El capitán Juan Jiménez dio su vida por España de una manera heroica en la Campaña del Río Kert. Tras ser herido en el pecho, se mantuvo de pie animando a la tropa con su ejemplo
El capitán de Infantería del Batallón Cazadores de Ciudad Rodrigo Juan Jiménez Ortoneda, se hizo acreedor a la cruz de la Orden de San Fernando, pensionada con una pensión anual de 1.500 pesetas transmisibles a sus herederos (R.O. de 13 de febrero de 1913, D.O. n.º 35 de 14 de febrero de 1913), por su comportamiento en el combate librado en las proximidades del río Kert (Melilla) el día 12 de septiembre de 1911. El mencionado capitán, al frente de una sección de su compañía, al dirigirse a desalojar al enemigo de las lomas de Texdra, bajo un nutrido fuego, sufrió una grave herida en el pecho a consecuencia de la cual falleció al día siguiente. Después de ser herido, y sin que la gran pérdida de sangre que experimentaba fuera lo bastante para que su entusiasmo y bizarro espíritu decayera ni un sólo momento, continuó al mando de su tropa, animándola con el ejemplo, mientras sus fuerzas físicas, aumentadas por su enérgica voluntad, le permitieron sostenerse de pie.
Jiménez Ortoneda era vasco, nacido en Orio (Guipúzcoa) en 1880. Ingresó como soldado voluntario en el Ejército en 1895. Tres años más tarde pasó a la Academia de Infantería de donde salió con el empleo de segundo teniente en 1900.
Prosiguió su carrera militar en diversas guarniciones, ascendiendo a capitán en 1911. Fue destinado el batallón de Cazadores de Ciudad Rodrigo con el que combatió y halló la muerte gloriosa en la campaña del río Kert. Ascendido a título póstumo al empleo superior como recompensa a los distinguidos servicios y méritos contraídos en el combate donde encontró la muerte (D. O. n.º 282 de 19 de diciembre de 1911), sus restos están enterrados en el Pabellón de Héroes del cementerio de Melilla.
La paz con las cabilas rebeldes de las proximidades de Melilla se había alcanzado a finales de noviembre de 1909, dando fin el conflicto que se llamó Guerra de Melilla. En los meses siguientes, el ejército expedicionario se retiró dejando en Melilla una guarnición de unos 20.000 hombre para una extensión superior a los 17.000 km² donde se incluían las zonas de la Quebdana y la Guelaya que habían sido conquistada. Las fuerzas españolas se dedicaron a la consolidación de las posiciones alcanzadas, con especial incidencia en el mantenimiento de aquellas que se hallaban en el margen derecho del río Kert. Las posiciones españolas para el control del territorio eran ineficaces, eran débiles, aisladas y mal emplazadas.
A pasar de la paz, los incidentes entre las tropas españolas y las cabilas no dejaran nunca de producirse, ataques de francotiradores (llamados pacos en la jerga del momento por el sonido que hacían sus disparos debido al tipo de armas que usaban) a convoyes, a centinelas, alguna que otra emboscada, etc.
Entre las lecciones aprendidas de la guerra recién acabada estaba la inadecuación del método adoptado para resolver el conflicto. El empleo de un ejército expedicionario formado por soldados de reemplazo y reservistas, no acostumbrados al clima ni entrenados en el tipo de guerra que el enemigo practicaba, no era la solución más adecuada. La solución era seguir el modelo francés que pasaba por la creación de unas fuerzas mercenarias indígenas. De hecho, ya se habían hecho algunos intentos en 1909 con la creación de una pequeña fuerza de policía indígena. Dos reales decretos crearon, en la zona de Melilla, cuatro compañías de indígenas para tareas de policía y se amplió la Milicia Voluntaria de Ceuta que había sido creada en 1887. Intentos que continuaron al final de la guerra con la creación de la Oficina de Asuntos Indígenas y la potenciación de la policía y, finalmente culminaron con la creación de las Fuerzas Regulares Indígenas según R. D. de 30 de junio de 1911 (D. O. n.º 142 de 1 de julio de 1911).
Inicialmente se formó un batallón de Infantería que constaba de cuatro compañías y un escuadrón de Caballería, la unidad formada por las compañías de infantería se llamó Tabor, a efectos administrativos ambas fuerzas, de infantería y de caballería, constituían una sola unidad denominada Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla. Los oficiales serían del Ejército, de las Armas de Infantería y de Caballería, y Grupo serian mandadas por un teniente coronel que, indistintamente, podía ser de cualquiera de las dos armas. Su primer jefe fue el teniente coronel Damaso Berenguer y Fusté y su bautismo de fuego tuvo lugar en la campaña del río Kert. En ninguna de las campañas anteriores se emplearon indígenas en las operaciones salvo algunos “marroquíes amigos” que actuaron como guías e intérpretes.
Durante el verano de 1911, confiando en la paz establecida, se inició un trabajo cartográfico del territorio con objeto de mejorar los escasos, incompletos o directamente inexistentes planos de este. Se inició en los alrededores de Melilla para continuar en la zona del río Kert. El Kert es un arroyo que desemboca a unos 25 km al oeste de Melilla, seco la mayor parte del año, con unas riveras escarpadas y profundos barrancos.
Los trabajos topográficos eran llevados a cabo por una Comisión del Estado Mayor que contaba con una pequeña fuerza de protección. Los trabajos fueron considerados como una invasión de su territorio por los rifeños y el cadi de los Beni Bu Ifrur, Mohamed El Mizzian, predico la Yihad por las cabilas.
El 24 de agosto de 1911, la Comisión topográfica fue atacada por los rifeños en las proximidades de Ishafren cerca del rio Kert. El ataque, que causó la muerte a un portamira, un cabo y dos soldados, fue el inicio de la campaña del río Kert.
Ante la agresión, considerada injustificada, el presidente del gobierno español, José Canalejas, decidió castigar a los agresores y ordenó al Gobernador General de Melilla, teniente general José García Aldave, la organización de una expedición de castigo.
La expedición se organizó bajo el mando del general de brigada Francisco Larrea. Comenzó el día 29 de agosto y se dio por terminada el día 31 del mismo mes, pero los rifeños volvieron a contratacar los días posteriores lo que obligó al Gobierno a recurrir al envió de una fuerza expedicionaria de unos 5.000 hombres. Esta estaba compuesta por Media Brigada de Cazadores del Campo de Gibraltar (Batallones de Segorbe, Chiclana y Talavera), el Regimiento de Caballería de Alcántara y la Brigada de Málaga (Regimientos de Infantería de Extremadura y de Borbón), además de concentrar en Málaga otras unidades como reserva, listas para ser transportadas al teatro de operaciones.
En la noche del 12 de septiembre, el harca enemiga cruzó el río Kert y atacó las posiciones españolas. El Batallón de Cazadores de Ciudad Rodrigo recibió la orden de asaltar las casas del poblado de Texdra para amenazar el flanco del enemigo. El capitán Jiménez Ortoneda decidió ponerse al frente de la sección del teniente más antiguo de su compañía y realizar el ataque bajo la protección del fuego de las otras secciones, acción en la que encontró la muerte gloriosa.
En el combate de ese día, también fueron condecorados con la cruz de la Orden de San Fernando:
-Primer teniente de Infantería del Regimiento de África n.º 68 Rodolfo Carpintier Valverde (R.O. de 28 de junio de 1913, D.O. n.º 141 de 29 de julio de 1913). Fue ascendido a capitán por méritos de guerra.
-Segundo teniente de Infantería (ER) del Regimiento de San Fernando n.º 11, nacido en Badajoz, soldado voluntario, Juan Martínez Cortes (R.O. de 27 de febrero de 1913, D. O. n.º 47 de 28 de febrero de 1913). Fue ascendido a primer teniente por méritos de guerra.
Las bajas en el combate fueron: muertos un coronel, un capitán, dos tenientes y 21 soldados, de ellos tres marroquíes; además de 10 oficiales y 111 soldados heridos. Junto a nuestro héroe, cayeron en combate:
-Coronel de Infantería, Regimiento de San Fernando n.º 11, Carlos Astilleros Tejada. Ascendido a título póstumo a general de brigada (D.O n.º 282 de 19 de diciembre de 1911).
-Primer teniente de Infantería, Regimiento de San Fernando n.º 11, Ramón López Soler.
-Segundo teniente de Infantería, Regimiento de San Fernando n.º 11, Arturo Escario Elosegui.
-Los soldados y cabo siguientes que fueron ascendidos a cabos/ sargentos a título póstumo (D.O. n.º 262 de 20 de noviembre de 1920):
Regimiento África n.º 68:
-Soldado Rufino Fernández Rodríguez.
-Soldado Matías Sánchez López.
-Cabo Laureano López García.
Regimiento San Fernando n.º 11:
-Soldado Cándido Honrado Dorado.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. n.º 142 de 1 de julio de 1911, n.º 148 de 17 de octubre de 1911, n.º 282 de 19 de diciembre de 1911, n.º 47 de 28 de febrero de 1913, n.º 141 de 29 de junio de 1913 y n.º 35 de 14 de febrero de 1914, n.º 262 de 20 de noviembre de 1920.
- El Imparcial de los días 13 y 14 de septiembre de 1911.
- La Correspondencia de España de los días 14 y 15 de septiembre de 1911.
- La Época de los días 13, 14 y 15 de septiembre de 1911.
- Las Guerras de Marruecos. F. Ramos Oliver.
- Revista Estela n.º 3.