El teniente Ángel Hernández, héroe como otros muchos del famoso ‘Desembarco de Alhucemas’ con el que comenzó el fin de la guerra, dio muestras de una valentía inigualable

Entre todos los valientes que lucharon y murieron en la operación más famosa de las Guerras de África, el primer gran desembarco moderno de la historia, el que, dirigido al corazón de la rebelión, dio lugar al comienzo del fin de 25 años de guerra en Marruecos, el desembarco de las fuerzas españolas en la bahía de Alhucemas, está:
Teniente de Caballería (fallecido con posterioridad en acción de guerra), Ángel Hernández Menor, se hizo acreedor a ingresar en la Real y Militar Orden de San Fernando (R.O. de 22 de noviembre de 1928, D.O. n.º 258 de 23 de noviembre), por los méritos que contrajo en el combate que sostuvo la harca de Ab-el-Malek, el 7 de agosto de 1924, para la ocupación del poblado de Midar.
El mencionado día asistió el teniente Hernández Menor a dicho combate, mandando la Caballería de la Harca, que, con fuerzas del Tabor de Caballería de la Mehal-la de Melilla, núm. 2, y tres Mías de Infantería de la harca, constituían la vanguardia. Recibida por el jefe del tabor la orden de ocupar con estas fuerzas las primeras casas del poblado y previo combate de aproximación pie a tierra, se lanzaron al asalto, desalojando al enemigo de las casa y atrincheramientos, en donde oponía tenaz resistencia.
En los primeros momentos de la acción fueron baja cuatro de los jinetes del teniente Hernández, quien, por otras producidas en la oficialidad, tomó el mando además de las Mías de Infantería y en lucha cuerpo a cuerpo ocupó con sus fuerzas el poblado. Cuando se dedicaba a organizar la evacuación de heridos y reponer municiones, llegó la noticia de haber sido muerto el cherif Ab-el -Malek y las fuerzas que el teniente Hernández tenía a sus órdenes, todas ellas pertenecientes a la harca del cherif y con no muy sólida instrucción y disciplina, relajada su moral, iniciaron su dispersión, acentuada por haber caído cerca de ellas algunas bombas de aviación, imponiéndose este oficial por sus esfuerzos y evitando su disgregación.
Apercibido el enemigo de esta crítica situación, reaccionó violentamente, recrudeciéndose el combate, causando numerosas bajas en las fuerzas de la harca, lo que acabó por producir un estado de depresión que les hizo abandonar las posiciones y que el teniente Hernández tuvo que reprimir, pistola en mano, y arengando a su gente y seguido de algunas clases consiguió reunir gran parte de la harca, con la que volvió a recuperar las posiciones perdidas, haciéndose fuerte en una de las casas, en la que tuvo nueve bajas, hasta que recibió la orden de retirada, que se efectuó bajo su mando, ocupando él, siempre con valeroso ejemplo, los lugares de mayor peligro.
Alicantino, nacido en Villena en 1899. Ingresó en la Academia de Caballería en 1917 (D.O. n.º 172 de 4 de agosto de 1917), fue promovido al empleo de alférez de Caballería en 1920 (D.O. n.º 155 de 14 de julio de 1920) y destinado el Regimiento de Cazadores de Villarrobledo n.º 23 (D.O. n.º 163 de 24 de julio de 1920). A principios de 1921 fue trasladado el Regimiento de Húsares de la Princesa n.º 19 que fue enviado a la Zona Occidental del Protectorado donde combatió en la recuperación del territorio perdido por la retirada de Annual.
Ascendió al empleo de teniente en julio de 1922 (D.O. n.º 182 de 17 de agosto de 1922) mientras servía en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1. Después de servir en varias unidades indígenas, acabo destinado en julio de 1924 a la Harca de Abd-el-Malek en Melilla, donde se fue designado para el mando de la Caballería. Combatiendo con esta Harca, el día 7 de agosto de 1924, en el combate para la ocupación del poblado de Midar, fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando.
Durante todo el año, y hasta finales junio de 1925, siguió perteneciendo a la misma Harca, siendo herido en el combate de Ainguer lo que le supuso la concesión de una Medalla de Sufrimiento por la Patria (D.O n.º 85 de 17 de abril de 1926).
En junio de 1925 (D.O. n.º 124 de 6 de junio de 1925), el teniente Hernández se incorpora a la Harca de Tetuán, unidad de vanguardia, encargada de desembarcar en Alhucemas en la primera oleada junto a las banderas 6ª y 7ª del Tercio. La Harca era una unidad concebida para la guerra irregular, formada totalmente por tropas indígenas y mandada por oficiales y suboficiales españoles. La Harca de Tetuán era llamada la Harca “Muñoz Grande” por el nombre de su jefe, el comandante Agustín Muñoz Grande, y en ella servía nuestro héroe y otro del que hablaremos en los próximos capítulos, el capitán Miguel Rodriguez Bescansa.
En la mañana del día 8 de septiembre de 1925 se inicia el desembarco y una de las primeras bajas mortales es el teniente Hernández Menor. Su cadáver fue enterrado en el cementerio de Melilla, pero su cadáver fue exhumado y trasladado al cementerio de su ciudad natal Villana, donde reposan. Fue ascendido al empleo de capitán a título póstumo (D.O. n.º 119 de 30 de mayo de 19269).
El desembarco en Alhucemas fue la primera operación combinada de nuestra historia militar donde participaron las fuerzas terrestres, navales y aéreas.
La idea de desembarcar en el corazón de la cabila de los Beni Urriagel no era nueva, había sido concebida en 1911 durante la campaña del Río Kert, aunque fue descartada.
La operación fue posible al contar con la colaboración francesa después de los ataque de los rebeldes a las posiciones de este país a lo largo del río Uarga, iniciados el 13 de abril de 1925, y que produjeron grandes bajas a las fuerzas coloniales de Francia.
El objetivo del desembarco era quebrantar la resistencia enemiga conquistando su capital, anulando su prestigio político y militar. Se trataba de acabar con la guerra en el Norte de África que ya duraba 25 años y había producido un enorme daño material y moral a la población española.
La fuerza operativa preparada para el desembarco constaba de dos unidades tipo Brigada, una formada con fuerzas de la Zona Occidental, mandada por el general Leopoldo Saro, y la otra por fuerzas de la Zona Oriental, a las órdenes del general Emilio Fernández Pérez, el mando conjunto de la operación lo ostentaba el general Sanjurjo.
La Brigada de Ceuta estaba compuesta por tres columnas capitaneadas respectivamente por los coroneles Francisco Franco y Benito Martín y por el teniente coronel Miguel Campins. La de Melilla la formaban dos columnas dirigidas por los coroneles Manuel Goded y Félix de Vera. Las brigadas estaban apoyadas por 25 barcos de guerra de distintos tipos, tres escuadras de aviación y 12 carros de combate, aunque estos últimos no pudieron desembarcar en la primera oleada porque las lanchas de desembarco embarrancaron a unos 50 metros mar adentro y no pudieron llevarlos a la playa.
En total la fuerza de desembarco sumaba más de 20.000 hombres, 11.119 de la brigada de Melilla y 9.760 de la de Ceuta.
La distribución de los medios de desembarco hizo que la primea unidad en llegar a las playas fuera la Brigada de Ceuta, siendo al columna del coronel Franco la que formó la primera oleada. A mediodía del día 8 de septiembre, después de vadear 50 metros con el agua a la cintura y las armas y municiones en alto, sobre la cabeza, para evitar que se mojaran, las primeras unidades pusieron pie en las playas y se lanzaron al asalto.
La primera unidad en llegar a tierra fue el Harca de Tetuán en la que servirá nuestro héroe, el teniente Hernández Menor. De las 140 bajas del primer día, 14 muertos y 110 heridos, el teniente Hernández fue el primer oficial en caer.
Joaquín de la Santa Cinta, ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. números: 172 de 4 de agosto de 1917, 155 de 14 de julio de 1920, 163 de 24 de julio de 1920, 187 de 17 de agosto de 1922, 85 de 7 de abril de 1926, 119 de 30 de mayo de 1926 y 258 de 23 de noviembre de 1928.
- ABC de los días 8, 9, 10, 11, 12 y 13 de septiembre de 1926.
- Revista Estela n.º 3. Año 1999.
- Historia de las Campañas de Marruecos. Servicio Histórico Militar.
- Africanistas y junteros: El Ejército español en África y el oficial José Enrique Varela Iglesias. Por Antonio Atienza Peñarrocha.
- Memorial de Infantería n.º 46. El apoyo logístico al desembarco de Alhucemas. Luis A. González Mayoral.
- Revista de Historia Naval n.º 37. Contribución de la Armada a la difícil pacificación de nuestro Protectorado Marroquí. Ricardo Álvarez-Maldonado.
- Revista de Historia Naval n.º 107. La Compañía Trasmediterránea en el desembarco de Alhucemas. Francisco Font Betanzos.
- Revista de Historia Militar n.º 35. El problema español de Marruecos y el desembarco de Alhucemas. Shannon E. Fleming.
- Revista de Historia Militar n.º 70. Desembarco en Alhucemas, organización, ejecución y consecuencias. Antonio Martín Tornero.