Miguel Pérez de Almazán, uno de los principales secretarios de los Reyes Católicos, fue el sucesor de Juan de Coloma, considerado el primer ministro de asuntos exteriores de Europa

Miguel Pérez de Almazán fue uno de los principales secretarios de los Reyes Católicos. Aragonés y sucesor en el cargo del gran secretario de Fernando II de Aragón, y más tarde de los Reyes Católicos, Juan de Coloma, quien ha sido considerado el primer ministro de asuntos exteriores de Europa.
La Política Exterior de los Reyes Católicos fue llevada a cabo durante todo su reinado por los secretarios aragoneses de Fernando, uno de ellos, Juan de Coloma, fue primer secretario desde el comienzo del reinado de Fernando hasta su muerte en 1493. Su sucesor en el cargo fue su protegido y colaborador Miguel Pérez Almazán, quien continuó en su puesta hasta su muerte en 1514.
Miguel Pérez de Almazán nació en Calatayud en fecha desconocida en una familia de ascendencia judía conversa.
Fue protegido del primer secretario del rey Fernando, Juan de Coloma, de quien heredo el cargo y con quien colaboró en hechos fundamentales del reinado de los Reyes Católicos como fueron: la orden de expulsión de los judíos y las Capitulaciones de Santa Fe acordadas con Cristóbal Colón.
Almazán, como secretario y persona de confianza de Fernando, fue el encargado de desarrollar la política matrimonial de los Reyes Católicos cuyos principios se basaban en mantener una fuerte alianza con Portugal y aislar al principal enemigo del reino, Francia. Política que se llevó a cabo por medio de matrimonios de sus hijos y Miguel fue el encargado de negociar, al menos, los matrimonios de dos de sus hijas y de su único hijo: Juana, casada con Felipe I El Hermoso, Conde de Flandes y rey consorte de Castilla; Catalina, casada con los reyes Ingleses Enrique VII, inicialmente, y a su muerte con Enrique VIII; y el del heredero Juan con Marina de Austria.
Fernando confiaba ciegamente en él y por su mano pasaban todos los negocios y consejos del reino.
Según su biógrafo fue el introductor en la Corte de los mensajes cifrados.
La muerte del heredero, Juan, y de la infanta Isabel, casada con el rey de Portugal, hizo que el título de Princesa de Asturias y heredera del reino de Castilla recayera en Juana, la esposa del Conde de Flandes, conocida como Juana la Loca.
Poco antes de la muerte de Isabel, en 1504, el rey Fernando reconoció la labor de Pérez Almazán concediéndole el hábito de caballero de Santiago y las encomiendas de Veas y Valderricote, además de I señor de la villa de Maella que Pérez de Almazán había comprado a Juan de Foix, el que sería años más tarde padre de Germana de Foix, segunda esposa del rey Fernando.
La muerte de la reina Isabel, Fernando renuncio al trono de Castilla y proclamó reyes a Juana y a Felipe.
Conocida el desequilibrio metal de la reina Juana, y en cumplimiento del testamento de la reina Isabel, en las Cortes de Toro del año 1505 Fernando es nombrado Gobernador de Castilla.
Este acuerdo no gustó a Felipe, las relaciones entre suegro y yerno se deterioraron, y en el reino surgieron banderías (unos apoyando a Fernando y otros a Felipe), lo que ponía en peligro la unión de los reinos de Castilla y Aragón lograda por los Reyes Católicos.
Fernando, para reforzar su autoridad y asegurar su gobierno sobre la corona de Aragón, cambió la política internacional que aplicaba hasta entonces. Se alineó con Francia y reforzó nueva posición con su casamiento con Germana de Foix, hija de una hermana del rey francés Luis XII.
Previa a la llegada de los nuevos reyes a Castilla, los plenipotenciarios de ambos, suegro y yerno, llegaron a un acuerdo, la llamada Concordia de Salamanca, por la que Juana y Felipe serían los reyes propietarios y Fernando Gobernador perpetuo con el reparto, a partes iguales, de las rentas del reino.
El acuerdo no satisfizo a Felipe y se celebró otro acuerdo en Villafáfila en 1506, a la Concordia de Villafáfila. Por ella, Fernando se comprometía a abandonar Castilla. Pero antes de firmar el documento redacta una enérgica protesta ante su secretario Miguel Pérez Almazán, que actúa de notario, alegando que el convenio le ha sido arrebatado a la fuerza.
Fernando se retira a su reino, Aragón, donde prepara su traslado a Nápoles, cosa que lleva a cabo ese mismo año.
Almazán, factótum en todos los acuerdos anteriores representando y defendiendo los intereses de Fernando, y siempre leal a su señor, abandona Castilla y lo acompaña a Nápoles, donde sigue siendo su secretario y hombre de confianza.
Pero el destino juega sus cartas y en noviembre del mismo año, Felipe I, muere. La incapacidad de la reina Juana hace que el reino caiga en la anarquía. Para dar una solución provisional, cardenal Cisneros forma un consejo de Regencia y pide a Fernando su regreso a Castilla.
La Corte de Nápoles recibe presiones de Francia, de Alemania y de la propia Castilla, presiones que son soportadas por Almazán.
Por fin, Fernando decide regresar a Castilla acompañado de Almazán y de un ejercito de veteranos al mando de Pedro Navarro.
Miguel Pérez de Almazán siguió sirviendo a su rey, se casó, tuvo dos hijos y continuó con la protección de los futuros secretarios sus colaboradores y sucesores: Francisco de los Cobos, Pedro Quintana y su sobrino, Lope de Conchillos.
Murió en Madrid en 1514.
Joaquín de la Santa Cinta, autor de «50 héroes españoles olvidados» y “50 mujeres españolas extraordinarias”
Para saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia de la Historia.
- Rodríguez Muñoz, Pedro. Un colaborador de los Reyes Católicos: Miguel Pérez de Almazán.
- Rodríguez Rodríguez, Elías. La Concordia de Villafáfila. 27 de junio de 1506.