Década Ominosa (y VI). Junta Provisional de Gobierno de España y las Indias / Regencia de Infantado: Antonio Saavedra y Jofré, Conde de Alcudia, y Francisco Cea Bermúdez

Antonio Saavedra y Jofré. Conde de Alcudia.
Antonio de Saavedra y Jofré, VII Conde de Alcudia de Guadix (Granada) valenciano, nació en 1777 y murió en Génova, a la edad de 65 años, en 1842. Marino, político y diplomático. Ministro plenipotenciario en Londres. Nombrado Secretario de Estado Interino el 20 de enero de 1832, a la muerte de su antecesor González Salmón. No ocuparía el puesto hasta el 22 de febrero. Desde su nombramiento hasta la fecha, que ocupó el cargo, ejerció Calomarde como Secretario de Estado Interino. La duración de su mandato no pasó de siete meses y medio, hasta el 1 de octubre del mismo año, cuando fue sustituido por Francisco Cea Bermúdez. Durante el mismo, tuvo que enfrentarse además de las amenazas de los liberales exiliados, a la quiebra de la Hacienda y a los Sucesos de la Granja.
Los liberales exiliados eran inasequibles al desaliento, a pesar de las derrotas sufridas, seguían preparando nuevas invasiones.
Era mucho más grave la quiebra de la Hacienda, que, aunque era un problema conocido y que había venido gestándose desde muchos años atrás, amenazaba con la bancarrota. Las reformas iniciadas por el ministro de Hacienda López Ballesteros en 1826, habían demostrado su inutilidad para mejorar la deuda a finales del año 1831. La reforma impositiva no había conseguido aumentar la recaudación en los términos previstos en el Plan, tampoco se habían conseguido el dinero presupuestado por las subastas de bienes y, además, los sucesos de Francia del año anterior habían cortado el crédito a España. La bancarrota era un hecho muy probable. La economía, por el contrario, empezaba a mejorar y a recoger los frutos de las políticas adoptadas en el Gobierno anterior.
En julio de 1832, Fernando VII cayó enfermo de gota durante su estancia en el palacio de La Granja. En septiembre la enfermedad empeoró y los médicos llegaron a predecir su muerte inminente. Entonces se produjeron los hechos conocidos como los sucesos de La Granja, que fueron unos acontecimientos decisivos para el futuro de España.
En esta circunstancia, los partidarios de Don Carlos amenazaron con la guerra civil si no se derogaba la Pragmática Sanción. Los carlistas tenían el apoyo de las dos cortes con reyes Borbones de Europa, la de Francia y la de Nápoles. Fernando, ante la amenaza de los carlistas, se vio obligado a derogar la citada Pragmática, lo que significaba que su heredero sería su hermano Don Carlos y no su hija Isabel.
Los contrarios a los carlistas, es decir, los absolutistas moderados, los afrancesados y los liberales se ofrecieron a la Reina María Cristina en defensa de los intereses de la Infanta Isabel con el objeto de que los ultra–conservadores no llegasen al gobierno. Se organizaron en un gobierno paralelo, una junta para defender los derechos de Isabel. Era un grupo de absolutistas moderados, llamados a sí mismos cristinos, No querían una guerra civil y deseaban restablecer el sistema constitucional con una nueva constitución.
Los sucesos de la Granja tuvieron el siguiente desarrollo en el tiempo.
El 13 de septiembre, el rey sufrió una crisis aguda y todos pensaron que se moría.
Al día siguiente,se reunió el Consejo de Ministros en La Granja para determinar si el rey tenía otorgado testamento, quienes eran las personas destinadas a abrirlo y si era nombrada sucesora la infanta Isabel, quienes habían de ser los regentes, y finalmente, como se iba a garantizar el orden público.
A últimas horas de la tarde, el Consejo reunido en el palacio de La Granja conoció que el rey tenía otorgado testamento y que designaba heredera a su hija Isabel. A la vista de tal hecho, se organizó la forma de abrirlo y quienes debían estar presentes. También se le asignó al ministro de la Guerra, y jefe de los Voluntarios Realistas, Miguel Ibarrola González, marqués de Zambrano, la responsabilidad de mantener el orden público en Madrid, por lo que se desplazó a esta ciudad de modo inmediato.
La situación era grave y se preveía un derramamiento de sangre. El día 14, la Junta para la defensa de los derechos de Isabel reclutó gente, repartió armas y se presentaron en La Granja donde se entrevistaron con María Cristina. Pidieron el destierro de Calomarde.
Tres días después, el rey firmó un decreto nombrando a María Cristina de Borbón regente para casos de urgencia. La tensión se incrementó porque el rey parecía muerto.
Don Carlos manifestó, por primera vez, su negativa a aceptar la Pragmática Sanción y en consecuencia a ser el próximo rey de España. Calomarde propuso una solución de compromiso casando el hijo de Don Carlos con Isabel y nombrando regente al mismo Don Carlos. Esta solución fue rechazada por ambas partes, por María Cristina y por Don Carlos. La guerra civil estaba a la vuelta de la esquina, los carlistas habían recibido órdenes de estar preparados para asaltar el trono, aun a costa de una guerra civil, si Fernando VII dejaba por heredera a Isabel.
El 18 de septiembre, el Secretario de Estado Alcudia propuso derogar la Pragmática para evitar la guerra civil mediante un decreto secreto. Fernando estuvo de acuerdo. El decreto fue redactado por Calomarde y el rey lo firmó ese mismo día. Don Carlos parecía triunfante.
Poco después, el rey mejoró y los cristinos, apoyados por la hermana de la Reina, Luisa Carlota, protestaron por lo ocurrido. El decreto de derogación de la Pragmática fue roto y los cristinos redactaron uno nuevo que fue presentado a la firma del rey. Fernando, cambiando un vez más de opinión, firmó la nueva disposición, el 28 de septiembre. Esta nueva ley anulaba lo firmado el 18 de septiembre, que no había sido publicado, y volvía a poner en vigor la Pragmática Sanción. Al mismo tiempo, se confirmaba a la Regente María Cristina como encargada del Gobierno. Es decir, volvía a nombrar heredera a Isabel, de dos años de edad, bajo la regencia de su madre.
El 1 de octubre de 1832, se produjo una crisis de gobierno cesando al Conde de Alcudia y nombrando en su lugar a Francisco Cea Bermúdez. De los ministros cesados, Calomarde fue desterrado a Teruel de donde huyó a Roma y el Conde de Alcudia fue enviado como embajador a San Petersburgo.
Francisco Cea Bermúdez.
Francisco de Paula de Cea Bermúdez y Buzo, malagueño, nació en 1779, y murió exiliado en París, a los 71 años, en 1850. Diplomático y político liberal moderado, Conde de Colombi, fue nombrado por segunda vez Secretario de Estado por María Cristina, como regente encargada del gobierno, el día 1 de octubre de 1832. Fue el último Secretario de Estado de Fernando VII, ya que era secretario a la muerte de éste, el 29 de septiembre de 1833. Confirmado en su puesto por la Reina Regente María Cristina de Borbón, continuó siendo Secretario de Estado de la Regencia hasta el 1 de enero del año 1834.
Cea era un absolutista moderado, del partido cristino, cuya característica principal era su apoyo a la Reina Isabel y su oposición frontal a los ultra-absolutistas que formaban el partido carlista. El Gobierno lo formaban los cristinos, era un gobierno fuerte capaz de imponerse a los carlistas. Interinamente, hasta el 23 de noviembre, cuando se incorporó Cea que estaba ausente, el Secretario de Estado fue el ministro de Gracia y Justicia José Cafranga Costilla, salmantino, que nació en 1780 y murió en Madrid en 1854, político y profesor de la Universidad de Salamanca.
Durante el mes y medio de su mando interino, Cafranga fue el líder del movimiento contra los carlistas en los primeros meses, apoyándose en otros ministros constitucionalistas.
Entre las primeras medidas que tomó el Gobierno estaba alejar a Calomarde y al Conde de Alcudia. Como sabemos, uno fue desterrado a Teruel de donde huyó y el otro fue destinado como embajador a San Petersburgo.
La guerra civil era una amenaza seria y los defensores de Isabel estaban en inferioridad por lo que era prioritario reorganizar el ejército. El encargado de esta transformación fue Miguel Ibarrola González, marqués de Zambrano, nombrado a la sazón Capitán General de Castilla la Nueva.
También solicitaron apoyo para Isabel a Francia e Inglaterra.
El 4 de octubre, Cafranga publicó un manifiesto, firmado por María Cristina, que se ha considerado el fin del absolutismo, en el que se proponían hacer algunas reformas que fueran aceptables para los liberales.
Dos días más tarde, por decreto, se declaró a María Cristina de Borbón regente definitiva y con plenos poderes sustituyendo su titulo anterior de regente para casos de Emergencia.
El día 7 se dio un indulto general, se abrieron las Universidades que llevaban dos años cerradas y se cesaron todas las autoridades carlistas.
Pocos días después, se concedió una amnistía con la excepción de aquellos liberales que votaron la destitución del rey en1823 o que se hubieran levantado en armas contra el mismo.
La reorganización del Ejército era muy delicada. El Gobierno no tenía fuerza suficiente para enfrentarse a los 120.000 Voluntarios Realistas que representaban una seria amenaza para la heredera Isabel. Ante esta situación, se procedió a sustituir a los Capitanes Generales y Superintendentes de la Policía. También se trató de eliminar a los mandos intermedios realistas y a todos aquellos que habían combatido alguna vez contra los liberales. En este mismo proceso de depuración se incluían todos los altos funcionarios de los ministerios y diplomáticos comprometidos con el carlismo. Antes del 15 de octubre ya se había cambiado toda la cúpula militar.
A finales del mes de octubre, al conocerse la amnistía para los liberales, se produjeron las primeras revueltas carlistas.
Se centralizó los recursos del Estado en una caja central, esto eliminaba la disponibilidad de fondos no controlados por el Gobierno que podían acabar en manos de los carlistas.
A primeros de noviembre, surgieron los primeros conatos de guerra civil que fueron sofocados. Se necesitaban medidas más enérgicas contra los realistas por lo que se procedió a desarmar a los Voluntarios Realistas de Madrid y a detener a algún general acusándole de conspiración. Se decretó que todos los impuestos y cargas públicas se ingresasen en el Tesoro Real de forma que las administraciones provinciales y locales se quedaron sin fondos con los que financiar a los realistas.
El Gobierno incluía un nuevo Ministerio, el Ministerio de Fomento, que era responsable de la Policía, el Orden Público, la Enseñanza y las Obras Públicas. El primer ministro de este Ministerio fue el gaditano Victoriano Encima y de la Piedra. Este Ministerio pasó a llamarse Ministerio del Interior, dos años más tarde. Fue una de las armas más útiles contra los carlistas.
A mediados de noviembre, la reina regente declaró que su objetivo principal era defender la monarquía.
El 23 de noviembre, Cea se incorporó como Secretario de Estado titular al Gobierno, lo que supuso el desplazamiento de Cafranga, que en la remodelación del Gobierno fue sustituido en el Ministerio de Gracia y Justicia por Fernández Pino. También hubo cambios de ministros en los Ministerios de Guerra y de Fomento. En éste último fue nombrado ministro el Conde de Ofalia.
El Gobierno, formado por moderados que estaban desmontando a los ultra absolutistas, no estaba creando un partido alternativo en el que apoyarse. Cea no quería a los liberales, solo quería realizar reformas en el absolutismo de Fernando pero no ir más allá. El Gobierno de Cea se salvó porque Don Carlos no quería alzarse mientras su hermano Fernando estuviese vivo.
A finales de diciembre, el rey declaró nulo y sin valor el decreto del 18 de Septiembre por el cual derogaba la Pragmática Sanción. El 31 de diciembre de 1832, se publicó el decreto de Cortes de 1789, el decreto de Carlos IV por el que derogaba la Pragmática Sanción y que no había sido publicado en la fecha de su firma. Conjuntamente se publicaba una declaración que declaraba nulos cuantos escritos derogatorios se hubieran producido contra el citado decreto. Este decreto era un golpe mortal para las aspiraciones de Don Carlos.
A primeros de año, el 4 de enero, Fernando recuperaba todas las funciones de la Corona, acabando con la primera Regencia de María Cristina.
Los carlistas tenían una organización secreta desde hacía un año, una Junta formada por la esposa de Don Carlos y por su cuñada la Princesa de Beira, ambas hermanas de la casa de Braganza. Vista la promesa de Don Carlos de no alzarse mientras su hermano Fernando viviese, hacía que las cabezas de la junta carlista fueran su esposa y cuñada.
En enero, hubo un primer levantamiento de Voluntarios Realistas en Madrid y Toledo. Estaban mandados por el Coronel Campos España. Fracasó, fue detenido y denunció a todos los participantes. También denunció la existencia de una Junta Apostólica, dirigente del carlismo formada por el general de los jesuitas entre otros.
En este mes de enero quedaron suprimidos los arbitrios municipales que contribuían al sostenimiento de los Voluntarios Realistas, por lo que estos quedaron muy debilitados.
A lo largo del mes, se fueron produciendo pequeñas rebeliones carlistas por todo el país, pero todas fueron abortadas y sus cabecillas confinados.
En febrero, Cea decidió la renovación de los ayuntamientos por medio de un proceso electoral censitario, es decir, el derecho al voto solo lo tenían quienes estaban inscritos en el censo electoral. Para inscribirse en él había que cumplir con una serie de características determinadas, normalmente ser propietario de bienes por un importe establecido.
Era una carga de profundidad contra el poder instituido en los ayuntamientos, pues éste pasaba de los nobles y los eclesiásticos a los burgueses. Al mismo tiempo, promulgó una nueva amnistía para los liberales, lo que permitió el regreso a España de unos diez mil exiliados. También, decidió reclutar un cuerpo de 25.000 hombres para crear un organismo de colaboradores con la policía. Todas estas medidas contribuían a controlar a los carlistas.
A mediados de marzo, el Gobierno ordenó a Don Carlos abandonar España y fijar su residencia en los Estados Pontificios, pero como se había declarado una epidemia de cólera en Cádiz, el embarque no pudo realizarse en dicha ciudad, permitiéndole que se embarcase en Lisboa. Fue enviado a esta ciudad con su mujer y sus hijos.
Una vez, en el Portugal donde reinaba su sobrino Miguel I, de la misma ideología ultra absolutista que Don Carlos, éste retrasó una y otra vez su salida, se negó a volver a Madrid para jurar a su sobrina como heredera, ni a hacerlo ante el embajador. No solo se negó a embarcar, si no que comunicó a los embajadores de las potencias europeas que no renunciaba al trono de España.
Apartar al pretendiente de la corte de Madrid fue una buena idea, pero no lo era permitirle que se desplazara a Lisboa donde su posición se reforzaba al ser la corte lisboeta el centro del ultra absolutismo europeo del momento.
En marzo hubo una nueva crisis de Gobierno, los ministros de Gracia y Justicia, de Marina y de Hacienda fueron cambiados por hombres de confianza de Cea. El nuevo Gobierno resultó ser más homogéneo, más equilibrado y más moderado.
Con el objeto de jurar a la infanta Isabel como heredera y Princesa de Asturias, se convocaron Cortes para el 30 de junio. En la citada fecha, las Cortes realizaron el juramento en la Iglesia de San Jerónimo en Madrid. Entre los que no juraron estaba su tío Don Carlos que, como ya hemos indicado no se desplazó a Madrid ni quiso jurar ante el embajador español en Lisboa. La región española que no aceptó a Isabel fue Navarra.
En julio, el rey enfermó, empeorando poco a poco, de forma que a final de mes ya no podía salir de la cama.
Fernando murió, en Madrid, el 29 de Septiembre de 1833.
Seis días después, el administrador de correos de Talavera de la Reina levantó la primera bandera carlista y comenzó la guerra civil.
El 6 de octubre, Don Carlos de Borbón fue proclamado rey de España, con el nombre de Carlos V, en Tricio (La Rioja).
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, economista e historiador