El laureado comandante de Infantería Julián Fortea murió por España en Filipinas y sus enemigos rindieron honores militares a su cadáver a causa de su valor y abnegación
El comandante de Infantería fallecido Julián Fortea Selví, gobernador político militar de las islas Batanes (Filipinas), fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 2.000 transmisible a sus herederos (R.O de 7 de abril de 1905, D.O. N.º 80 de 10 de abril de 1905), por su comportamiento en la defensa que hizo de la Casa de Gobierno en la capital de las islas, Santo Domingo de Basco en la isla de Batán, siendo gobernador político militar de aquellas islas el día 18 de septiembre de 1898.
El día 18, el comandante Fortea arribó a la isla, en un punto próximo a Santo Domingo, de un vapor insurrecto con tropas de desembarco, inmediatamente convocó a algunos españoles que allí residían, a los que entregó armas y dio instrucciones para la defensa de la plaza, adoptando las medidas más convenientes.
La guarnición, que estaba compuesta de 150 indígenas, mandados por clases también del país, así como las milicias locales, al saber que eran insurrectos los que venían en el barco, se sublevaron y trataron de apresar al gobernador, pero este se refugió en la casa gobierno con su familia, se hizo fuerte en ella y rompió el fuego contra la tropa y las milicias sublevadas. Con el comandante se encontraba su esposa Ascensión García San Martín y sus cinco hijos (Ángel, Julio, Luis, Milagros y Pilar), el mayor de ellos de 13 años, además y dos sobrinas de 25 y 15 años respectivamente.
Uno de los españoles residente fue herido, otro hecho prisionero y los restantes huyeron al monte, los sublevados intimaron en vano repetidas veces al gobernador para que se rindiera. Después de unas nueve horas de fuego y de causar a los contrarios algunas bajas, murió el comandante Fortea a consecuencia de dos heridas de bala que recibió en aquel combate. Por la mañana siguiente entraron en la población las fuerzas insurrectas que el vapor conducía, y conocido por el jefe de ellas de lo ocurrido, ordenó que su tropa rindiera honores militares al cadáver del gobernador, homenaje tributado al valor y abnegación de aquel jefe español cuya conducta admiraba.
El comandante de infantería Julián Fortea Selví, ante las extraordinarias circunstancias de que se vio rodeado y sin esperanzas de auxilio, pudo, sin faltar a las leyes del más acrisolado honor militar, aceptar las intimidaciones que le hicieron para que se rindiese, contando así con probabilidades de salvar la vida y la de los suyos. Rompiendo el fuego contra los rebeldes y negándose a cumplir las intimidaciones a la rendición que le hacían para que se rindiera, no ignoraba que perdería la vida en tan temeraria empresa.
El sacrificio de la vida del comandante Fortea, superando sus sentimientos de padre, no pudo ser otro que el estricto y fiel cumplimiento de su deber y la digna representación de la autoridad que representaba como gobernador de las islas. El secretario del gobernador, José María Albeti, testigo de los hechos declaró que en distintas ocasiones oyó al comandante Fortea el firme propósito que tenía de que, aun siendo solo para defenderse, no arriaría la bandera de España de la casa de gobierno hasta que fuese muerto.
Considerando que el hecho de que se trata tiene semejanza con el realizarlo, en el año 1810, en Granada, por el capitán de infantería Vicente Moreno Romero, he tenido S.M. a bien conceder al comandante de Infantería fallecido Julián Fortea Selví la Cruz Laureada de San Fernando.
Es al propio tiempo la voluntad de S.M. es que el meritorio ejemplo de patriotismo ofrecido por el comandante de Infantería Julián Fortea Selví tenga la mayor publicidad a fin de que el hecho, y la recompensa otorgarla, puedan servir de estímulo a todas las clases militares, enseñando el conocimiento de acción tan heroica, hasta donde se consideró obligado el citado jefe por el juramento que hizo a la bandera de la Patria, y que con dicho objeto se dé lectura de esta soberana disposición en todas las unidades armadas del Ejército.
La provincia insular española de las Islas Batanes estaba formada por 10 islas situadas en el Estrecho de Luzón, entre la isla de Taiwán al norte y las islas Bayuban y de Luzón al sur, con el mar de China meridional al oeste y el océano Pacífico al este. Era la provincia más septentrional, la más pequeña y la menos poblada de la Capitanía General de Filipinas. Su capital, Santo Domingo de Basco, estaba en la isla de Batán y su tomaba su nombre de su conquistador y primer gobernador José Basco y Vargas. Las islas estaban bajo la soberanía española desde 1782, cuando, como todo el archipiélago, fue adscrita al Virreinato de Nueva España hasta la independencia de Méjico y la creación de la Capitanía General de Filipinas.
Fortea había nacido en Camarena de la Sierra, Teruel, en 1845. Ingresó muy joven en el Ejército como soldado voluntario en el Regimiento de Borbón donde ascendió a cabo primero. En el Batallón de Cazadores de Madrid consiguió por antigüedad el empleo de sargento segundo y con el que luchó en la Tercera Guerra Carlista. Pidió plaza de voluntario en el Ejército de Filipinas donde fue destinado, inicialmente al Regimiento de Mindanao y posteriormente al Regimiento de Magallanes. Volvió a la Península en 1873 sirviendo en varios regimientos y consiguió el empleo de alférez. Cinco años más tarde regresó a las Filipinas después de ascender a teniente por antigüedad. En 1983 regreso a la Península con una licencia por enfermedad, prestando servicio en unidades aquí hasta su ascenso a capitán. Diez años más tarde regresó a las Filipinas siendo nombrado gobernador político militar de las islas Calamianes donde consiguió el empleo de comandante, dos años después pasó a desempeñar el mismo cargo en las islas Batanes donde murió el 19 de septiembre de 1898.
Su pueblo natal, Camarena de la Sierra, denominó a la Plaza Mayor Plaza del comandante Fortea y le dedicó una placa en 1906.
Al acabar la guerra, su familia fue repatriada a España y sus restos quedaron enterrados en Santo Domingo de Baso hasta 1910 cuando fueron trasladados a España y enterrados en el Pabellón de los Héroes.
Los ayuntamientos de Teruel y de Madrid le dieron su nombre a una calle y a un paseo. En Madrid, el Paseo de Comandante Fortea pertenece a distrito de Moncloa y está ubicada entre las calles de San Pol de Mar y de la Bahía, en el Barrio de Casa de Campo.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. n.º 80 de fecha 10 de abril de 1905.
- ABC de 6 de abril de 1910.
- Revista: La Coronelía Guardas del rey, n.º 26 de 2007.
- Internet