Relación de héroes caídos por España en el Barranco del Lobo, en las faldas del Monte Gurugú, en las inmediaciones de Melilla. El desastre del Ejército español fue el 27 de julio de 1909
Uno de los mayores desastres del Ejército Español en el largo conflicto colonial en el Norte de África en el primer cuarto del siglo XX fue el combate del Barranco del Lobo, en las faldas del Monte Gurugú, en las inmediaciones de Melilla, el día 27 de julio de 1909 durante lo que se llamó la Guerra de Melilla.
Los telegramas oficiales indican unas trescientas bajas en combate en ese día, pero, según la historiadora María Rosa de Madariaga, las bajas ascendieron a 762, de ellas 153 muertos y 599 heridos.
Entre los muertos encontramos a los héroes de los Batallones de Cazadores de las Navas n.º 10, Llerena n.º 11 y Arapiles n.º 9, unidades que combatieron en primera línea y que soportaron el mayor número de bajas.
La relación de héroes caídos es como sigue:
BATALLÓN DE CAZADORES DE LAS NAVAS N.º 10
1º. Teniente coronel de Infantería, jefe del Batallón, Tomás Palacios Rodríguez se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con 2.000 pesetas anuales transmisibles a sus herederos (R. O de 29 de mayo de 1913, D.O. n.º 116 de 30 de mayo de 1913), por su comportamiento en el combate de 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo (Melilla) en el que murió gloriosamente. El citado día, el teniente coronel Palacios hallándose en la extrema vanguardia desde el comienzo de la acción, fue herido gravemente, no obstante, lo cual continuó alentando a su tropa con su ejemplo y valor heroico hasta que recibió otra herida en la cabeza que le produjo la muerte.
Palacios era cántabro, nacido en Santoña en 1856, en el seno de una familia de militares, su padre, Romualdo Palacios fue teniente general de Infantería. Alférez de infantería desde 1873, durante la Tercera Guerra Carlista fue ascendido por méritos de guerra dos veces, primero a teniente y, después de la acción de San Pedro de Abantos, a capitán. Ascendido a comandante en 1891, cuatro años más tarde fue enviado a Cuba donde participo en múltiples acciones contra los mambises, regreso a la península en 1896.
Con los sucesos de Melilla de 1909, llegó a esta ciudad con el Batallón de Cazadores de las Navas n.º 10, pasando a guarnecer el Fuerte Camellos, de donde salió el día 27 de julio para morir en el Barranco del Lobo. Está enterrado en el cementerio de Melilla, en el Panteón Margallo. Fue promovido al empleo de coronel a título póstumo como recompensa a los extraordinarios méritos contraídos en los combates en los alrededores de Melilla (D.O. n.º 167 de 30 de julio de 1909).
2º. Comandante de Infantería Eduardo López-Nuño Moreno, 2º jefe del batallón, se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 2.000 pesetas transmisible a sus herederos (R.O. de 27 de diciembre de 1912, D. O. n.º 293 de 28 de diciembre de 1912), por los méritos contraídos en el combate del 27 de julio de 1909 el Barranco del Lobo, en el que murió gloriosamente. Recibió orden del primer jefe de tomar una posición en la que el enemigo, en número muy considerable, se hallaba bien parapetado y hacía nutrido y mortífero fuego, orden que cumplió cargando sobre él al frente de su tropa, con entusiasmo y serenidad, tomando luego el mando del batallón por haber muerto su jefe el teniente coronel Palacios y prosiguiendo el avance, no obstante ser herido gravemente en el pecho en el momento más rudo de la acción, y, a pesar de lo cual y de la gravedad de la herida, continuó alentando a sus fuerzas y avanzando con ellas en la línea de fuego a medida que esta adelantaba, hasta que murió de un segundo balazo que le hirió en la frente.
Andaluz, nacido en Granada en 1863 en una familia de militares. Ingresó en la Academia de Infantería, pasando tres años después a la General Militar, en la que fue promovido al empleo de alférez en 1884 y destinado al Batallón de Cazadores de Manila. En 1887 fue ascendido al empleo de teniente.
En 1895 fue destinado a Cuba con su batallón, el Batallón de Cazadores de Puerto Rico, donde participó en numerosas operaciones, ascendió a capitán y volvió a la península en 1898. Ascendido a comandante por méritos de guerra, fue destinado al Batallón de Cazadores de las Navas con el que participó en la Guerra de Melilla y encontró la muerte en el Barranco del Lobo.
El 22 de julio de 1909 embarcó con su Batallón rumbo a Melilla, quedando acampado en sus inmediaciones. Tres días después encontró la muerte en las lomas del Gurugú, premiándose su heroísmo con la Cruz Laureada y el ascenso a teniente coronel. Fue ascendido al empleo inmediato por como recompensa a los extraordinarios méritos contraídos y bizarro comportamiento en los combates den las proximidades de Melilla (D.O. n.º 178 de 12 de agosto de 1909). Está enterrado en el Panteón de los Héroes del cementerio de Melilla.
3º. Primer teniente de Infantería Joaquín Tourné y Pérez Seoane se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con una pensión de 1.000 pesetas anuales transmisible a sus herederos (R.O de 2 de marzo de 1911, D.O. n.º 49 de 3 de marzo de 1911), por los méritos contraídos en el combate del 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo, en el que murió gloriosamente. Después de haber sido muertos o heridos los dos jefes del Batallón Cazadores de las Navas a que pertenecía, el capitán de su compañía y la mayor parte de los demás oficiales, logró el teniente Tourné reunir y hacer avanzar, sin más ayuda el impulso que su propio espíritu, a 30 ó 40 hombres, que sugestionados por su iniciativa le siguieron y tomaron briosamente la posición más avanzada que se llegó a ocupar, defendida por un enemigo muy superior en número, perdiendo las dos terceras partes de su tropa, sin que le hiciera vacilar el estar herido en una pierna, y recibiendo, ya tomada la posición, otra herida que poco después le ocasionó la muerte.
Joaquín Tourné era toledano, nació en Toledo en 1886 en una familia de militares. Ingresó en la Academia de Infantería, siendo promovido a segundo teniente en 1896. Destinado al Batallón de Cazadores de las Navas, desplazado a Melilla como refuerzo a raíz de los acontecimientos de julio de 1909, llegó a la ciudad el día 22 de julio y entró en combate el día 27 con su batallón, integrado en de la brigada del general Pintos, murió en el combate del Barranco del Lobo. Fue ascendido al empleo inmediato por como recompensa a los extraordinarios méritos contraídos y bizarro comportamiento en los combates den las proximidades de Melilla (D.O. n.º 178 de 12 de agosto de 1909). Está enterrado en el Panteón Margallo del cementerio de Melilla.
BATALLÓN DE CAZADORES DE LLERENA N.º 11
4º. Comandante de Infantería Ricardo Fresneda Calsamiglia se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 2.000 pesetas transmisible a sus herederos (R.O. de 29 de agosto de 1910, D. O. n. º188 de 30 de agosto de 1910), por su comportamiento en el combate del 27 de julio de 1909, en el Barranco del Lobo (Melilla), en el que murió gloriosamente. En el expresado día, el comandante Fresneda al mando de dos compañías del Batallón Cazadores de Llerena, marchando contra el enemigo, fue herido, no obstante, continuó avanzando hasta que, herido otra vez, hubo de hacer alto, negándose a ser retirado del campo de batalla, continuando en su puesto animando y obligando a incorporarse a la línea de fuego a los que se acercaron a él para conducirlo a la ambulancia, hasta que poco después quedó muerto. Su acción fue compensada con un ascenso al empleo inmediato superior (D. O. n.º 225 de 7 de octubre de 1909).
Madrileño, nacido en Madrid en 186. Ingresó en la Academia de Infantería saliendo con el empleo de alférez en 1886. Destinado a Cuba en 1896, ascendió a comandante por méritos de guerra, teniendo que regresar a la península, ese mismo año, por enfermedad. En 1909 fue ascendido a comandante y destinado al batallón de Cazadores de Llerena con el que se desplazó a Melilla en julio de ese mismo año. Formando parte de la brigada del general Pintos, combatió en el Barranco del Lobo donde encontró la muerte gloriosa. Sus restos se encuentran en el Panteón de Héroes del cementerio de Melilla.
5º. Capitán de Infantería Rafael Moreno Guerra y Alonso se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 1.500 pesetas transmisible a sus herederos (R. O. de 27 de 27 de diciembre de 1912, D. O. n.º 293 de 28 de diciembre de 1912), por los méritos contraídos en el combate del 27 de julio de 1909 en las estribaciones del Gurugú, en el que murió gloriosamente. Al mando de la segunda compañía del Batallón Cazadores de LIerena a que pertenecía, penetró, con su fuerza desplegada, en un barranco donde sostuvo reñidísima lucha con numeroso enemigo, llegando a combatir al arma blanca y logrando así avanzar hasta la salida de aquel paso y tomar una posición, después de ser herido, al frente de su compañía, siempre animando a su tropa con la palabra y el ejemplo y demostrando valor extraordinario en la referida posición, en la que prosiguió combatiendo hasta quedar mal herido o muerto cuando se retiraron las tropas. Su acción fue compensada con un ascenso al empleo inmediato superior (D. O. n.º 225 de 7 de octubre de 1909).
Andaluz, nacido en Puerto Real, Cádiz, en 1880. Ingresó en la Academia de Infantería y salió en 1897 promovido al empleo de segundo teniente. Después de servir en varios regimientos fue destinado el Batallón de Cazadores de Llerena con el que llegó a Melilla en julio de 1909, muriendo días más tarde en el combate del Barranco del Lobo. Sus restos se encuentran en el Panteón de Héroes del cementerio de Melilla. Junto a su tumba está la de su hermano Ramón muerto en acción de guerra el 21 de julio de 1921 en Annual, en el otro gran desastre militar del Ejército español en el Norte de África.
6º. Segundo teniente de Infantería Braulio de la Portilla Sancho se hizo acreedor a la cruz de la Orden de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 1.000 pesetas transmisible a sus herederos (R. O. de 3 de mayo de 1911, D. O. n.º 99 de 5 de mayo de 1911), por los méritos contraídos en el combate del Barranco del Lobo el 27 de julio de 1909, en el que murió gloriosamente. El teniente de la Portilla, en dicho combate, fue gravemente herido hallándose al frente de la compañía del Batallón de Cazadores de Llerena a que pertenecía, continuando, no obstante, el avance, arengándola y contribuyendo al ataque personalmente, batiéndose con un fusil que encontró sobre el terreno perteneciente a un soldado muerto, dando ejemplo de un espíritu militar y abnegación dignos de la más alta recompensa, hasta ser nuevamente herido, muriendo después a consecuencias de las heridas sobre el campo de batalla. Su acción fue compensada con un ascenso al empleo inmediato superior (D. O. n.º 225 de 7 de octubre de 1909).
Andaluz, nacido en Córdoba en 1889 en una familia de militares su padre llegó a ser general de división. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo de donde salió como segundo teniente en 1907 destinado al Batallón de Cazadores de Llerena. Llegó a Melilla con su batallón el día 25 de julio de 1909, encontrando la muerte en combate del día 27 en el Barranco del Lobo. Sus restos se encuentran enterrados en el Panteón de Héroes del cementerio de Melilla.
BATALLÓN DE CAZADORES DE ARAPILES N.º 9
7º. Capitán de Infantería Ángel Melgar Mata se hizo acreedor a la cruz de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 1.000 pesetas transmisible a sus herederos (R. O. de 22 de julio de 1912, D. O. n.º 165 de 24 de julio de 1912), por Jos méritos contraídos en el combate del 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo (Melilla), en el que murió gloriosamente. El capitán Melgar, al frente de tres compañías del Batallón Cazadores de Arapiles al que pertenecía, atacó briosamente a un numeroso enemigo apostado en el citado barranco, alentando a su tropa y dándole constante ejemplo de valor y energía, sufriendo dos heridas, en una pierna y en el cuello, que, a pesar de la importancia que debieron de tener, no aminoraron ni un momento su decisión, ni fueron bastantes para impedirle continuar con igual brío el avance y la lucha hasta que otra bala le produjo herida mortal en el pecho. Fue ascendido al empleo inmediato por como recompensa a los extraordinarios méritos contraídos y bizarro comportamiento en los combates den las proximidades de Melilla (D.O. n.º 178 de 12 de agosto de 1909).
Toledano, nacido en Romeral en 1976. Ingresó en la Academia de Infantería de donde salió promovido a segundo teniente. Destinado a Cuba en 1895, participó en numerosos combates y fue recompensado con el ascenso a primer teniente por méritos de guerra. En 1901 ascendió a capitán y fue destinado al Batallón de Cazadores de Ciudad Rodrigo. Fue nombrado ayudante de S. M. el Rey. Destinado al Batallón de Cazadores de Arapiles, enviado a Melilla a raíz de los sucesos de julio, desembarcó el día 23 y encontró la muerte heroica, cuatro días más, en el Barranco del Lobo. Sus restos reposan en el Panteón de Héroes del cementerio de Melilla. Su acción fue compensada con un ascenso al empleo inmediato superior. En los Jardines de Lepanto, en la madrileña Plaza de Oriente, hay un monumento dedicado a su memoria.
8º. Capitán de Infantería Enrique Navarro y Ramírez de Arellano se hizo acreedor a la concesión de la cruz de San Fernando, instruido juicio contradictorio a instancia de su viuda María de la Concepción Farinós, pensionada con una pensión anual de 1.500 pesetas (R.O. de 22 de enero de 1914, D. O. n.º 18 de 23 de enero de 1914), por los méritos que contrajo su citado esposo en el combate de 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo, en el que murió gloriosamente. Navarro, como capitán del Batallón de Cazadores de Arapiles, poniéndose al frente de sus tropas a pesar de encontrase enfermo, avanzando a costa de su indomable energía y del elevado espíritu que tenía del cumplimiento del deber, no cesando de dar pruebas de valor y serenidad, después de herido gravemente en la reñida lucha sostenida con el enemigo, hasta perder la vida. Fue ascendido al empleo inmediato por como recompensa a los extraordinarios méritos contraídos y bizarro comportamiento en los combates den las proximidades de Melilla (D.O. n.º 178 de 12 de agosto de 1909).
Madrileño nacido en Madrid en 1877. Ingresó en la Academia de Infantería de donde salió promovido al empleo de segundo teniente en 1896. Combatiente en Cuba donde ganó dos cruces al Mérito Militar, regresó enfermo a la península. Ascendido a capitán, se incorporó en 1906 al batallón de Cazadores de Arapiles, con el citado batallón encontró la muerte gloriosa el 27 de julio en el Barranco del Lobo. Fue el único oficial muerto ese día cuyos restos no fueron totalmente identificados, aunque fueron enterrados en el Panteón de Héroes del cementerio de Melilla.
El combate se desarrolló como sigue. El día 27 de julio tenía que salir un convoy para aprovisionar la posición de la Segunda Caseta, cuando se supo que los rifeños habían levantado unos trescientos metros de la vía del ferrocarril lo que hacía más difícil la labor encargada al convoy de aprovisionamiento. El general Marina, Comandante en Jefe del Ejército en Melilla, ordena a la Brigada Mixta n.º 1 de Cazadores de Madrid, mandada por el general de brigada de Infantería Guillermo Pintos Ledesma, que acababa de llegar al teatro de operaciones, que apoyara el convoy y vigilara, en las estribaciones del Monte Gurugú, los Barrancos del Lobo y de Alfer desde donde los rifeños, que dominaban las alturas, atacaban los convoyes. La Brigada estaba formada por seis batallones de cazadores, los batallones de Madrid n.º 2, Barbastro n.º 4, Arapiles n.º 9, Figueras n.º 6, Las Navas n.º 10 y Llerena n.º 11, reforzados el Grupo de Artillería de la Plaza y una Batería Montada.
El avance del 1º Brigada Mixta se inició a primeras horas de la tarde. Al salir en dirección al Barranco del Lobo, el general Pintos adoptó un frente amplio, de unos 1.500 metros colocando una línea de cinco batallones con otro, el de Arapiles, en la reserva. Al llegar al Barranco del Lobo, las unidades desplegadas empezaron a converger y a mezclarse al irse estrechando el terreno, a pesar de ello, los soldados españoles comenzaron a avanzar cuesta arriba mientras eran fuertemente hostilizados por los enemigos. El avance de los españoles quebró la resistencia de los rifeños y coronaron la loma de Ait Aixa. Una vez coronada la loma, el avance prosiguió por el barranco en dirección a las otras cumbres.
En esta zona el terreno era más accidentado, más abrupto y quebrado, ofreciendo al enemigo una mejor defensa, a la par que una retirada segura. El combate se endureció, el fuego enemigo más intenso y la resistencia más vigorosa con feroces acometidas y ataques cuerpo a cuerpo. El general Pintos, visto lo comprometido del momento, se lanzó hacia adelante para arrastrar a sus soldados. En su ejemplo fue seguido por los jefes de los batallones haciendo fuego con sus revólveres. Atacaban cuesta arriba en una ascensión muy dura, el general Pintos se detuvo durante un instante para descansar, mirar hacia atrás, calcular la distancia recorrida y observar a sus hombres, cuando recibió un balazo en la cabeza que le dejó sin vida.
Los soldados españoles, lejos de amilanarse, quisieron la vengar la muerte de su jefe y se lanzaron hacia arriba contra los rifeños, quienes retrocedieron hurtando el combate cuerpo a cuerpo y parándose únicamente para volverse a disparar. El avance de los españoles era continuo y parecía que nadie lo detendría. Sin embargo, el enemigo estaba desplegado en escalones, de forma que cuando era desalojado de un barranco aparecía unos metros más allá, parapetado en otro. Era una lucha continua e interminable, en la que cayeron muchos jefes y oficiales que sacrificaron sus vidas para arrastrar con su ejemplo a sus soldados, bisoños y recién desembarcados. Entre los muertos se encontraron los jefes de los batallones de Las Navas y Arapiles. Hasta que no sonó el toque de retirada anunciando el regreso del convoy de las posiciones del campamento del Hipódromo, el ataque de los rifeños fue constante y durísimo, así como la respuesta de los españoles. Los batallones de Llerena y Las Navas, que iban en vanguardia, fue los que más padecieron y más bajas sufrieron.
Entonces se comete el grave error de intentar la retirada sin apoyo de la artillería, lo que da ligar a gravísimas pérdidas. Se inició la retirada con precisión y serenidad bajo la presión del enemigo, no obstante, la confusión era notable. La falta de oficiales, muchos de ellos habían muerto durante el combate, impidió dominar la confusión y se rompió la unidad de la brigada. Los enemigos, aprovechando el momento, cargaron sobre los soldados españoles que se dirigían apresuradamente hacia a salida del barranco perseguidos por los rifeños. Los diezmados batallones se retiraban abandonando animales, municiones, sin poder retirar a los heridos, a los muertos ni recoger el armamento.
El general Marina, enterado de la muerte del general Pintos y de los jefes de los batallones de las Navas y Arapiles y de los comandantes de los batallones de Madrid, Llerena, asumió el mando de la operación, normalizó la situación y restableció el combate a primeras horas de la tarde. El combate cambió sobre las 6 de la tarde cuando la Artillería entro en combate y se aproximaron las fuerzas del coronel Axó. A las 8 y media de la tarde entraban en el campamento del Hipódromo las últimas fuerzas españolas, terminando por fin el sangriento combate del Barranco del Lobo.
Además de los héroes objeto de esta narración, fue condecorado con la cruz de San Fernando el capellán castrense del Batallón de Cazadores de las Navas Jesús Moreno Álvaro, pensionada con una pensión anual de 250 pesetas (R. O. de 20 de abril de 1910, D.O. n.º 87 de 22 de abril de 1910), por su comportamiento en el combate del 27 de julio último en los alrededores de Melilla. En el día el expresado capellán, excediéndose en el cumplimiento de su deber, no se apartó un momento de las fuerzas avanzadas, prestando con grave riesgo los auxilios de su sagrado ministerio y auxiliando a los médicos en la curación de los heridos.
Las bajas españolas fueron de 1 general, 17 jefes y oficiales y 136 hombres de tropa muertos; 35 jefes y oficiales y 564 soldados heridos. El general Pinto fue ascendido a título póstumo a general de brigada (D. O. n 167 de 30 de julio de 1909).
Fueron muchos los cadáveres que quedaron en poder del enemigo y que no pudieron ser recogidos. El 27 de septiembre, dos meses más tarde, el teniente coronel del Batallón de las Navas, Bermúdez de Castro, con fuerzas de su batallón, en un reconocimiento del Barranco del Lobo, descubrió los cadáveres insepultos de la mayor parte de los oficiales y tropa que se había dado por desaparecidos dos meses antes en el desdichado combate del 27 de julio. Fueron recogidos al día siguiente y trasladadas con los debidos honores al cementerio de Melilla.
Pudieron identificarse los cadáveres de todos los jefes y oficiales, excepto el del Capitán Navarro que fue el único oficial que no quedó completamente identificado, si bien y según parece, diversas referencias permitieron reconocerle con visos de acierto.
Las familias del comandante Ricardo Fresneda, capitanes Ángel Melgar y Rafael Moreno Guerra, y 2º teniente Braulio de la Portilla, dedicaron al jefe de dicho batallón una artística placa de plata repujada con los retratos de los citados mártires del deber, en la que se lee la siguiente dedicatoria: “Al teniente coronel Bermúdez de Castro, que arrostrando peligros y responsabilidades recogió nuestros cadáveres del campo enemigo a los dos meses del sacrificio por España. Cumplen este deber de gratitud nuestras viudas y madres.”
Desafortunadamente, todos estos actos heroicos conocidos, y los muchos anónimos, no han servido para evitar que el nombre del Barranco del Lobo pasara al recuerdo asociado a un desastre militar.
Tras este combate y ante la llegada de nuevas unidades peninsulares, se impone un periodo de calma que permita organizar y entrenar los refuerzos. Durante el mismo y vistas las dificultades que tendría un asalto frontal al monte Gurugú, se planearon las operaciones que se llevarían a cabo en un futuro y que tendrían por objeto asegurar la península de Tres Forcas y aislar posteriormente el Gurugú.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. n.º 116 de 30 de mayo de 1913.
- O. n.º 293 de 28 de diciembre de 1912.
- O. n.º 49 de 3 de marzo de 1911.
- O. n.º 188 de 30 de agosto de 1910.
- O. n.º 293 de 28 de diciembre de 1912.
- O. n. 99 de 5 de mayo de 1911.
- O. n.º 165 de 24 de julio de 1912.
- O. n.º 18 de 23 de enero de 1914.
- O. n.º 87 de 22 de abril de 1910.
- O. n. º 178 de 12 de agosto de 1909.
- O. n.º 167 de 30 de julio de 1909
- El Imparcial de los días 27, 28, 29 y 30 de julio de 1909.
- El País de 8 de octubre de 1909.
- La Época de los días 28, 29 y 30 de julio de 1909.