El soldado Víctor Aguado dio su vida heroicamente por España, en Ixmoart (Melilla), defendiendo su fusil, cuerpo a cuerpo, contra los que querían arrebatárselo en una emboscada

El soldado de Infantería del Regimiento Guipúzcoa n.º 53, Víctor Aguado Royuela, se hizo acreedor a la cruz de la Orden de San Fernando por los hechos realizados el 30 de diciembre de 1909 (R.O de 21 de diciembre de 1911, D.O n.º 285 de fecha 22 de diciembre de 1911). El referido día salió a las órdenes de un cabo con otros dos soldados de la posición de Ixmoart (Melilla), para traer agua a dicha posición.
Al regresar fueron sorprendidos por una descarga que hicieron varios rifeños emboscados, cayendo muerto el cabo y gravemente herido el soldado Aguado, retirándose los otros dos soldados. Aguado fue acometido por cuatro enemigos para quitarle el fusil, se defendió no obstante ofrecerle estos la libertad si lo entregaba, agrediéndole a culatazos al ver la negativa e hiriéndole, por último, en la mano con una gumía en el momento que intentaba hacer fuego, cayendo entonces sin conocimiento y falleciendo poco después al ser conducido a la posición.
Víctor Aguado era castellano, nacido en 1887 en Valdecañas, provincia de Palencia, en 1887. De profesión labrador, ingresó en el ejército para cumplir su servicio militar en el Regimiento de Guipúzcoa con el que partió para África como refuerzo de las unidades destinadas en Malilla a raíz de los sucesos de 1909, a donde llegó los primeros días de septiembre.
Participó con su regimiento en los combates de Taxdirt, el Zoco el Had y en el de Beni Sicar. Aunque la campaña se consideraba terminada desde el 27 de noviembre con la sumisión a España de loa caídes de Beni Bu Ifrur y Beni Sidel y se mantenía la paz oficial sin bajar la guardia, ocurrían incidentes como los que produjeron la muerte del soldado Aguado en la posición de Ixmoart.
Fue enterrado, siguiendo el procedimiento, en una fosa común en el cementerio de Melilla.
Las posiciones españolas se establecían en cotas que dominaran el terreno circundante, esto permitía un buen control del entorno y una mejor defensa, pero tenía algunos inconvenientes entre ellos la necesidad de ser suministradas de todo lo indispensable para la supervivencia de la población militar que la ocupaba, desde la munición hasta todos los víveres y, la mayoría de las veces, el agua.
El suministro se hacía con convoyes periódicos que, partiendo de las bases de suministros, llevaban todo lo necesario a las posiciones, algunas de ellas en primera línea, alejadas y situadas en pleno territorio enemigo. Era una operación muy peligrosa que necesitaba de la utilización de fuertes escoltas de fuerzas combatientes, que dio lugar a múltiples bajas entre los militares españoles destinados a las zonas de conflicto y a extraordinarios casos de heroísmo entre la guarnición cuando, por circunstancias extremas, el convoy no llegaba a tiempo las posiciones y los víveres se agotaban.
Al estar situadas en terrenos elevados, no contaban con la disponibilidad de agua en su interior y, siendo esta absolutamente indispensable para la vida en un clima tan árido y caluroso, tenía que ser proporcionada por los convoyes de suministro o salir, la propia guarnición, a sacarla de pozos situados fuera de las alambradas de la posición con los consiguientes peligros que estas operaciones llevaban consigo.
La recogida del agua se hacía con los servicios de aguada, este se componía habitualmente de una escuadra de protección de los encargados de recogerla y los animales que, cargados con las cubas de transporte del líquido, se usaban para tal menester.
Era habitual que el enemigo emboscara a estas pequeñas fuerzas que, alejadas del núcleo de defensa de la posición, eran muy vulnerables a los ataques al verse embarazadas, en su defensa, por los animales y medio de transporte del agua.
En una emboscada de este tipo encontró la muerte nuestro héroe el 30 de diciembre de 1909 en la posición de Ixmoart.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. n.º 285 de 22 de diciembre de 1911.
- Revista Estela n.º 3.