del general Pérez de Herrasti.
Lorenza tenía unos 20 en 1810, hija de agricultores, vivía con sus padres en un cortijo cercano. Tenía novio y estaba próxima a casarse cuando los franceses, en su aproximación a la ciudad, arrasaron su granja y mataron a sus padres. Refugiada en la ciudad, durante un ataque francés, subió a la torre de la casa de Los Chaves donde estaba emplazado un cañón que se había quedado sin servidores. Llegada a él, lo disparó hacia la columna atacante, matando e hiriendo a unos pocos soldados franceses. Después de disparar, bajo a la calle y empezó a pelear contra cualquier soldado enemigo al que encontraba hasta que fue alcanzada por una bala, muriendo en plena calle.
Joaquín de la Santa Cinta, Autor de «50 héroes españoles olvidados»
Para saber más:
- Gazeta del Gobierno (Sevilla), número 20 de 16/09/1809.
- 15 mujeres en la historia. Heroínas, damas y escritoras (Siglos XVI -XIX). Dossiers Feministes.
- Manuela de Luna, le heroína sevillana de la Guerra de la Independencia. Novela La Artillera, José Carlos Mena Sánchez.
- Lorenzana Iglesias, la salmantina que bien pudría ser nuestra Agustina de Aragón. Lira Félix.
- Mujeres en el primer en el primer liberalismo. Marieta Cantos Casenave. Universidad de Cádiz.
- Figuras de la Historia. Una amazona tudelana. José M.ª Azcona.
- Patriotismo y heroicidad de una española. El Conciso (Cádiz), 39 de 18de marzo de 1811.
- Catalina Martín, heroína de la Guerra de la Independencia. Noé Conejo
- Fernández Sardino y María del Carmen Silva: Periodismo y exaltación. Alfredo González Hermoso. (Universidad del Franco Condado).
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