José Miguel Carvajal-Vargas, II Duque de San Carlos, un peruano de Lima que llegó a ser ayo, negociador plenipotenciario, Secretario de Estado y embajador del Rey Fernando VII

José Miguel Carvajal-Vargas y Manrique de Lara nació en Lima en 1771, hijo de del matrimonio formado por Mariano Joaquín Carvajal y Ana Eusebia Manrique de Lara. Pertenecía a una familia de la alta nobleza española establecida en Perú. Heredó directamente el título de Duque de San Carlos de su abuelo por fallecimiento de su padre antes de que este hubiera podido heredar el título de su progenitor.
En Perú inició su carrera militar muy joven, donde, aprovechándose de su influencia familiar, llevó a cabo una carrera rapidísima, llegó a coronel con 22 y a teniente general con 31, en 1802.
En 1788 se trasladó a España y la influencia de su entorno en la Corte hizo que fuera nombrado ayo del príncipe Fernando (futuro Fernando VII).
Amigo del perceptor del príncipe, el canónigo Juan Escoiquiz, tuvo una activa participación en la Conjura del Escorial y en el Motín de Aranjuez de 1808.
Fernando VII, a raíz de la abdicación de su padre, lo nombró mayordomo mayor y el Duque lo acompañó hasta Bayona. Después de la Farsa de esta Ciudad, con la abdicación de Fernando en su padre Carlos y de este último en Napoleón quien pasó la Corona a su hermano José I, acompañó a Fernando a su “prisión” en el castillo de Valençay.
Durante el tiempo de retención de Fernando en Valençay, Carvajal actuó como plenipotenciario del Rey en la negociación del Tratado de que ponía en libertad a Fernando en 1814. La Guerra de la Independencia había terminado, Fernando estaba libre e inició su camino de regreso a España.
Los españoles estaban divididos entre los liberales que apoyaban la Constitución de 1812 y los absolutistas que defendían la recuperación de todos los poderes reales anteriores a la Constitución en la persona del rey Fernando VII.
En su trayecto hacia Madrid, Fernando pasó por Valencia donde, con el apoyo del general Elio, gobernador de Valencia, dio un golpe de estado y el día 4 de mayo de 1814 dictó un decreto derogando la Constitución de 1812 y de todas las leyes y disposiciones emanadas de ella y de las Cortes de Cádiz. El decreto restauraba el absolutismo y anulaba todo lo dispuesto durante los últimos seis años y con él daba comienzo al llamado Sexenio Absolutista.
El duque seguía manteniendo la confianza del rey y éste lo nombró, el 31 de mayo, Secretario de Estado y de Despacho. El secretario era la cabeza del Gobierno, equivalente al cargo actual de Presidente del Gobierno.
Bajo su mandato se restablecieron algunos de los instrumentos del Estado más conservadores del Antiguo Régimen como eran: el Consejo Superior de la Inquisición y los Tribunales del Santo Oficio.
También se inició una venganza cruel contra todos los liberales y constitucionalistas, se crearon listas negras de enemigos políticos a los que había que depurar.
Fue elegido supernumerario y académico de número de la Real Academia Española en 1814 y, poco antes de su cese como Secretario de Estado, fue elegido su director, puesto que ocupó hasta su muerte.
Aunque seguía disfrutando de la amistad y el favor real, su mandato no llegó a durar siete meses. Fue cesado el 25 de noviembre del mismo año.
Como embajador fue enviado a las cortes de Rusia, París, Londres, Viene y Lisboa. Por sus servicios se le concedió la Orden del Toisón de Oro y la Gran Cruz de Carlos III.
Casado dos veces, de su segundo matrimonio tuvo varios hijos.
Murió en Paris en 1828 y está enterrado en el cementerio de Père Lachaise de esta ciudad.
Joaquín de la Santa Cinta, autor de «50 héroes españoles olvidados» y “50 mujeres españolas extraordinarias”
Para Saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia de la Historia.
- De la Santa Cinta, Joaquín. 135 Presidentes del Ejecutivo en la Decadencia Española (1788-1902).
- Real Academia Española.