Guerra de la Independencia. Junta Suprema Central y Gubernativa

Pedro Cevallos Guerra
Cevallos fue nombrado nuevamente Secretario de Estado, el 15 de octubre de 1808, por la Junta Suprema Central y por influencia del Conde de Floridablanca. No llegó a ocupar el cargo y fue cesado, por ser excesivamente conservador. A primeros de enero de 1809, fue sustituido por Martín de Gary Perales.
Para aprovechar su experiencia y conocimientos, fue enviado a Londres como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario del Rey Fernando VII. Obtuvo un crédito para comprar armas y uniformes, para que el Ejercito Español pudiera continuar la lucha. En 1813, fue nombrado diputado en las Cortes de Cádiz.
Martín de Garay y Perales
Martín de Garay y Perales Martínez de Villela y Franco, andaluz, nacido en El Puerto de Santa María en 1771. Su madre era hija del Barón de la Torre. Intendente en Murcia y Extremadura, nombrado Secretario interino de Estado por La Junta Suprema Central, el 5 de enero de 1809. Durante su corto mandato, fue sustituido a mediados de octubre por Pedro Rivero. Destacó por su labor en las relaciones internacionales, especialmente con nuestro aliado principal, Gran Bretaña.
Perteneció a la comisión de las Cortes, que realizó la convocatoria de las mismas en Cádiz, en 1810. Miembro del Consejo de Estado, emitió un informe sobre la mediación de Inglaterra en la insurrección americana.
Hacendista, liberal, sus ideas no fueron obstáculos para que Fernando VII, a su vuelta, lo nombrara ministro de Hacienda. Estableció el primer presupuesto del Estado español. Pretendió reducir el gasto público y recaudar más, mediante impuestos directos que gravarían a la nobleza.
Sus enemigos privilegiados impidieron que sus propuestas prosperasen. Liberado de sus obligaciones, en 1818 se retiró a Zaragoza. Regresó al Consejo de Estado en 1820 con el Trienio Liberal. Murió en La Almunia de Doña Godina, en 1822, de tuberculosis.
Pedro de Rivero
El tercer Secretario de Estado de la Junta Suprema Central y sucesor de Martín de Garay, fue Pedro Rivero, nombrado Secretario de Estado Interino, el 13 de octubre de 1809, hasta la llegada del titular. Su duración en el cargo no llegó a un mes, fue sustituido a finales del mismo mes por Francisco Saavedra, último de los Secretarios de Estado nombrados por la Junta Suprema Central.
Su escaso tiempo al frente de la Secretaría de Estado, no le permitió hacer nada, salvo representar al Estado en esos días.
Francisco de Saavedra y Sangronís
El cuarto Secretario de Estado de Fernando VII, el último nombrado por la Junta Suprema Central, fue nuestro sevillano Francisco de Saavedra. Fue Secretario de Estado desde el 30 de octubre de 1809 hasta el 31 de enero de 1810, fecha en la cual la Junta Suprema Central y Gubernativa se disolvió al crearse el Consejo de Regencia.
Había sido Secretario de Estado con Carlos IV, presidente de la Junta Suprema de Sevilla, Secretario de Hacienda en la Junta Suprema Central, formó parte del Consejo de la Primera Regencia, siendo uno de los cinco regentes que convocaron las Cortes de Cádiz.
La Junta Suprema Central y Gobernativa fue un órgano formado en septiembre de 1808. Era la detentadora de todos los poderes ejecutivos y legislativos españoles durante la Guerra de la Independencia. Estos poderes los ejercía en nombre del Rey Fernando VII. Al estallar la guerra se formaron Juntas en todas las provincias peninsulares. La Junta Suprema Central Gubernativa se formó en septiembre en Aranjuez, presidida por el Conde de Floridablanca, y en ella se agruparon todas las Juntas provinciales. Todas las provinciales tenían representación en la Junta Suprema Central y Gubernativa.
La más importante de las juntas creadas, antes de su agrupación en la Junta Suprema Central, fue la Junta de Sevilla. Esta declaró la guerra a Napoleón y se encargó de enviar cartas a las colonias para explicar la situación del país. Se temía que Napoleón contara a las colonias su versión de los hechos y, apoyándose en el Estatuto de Bayona, influir decididamente en ellas. En el citado Estatuto se reconocía a las colonias el derecho a diputados en Cortes, a su presencia en cuatro comisiones (de Indias, de Justicia, Interior y Hacienda) que aconsejarían sobre temas americanos, derecho a tres miembros en el Consejo de Estado y a estar presentes en las secciones de los Consejos de Justicia, Negocios Extranjeros, Interior, Hacienda, Guerra, Marina e Indias. Nunca España había concedido tanto a las colonias.
A raíz de los sucesos de mayo de 1808, en las colonias se repitió el esquema de Juntas en todos los Virreinatos. Las Juntas españolas pedían Juntas en América y los independistas americanos pedían también juntas pero para otro motivo. Se trataba de formar gobiernos autónomos que no parecieran que rompían con España. Seguían reconociendo a Fernando VII, pero éste estaba preso por Napoleón a quien se había entregado voluntariamente.
Los Virreyes españoles exhortaban a todas las autoridades americanas a que fueran fieles al Rey Fernando y no aceptaran al Rey José ni la regencia de Carlota Joaquina de Borbón, Reina de Portugal y hermana de Fernando VII, exiliada en Brasil desde la invasión francesa de Portugal. Se trataba de mantener la unidad de las colonias con España, en contra de las pretensiones sobre ellas de ingleses, franceses y portugueses.
A lo largo de los meses de abril a septiembre de 1810 se crearon las Juntas Supremas de Caracas, Bogotá, Quito, etc. El Cabildo abierto de Buenos Aires destituyó al Virrey Hidalgo de Cisneros. Santiago de Chile se declaró nación soberana y creó una Junta de Gobierno.
Mientras España se dividía en dos bloques, se enfrentaba a una guerra a muerte con el ejército más poderoso del mundo de entonces, sin rey, con un país devastado, en medio de una grave crisis económico, con unas élites sin pulso y, en definitiva, con un país débil, las colonias americanas empezaban su sublevación para independizarse.
Entre tanto, la guerra continuaba con graves derrotas para los ejércitos regulares españoles y grandes devastaciones producidas por ambos ejércitos en contienda. Solo compensadas por las victorias de Bailén, en julio de 1808, y de Talavera, en junio de 1809.
El Estatuto de Bayona solo fue aceptado por los afrancesados, los patriotas no reconocieron su validez y siguieron considerando su rey a Fernando VII, el “Deseado”, cautivo de los odiados franceses.
Los españoles luchaban en una guerra irregular, la guerrilla. Éstas estaban compuestas por gentes del pueblo llano, campesinos, pastores, soldados regulares, etc., dirigidas, en la mayoría de los casos, por viejos soldados entre los que se encontraban Renovales, Villacampa, Miláns del Bosch, Eroles, Díaz Porlier, etc.
La Junta Suprema Central se disolvió, a finales de enero de 1810, al crearse el Consejo de Regencia de España e Indias. Entre los años 1810 y marzo de 1814, hubo en España cuatro regencias.
La Junta Suprema Central estaba, a principios de 1810, en sus días finales. A finales de 1809 se había convocado Cortes para marzo del año siguiente. Los patriotas estaban muy disgustados con la Junta y su política conservadora, pro-absolutista. El avance del ejército francés obligó a la Junta a refugiarse en Cádiz. A su llegada a Cádiz, la Junta fue encarcelada por los comerciantes de ciudad, por lo que ésta se planteó su traslado a Caracas. Todo esto la debilitó mucho por lo que se disolvió y dio paso a una Regencia.
Joaquín de la Santa Cinta, ingeniero aeronáutico, economista e historiador