Pedro Díaz de Toledo y Ovalle, hijo de converso, fue el primer obispo de Málaga tras su reconquista por los Reyes Católicos y escribió ‘El libro del Limosnero de Isabel la Católica’

Pedro Díaz y Orvalle, primer obispo de Málaga después de la reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos y la rehabilitación de la diócesis, capellán del Marqués de Santillana, protegido por los sucesivos reyes de Castilla de la Casa de Trastámara: Juan II, Enrique IV e Isabel I de la que fue Limosnero Mayor.
Se cree que nació en Alcalá de Henares alrededor de 1425. Hijo de un converso, Fernán Díaz de Toledo, de nombre hebreo Mose Hamamo. Fue un político castellano de una de las familias más poderosas de judeoconverso. Entre sus cargos están: oidor, relator del Consejo, refrendario, notario y secretario real de Juan II. Su madre fue Juana Ovalle.
Primo suyo fue el humanista Pedro Díaz de Toledo, señor de Olmedilla, ya incluido en esta serie de personajes judeoconversos importantes en la Historia de España.
Estudió y se doctoró en la Universidad de Salamanca en Teología y Derechos Civil y Canónico. Fue alumno de Hernando de Talavera durante su etapa de profesor en la Universidad. Hernando de Talavera fue un monje jerónimo de familia judeoconversa, obispo de Ávila, arzobispo de Granada, confesor y consejero de la reina Isabel la Católica, además de protector de Pedro Díaz.
Pedro, también fue protegido por el cardenal Pedro González de Mendoza, hijo del I Marqués de Santillana y arzobispo de Toledo durante el reinado de los Reyes Católicos.
En 1449 fue nombrado canónigo de la catedral de Sevilla, empleo en el que estuvo durante 30 años, además de administrador de la capilla real de la misma catedral. Más tarde fue Provisor, Juez Eclesiástico y Vicario General del Arzobispado de Toledo.
Durante su estancia en Sevilla trabó amistad con Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, para quien tradujo los Proverbios de Séneca.
En 1486, la reina Isabel lo nombró Limosnero Mayor. Acompañó a la Reina durante toda la Guerra de Granada.
Sus funciones eran socorrer a los heridos, enfermos, desamparados por la guerra y a todos aquellos pobres necesitados de alimentos y o de vestiduras.
En su libro, El libro del Limosnero de Isabel la Católica, registra las cantidades procedentes de la caridad regia que son entregadas a las personas a los que socorre.
El libro tiene un enorme valor histórico para el conocimiento de las condiciones de vida de las clases más bajas de su época, de las miserias a que estaban sometidos los desheredados por causas de la guerra. Miserias que se presentaban ente los Reyes en forma de multitudes famélicas y harapientas al paso de la Corte en su itinerancia y que se incrementaban con los combates más duros de la guerra, los asedios a las grandes ciudades, y a cuya mitigación contribuía el Limosnero siguiendo las instrucciones de la Reina.
Cuando los cristianos conquistaron Málaga, se rehabilitó la antigua diócesis y en 1487, a petición de los Monarcas, el Papa Inocencio VII nombró a Pedro como primer obispo de la ciudad recién conquistada.
Cuando llegó a Málaga, un año más tarde, tuvo que dedicarse a poner en marcha desde el inicio a una diócesis extensa, a una verdadera tierra de misión. Empezó buscando clero suficiente, redactó los estatutos y convocó un Sínodo Diocesano para fijar las bases y fundamentos de la vida cristiana en la diócesis.
Adaptó la mezquita al culto cristiano como catedral e inició la construcción de la primera iglesia parroquial de la ciudad, la Iglesia de Santiago. Durante esta primera etapa de obispo, se comenzó a construir el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria, la patrona de Málaga.
Repobló de cristianos los pueblos costeros de la diócesis, cristianos procedentes de Andalucía y de Extremadura, y colaboró con las órdenes religiosas que se establecieron en su área de responsabilidad.
Preocupado por los cautivos cristianos en el norte de África, colaboró con las órdenes dedicas a su redención, enviando un delegado personal permanente a Orán.
Estando en Granada acompañando a los Reyes, enfermó y murió en 1499.
Sus restos se trasladaron a Málaga y enterrados en la mezquita-catedral, sus restos fueron trasladados posteriormente a la capilla de San Jerónimo.
Joaquín de la Santa Cinta, autor de «50 héroes españoles olvidados» y “50 mujeres españolas extraordinarias”
Para saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia d la Historia.
- Pedro Díaz de Toledo y Ovalle .1488-1499. es
- González Sánchez, Vidal. Catálogo General de Documentación. Archivo Histórico de la Santa Iglesia Catedral de Málaga.