El sargento Carlos Zarraluqui dio gloriosamente su vida por España tras haber sido herido dos veces y continuar combatiendo al frente de su fuerza hasta que una tercera bala lo mató

El sargento de Infantería de las Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1 Carlos Zarraluqui Sáez se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 1.250 pesetas transmisible a sus herederos (R. O. de 2 de abril de 1923, D. O. n.º 72 de 3 de abril de 1923), por los méritos que contrajo en el combate sostenido el día 5 de abril de 1919 en las inmediaciones del poblado de Beni Salach (Beni Hosmar), hecho en el que murió gloriosamente.
Teniendo en cuenta que, no obstante haber sido herido dos veces, y sin curase las heridas, continuó combatiendo al frente de su fuerza y animándola con su ejemplo, sin consentir en retirarse de su puesto, aunque le autorizó para ello el teniente de su sección, muriendo de un balazo que recibió en el pecho después de ocupada la posición que atacaba.
Murciano, nacido en El Palmar en 1893. Ingresó como soldado voluntario en el batallón de Cazadores de Llerena n.º 11 en 1913 con el combatió en el Protectorado en la Comandancia de Tetuán.
Ascendido a cabo en 1914, participando en los combates de ese año en Beni Hosmar y de Izarduy por los que fue recompensado con Cruces al Mérito Militar con distintivo rojo (D.O. n.º 64 de fecha de 22 de marzo de 1914).
En 1915 cambió de cuerpo, fue dado de baja en el Batallón de Cazadores de Llerena y pasó a servir en las Fuerzas Regulares de Tetuán donde fue ascendido al empleo de sargento. Desde esta fecha continúa sirviendo en estas Fuerzas Regulares hasta su muerte en combate en Beni Salach.
La Primera Guerra Mundial había terminado en noviembre del año anterior, Francia empezaba a pacificar su zona del protectorado y la desaparición de las amenazas que presentaban las acciones de los alemanes en la zona, hacen que el Gobierno decidiese abandonar la política de inacción en las zonas de Ceuta, Tetuán y Larache.
El 25 de enero de 1919 se nombra nuevo Alto Comisario de España en Marruecos al general de división Dámaso Berenguer Fusté, al mismo tiempo que se refuerza el poder de Alto Comisario sometiendo a su inspección a los tres Comandantes Generales. Pocos días más tarde, el 2 de febrero, toma posesión de su cargo en Tetuán. Poco después autoriza al Comandante General de Larache a realizar pequeñas operaciones en los límites con la Zona francesa para dificultar el refugio de los enemigos de los franceses en la zona bajo responsabilidad española.
Profundo conocedor de la zona y de sus problemas, el Alto Comisario expuso al Gobierno las razones por las que consideraba necesario acabar con El Raisuni, apoyando al Jalifa si aquel no se sometía al Majzén. Proponía comenzar por la ocupación de la cabila de Anyera. Esta era una de las cabilas más extensas, pobladas y peligrosas de la Yebala. Era un objetivo militar de importancia que mejoraría, y acortaría, la comunicación directa entre Tetuán y Tánger. La operación se concibe en dos etapas: la primera en la ocupación de la cabila de Anyera y la segunda la ocupación de las cabilas Wad-Ras y del Fondak de Ain Yedida. Al mismo tiempo se operaría en Beni Hosmar para extender la influencia española. Las operaciones se iniciaron el 8 de marzo.
El día 5 de abril una columna, mandada por el teniente coronel Castro Girona, tenía como propósitos llevar unos convoyes a las posiciones situadas en los picos de las montañas de Beni Hosmar y castigar algunos aduares que había acogido a los rebeldes, operación que se realizó sin novedad. No ocurrió lo mismo en el poblado de Beni Salach, donde el objetivo era establecer una posición que dominara dicho poblado y efectuar una razzia en las barrancas próximas al poblado, aquí la operación dio lugar a una sangrienta lucha en la que intervinieron por parte española dos Tabores de Regulares de Tetuán, junto con elementos de ingenieros, y por parte de los enemigos, junto a los habitantes de la comarca y montañeses de Beni Hosmar, intervino la Mehal-la del Raisuni que acudió desde su campamento, era la primera vez estos últimos se enfrentaban a nuestras tropas.
En el combate, el sargento de Infantería de la Segunda Compañía del Tercer Tabor del Grupo de Regulares de Tetuán n.º 1, Zarraluqui Sáez, se hizo acreedor a la cruz Laureada de San Fernando.
El combate se desarrolló así: La 3ª compañía del 3º Tabor estaba en apuros. Sin mandos, con el capitán, y el resto de los oficiales, muertos o heridos y con graves bajas, se le ordenó su repliegue. La compañía donde servía el sargento Zarraluqui fue enviada en apoyo y protección al repliegue de la 3ª compañía. El objetivo señalado a nuestro héroe era ocupar una posición que dominaba al enemigo y permitía el despliegue del resto de la sección a la que pertenecía el pelotón del sargento, así como del repliegue de la 3ª compañía.
Percatado el enemigo de que un solo pelotón ocupase la posición que podía hacer fracasar su ataque, concentró el fuego en el pelotón del sargento quien fue alcanzado por una bala en la mano, herida que no le impidió seguir dando órdenes a su pelotón hasta que la operación de repliegue de la tercera compañía se completó.
El enemigo, frustrado al escapársele la fuerza en retirada, dirigió todo su fuego en la posición que defendía el sargento. Ahora quedaba lo más difícil para el pelotón, replegarse ellos mismos bajo un intenso fuego enemigo. El repliegue se realizó por escalones, por escuadras, pero como el enemigo estaba muy cerca de los defensores, al abandonarla, fue ocupada por él y, desde ella, atacaban a los españoles del pelotón en retirada.
En esta tesitura, el sargento Zarraluqui ordenó volver a ocupar el reducto recientemente abandonada y, al frente de sus fuerzas, inicia un ataque, en el que es herido de nuevo en la boca de un balazo, balazo que no le impide continuar el avance hasta desalojar al enemigo de la cota, a costa de una nueva herida mortal que le alcanzó en el pecho. Su cadáver no se pudo recuperar y quedó sobre la tierra que tan bravamente defendió.
Pasado un tiempo, sus cuerpos pudieron ser recuperados y enterrados en el cementerio Militar de Tetúan.
La lista de caídos en el combate es como sigue:
Muertos un total de 33 hombres:
FUERZAS REGULARES INDÍGENAS
-Capitán de Infantería Fermín Hidalgo de Cisneros.
-Teniente de Infantería Andrés Pérez Rodríguez.
-Teniente de Infantería Juan Iribarren Jiménez.
-Oficial marroquí Si Amar Ben el Meki.
-Oficial marroquí Si Rabal Ben Yilali.
-Suboficial Vázquez
-Sargento de Infantería Carlos Zarraluqui Sáez.
25 hombres de clase e individuos de tropa.
INGENIEROS
-Sargento de Ingenieros.
Heridos un total de 40 hombres:
FUERZAS REGULARES INDÍGENAS
-Capitán de Infantería Juan Soto Acona.
-Capitán de Infantería José Ayuso Casamayor.
-Teniente de Infantería Antonio Brandia Benito.
34 de tropas
INGENIEROS
Tres soldados de Ingenieros
Contusos:
2 soldados de Fuerzas Regulares Indígenas.
Para evitar un nuevo combate, el mando no intentó llevar acabo ningún avance que hubiera permitido recoger los cadáveres de los 25 hombre que habían quedado muertos en el campo, soldados que fueron saqueados y mutilados por los rifeños.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. n.º 64 de 22 de marzo de 1914.
- O. n.º 7 de 3 de abril de 1923.
- La Época de 7 y 8 de abril de 1919.
- Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Servicio Histórico Miliar.
- Internet