El cáncer de ovario es curable pero no es detectable y ese es su más grave problema: A menudo su diagnóstico se hace demasiado tarde para que tenga éxito. Un artículo del doctor Juan José Granizo
El 8 de mayo se conmemoró el día del cáncer de ovario, un evento que se viene haciendo desde el año 2013.
Hay varios motivos para llamar la atención sobre este tumor: Es relativamente frecuente, afecta a mujeres jóvenes, tiene tratamiento efectivo, pero a menudo su diagnóstico se hace demasiado tarde para que tenga éxito porque sus síntomas se confunden con enfermedades banales y no hay un método de diagnóstico precoz eficaz.
Aunque no es el tumor maligno más frecuente, tampoco podemos decir que sea raro: es el sexto cáncer más frecuente en mujeres.
En grandes números, el cáncer de ovario afecta a unas 210.000 mujeres al año en el mundo, de las que unas 125.000 fallecerán como consecuencia de la enfermedad.
En España se diagnostican unos 10 casos por cada 100.000 mujeres al año, lo que es una incidencia relativamente alta.
Además, es un tumor propio de las edades medias de la vida, siendo su incidencia mayor entre los 40 y 75 años, pero es posible detectarlo a partir de los 30 años (incluso a partir de los 15 años).
Los factores de riesgo más claramente asociados son los antecedentes familiares y la nuliparidad.
Actualmente sabemos que entre el 5 y el 10% de los cánceres de ovario se originan por una mutación genética heredada. En estos casos, las mujeres afectadas tienen una historia familiar de cáncer de ovario, mama, endometrio o colon. Y ya tenemos algunos genes identificados como los BRCA 1 y BRCA 2 que aumentan sensiblemente el riesgo de padecerlo.
Las mujeres que no han tenido ningún embarazo parece que tienen un riesgo mayor de cáncer de ovario, lo que sugiere un papel de la hormonas en la aparición de este tumor.
Sin embargo, otros factores de riesgo o de protección, no han demostrado una asociación muy clara. Los tratamientos hormonales en las mujeres parecen modificar el riesgo: se ha dicho que los anticonceptivos orales reducen el riesgo, pero la terapia hormonal sustitutiva recibida en la menopausia lo aumenta ligeramente.
Otros factores asociados son el sobrepeso y el tabaco.
Por el contrario, los embarazos, la lactancia de los hijos, y una dieta pobre en grasas parece que tienen un efecto ligeramente protector.
En el estado actual de la ciencia, poco podemos hacer para prevenir la aparición del tumor.
Además, hay dos problemas básicos para detectar el tumor en fases precoces, cuando el tratamiento es más sencillo y efectivo.
El primero deriva de la falta de un instrumento de detección precoz fiable, como puede serlo la mamografía en la mama o la sangre oculta en heces en el cáncer de colon.
El otro problema es que los síntomas del cáncer de ovario son inespecíficos.
La inmensa mayoría de las mujeres cuentan una historia de al menos tres meses de molestias previas, que suelen confundir con alteraciones digestivas o ginecológicas benignas o banales.
Los signos y síntomas más frecuentemente asociados a un cáncer de ovario son:
- Hinchazón o aumento del diámetro abdominal.
- Dolor pélvico o abdominal persistente.
- Dificultad para comer o sensación de plenitud continua.
Estos síntomas perduran en el tiempo y tienden a empeorar con los días.
Otros síntomas menos frecuentes pueden ser: la necesidad de orinar más frecuentemente, cambios en el hábito intestinal (estreñimiento o diarrea) o aparición de náuseas y/o vómitos, dolor de espalda sin causa conocida que empeora progresivamente, cansancio, pérdida o aumento de peso sin causa conocida o sangrado vaginal y alteraciones del ciclo menstrual.
Decir esto, es un tanto arriesgado, ya que la mayoría de las mujeres que tienen estos síntomas suelen tener problemas benignos. Precisamente, ese es uno de los problemas del cáncer de ovario, y es que durante sus fases iniciales ni los propios pacientes ni muchas veces los médicos, sospechan de su presencia achacando los síntomas a procesos sin importancia, cuando no es así.
Si se hace el diagnóstico en las fases mas iniciales el pronóstico es bastante bueno, pero por desgracia muchos tumores, demasiados, se diagnostican en estados muy avanzados donde las opciones terapéuticas son limitadas y necesariamente muy agresivas.
Si analizamos los datos históricos, mas de 45 % de las mujeres sobreviven a un cáncer de ovario. Pero con los nuevos tratamientos estas cifras mejorarán en breve.
Además del estadio avanzado, el tipo de células del tumor es importante para fijar el tratamiento. Algunos tumores tienen una excelente respuesta a la quimioterapia con supervivencias mayores del 90 %, mientras que otros tienen una respuesta más limitada.
Además de la quimioterapia, la cirugía es el otro pilar del tratamiento, especialmente en las fases iniciales. La radioterapia tiene un uso limitado en este tipo de cáncer.
Pero no todo acaba ahí: en los últimos años hemos visto la llegada de nuevos tratamientos que bloquean los mecanismos hormonales implicados en el desarrollo del tumor y otros medicamentos -que no son quimioterapia- pero que atacan a las células tumorales, respetando las sanas, lo que ha permitido tratamientos menos agresivos.
Superar un cáncer de ovario es posible y las esperanzas crecen día a día.
Juan J. Granizo, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública