Presidentes del Consejo de Ministros durante el Reinado de Isabel II: Vuelve el general Narváez por sexta vez

Casi siete años después de su dimisión, Narváez volvió a ser llamado a formar gobierno por sexta vez.
Nombrado Presidente del Consejo de Ministros el día 16 de septiembre de 1864. Su mandato duró 9 meses hasta su dimisión el 21 de junio del año siguiente, 1865.
Narváez era el único político capaz de volver a unir tras de sí a un partido moderado muy dividido. Al parecer la Reina Madre, María Cristina, influyó para que fuese nombrado Presidente para intentar que los progresistas abandonaran su actitud de retraimiento prometiéndoles unas elecciones limpias.
Inicialmente Narváez siguió con la política conciliadora de los tres gobiernos anteriores. Pactó con O´Donnell la alternancia en el poder entre el partido moderado y el partido de la unión liberal, tomó algunas medidas aperturistas como el mantenimiento de funcionarios en sus puestos, etc. para que los progresistas abandonaran su retraimiento.
Por Real Decreto de 22 de septiembre se disolvieron las Cortes de la legislatura anterior y se convocaron nuevas elecciones a celebrar los días 22 y 23 de Noviembre. Ante las nuevas elecciones, los progresistas continuaron con su postura de retraimiento que solo abandonarían si la Reina les llamaba a gobernar, volviendo a repetir lo de “o todo o nada”
La respuesta de Narváez fue abandonar la política de conciliación y recuperar su talante más represor que radicalizaron, aún más, a los progresistas. Nombró Ministro de Gobernación a Luis González Bravo, un hombre duro que, proveniente del progresismo, había evolucionado a la facción más derechista del partido moderado.
La política que llevó Narváez durante su mandato, así como durante el mandato posterior entre los años 1866 y 1868, llevaron a los moderados al fracaso y con ellos arrastraron a la monarquía española.
Narváez solo pensaba en mantener el principio de autoridad y en el mantenimiento del orden público, entendiendo éste como el sometimiento de todos a la autoridad del poder constituido.
Para él, el orden era necesario para logra el desarrollo y todo lo demás, incluido la libertad, estaría subordinado al orden. Odiaba los movimientos populistas porque solo acarreaban desórdenes que debían ser controlados por la extensa red de caciques territoriales. Pensaba que la camarilla de la Reina era fundamental para la estabilidad del gobierno.
La represión sistemática provocó que todos los partidos políticos se pusiesen en contra del sistema monárquico conservador.
Entre tanto la crisis del Océano Pacífico se encaminaba, paso a paso hacia la guerra. El 22 de octubre el almirante jefe de la expedición científica, ahora convertida en fuerza naval, fue sustituido por el almirante José Manuel Pareja Septien a quien se le revistió del carácter de enviado especial y ministro plenipotenciario ante la República del Perú. Llegó con el refuerzo de cuatro fragatas más y tomó el mando, en diciembre de 1864, en el fondeadero de las Islas Chichas.
Pareja, marino nacido en Lima en 1813 y muerto en Valparaíso (Chile) en 1865, tomó el puerto de El Callao y consiguió que el Gobierno Peruano negociase un tratado con España por el que se comprometía a indemnizarla con tres millones de pesetas a cambio de la devolución de las islas. El tratado, conocido como Tratado Vivanco – Pareja, se firmó en El Callao el 27 de enero de 1865.
El tratado no quedo satisfecho a nadie y prueba de ellos fue los incidentes ocurridos el día 5 de febrero, en El Callao, con la muerte de un español y de al menos tres peruanos.
Entretanto, en la península volvió a surgir otra polémica con la Iglesia. Ésta estaba muy cercana a la Corona, su capacidad de influencia era enorme a través de la camarilla integrista católica formada por Sor Patrocinio y por el padre Claret. La Santa Sede publicó, el 12 de diciembre de 1864, el documento Syllabus con el listado de los principales errores de su tiempo, entre ellos condenaba: el catolicismo liberal, la libertad de pensamiento y la separación entre la iglesia y el estado. Después de la publicación, la ruptura entre el liberalismo y la Iglesia fue definitiva, ruptura que acabaría arrastrando a la monarquía española cuatro años después.
La camarilla clerical también influía en la Reina en la cuestión del reconocimiento del nuevo Reino de Italia. El Reino de Italia estaba enfrentado al Papa Pio IX por la ocupación, por aquél, de territorios de los Estados Pontificios. El problema venía coleando desde 1861 y, en 1864, todas las fuerzas políticas, excepto los neocatólicos, empezaron a mostrarse favorables al reconocimiento del Reino de Italia. El Presidente del Consejo comunicó a la Reina, en mayo de 1865, la necesidad del reconocimiento, pero el problema se aplaza por la oposición de la Reina que quería consultarlo con el Papa, por las presiones de la camarilla y, sobre todo por las presiones de Austria y de la Santa Sede.
Ésta oposición de la Reina contribuyó a aumentar los rumores de la influencia que sobre ella ejercía la camarilla clerical que, junto a su vida personal, contribuyó a su caída. La cuestión del reconocimiento se resolverá, con el gobierno de O´Donnell, al año siguiente.
El día 22 de diciembre de 1864 se abrieron solemnemente las sesiones de las nuevas Cortes.
Narváez seguía resolviendo los problemas a golpe de espada. Así ocurrió en la crisis conocida como la Noche de San Daniel el 10 de abril de 1864, cuando una manifestación de estudiantes que protestaba por la destitución de Emilio Castelar de su cátedra fue duramente reprimida por la Guardia Civil. El resultado de las algaradas callejeras fue de 11 muertos y 193 heridos, la mayoría de ellos paseantes por la Puerta del Sol. La Guardia Civil solo tuvo una baja, un guardia civil herido de una pedrada.
Castelar había sido apartado de la cátedra por haber publicado, a finales de febrero de 1865, un artículo, “el rasgo”, que se refería a la decisión de la Reina de ceder el 75 % del patrimonio real al patrimonio nacional para que fuera vendido y así hacer frente al déficit del Estado. Seguía conservando para sí el 25 % restante. Éste gesto de la Reina fue considerado un gran rasgo por Narváez, mientras que para Castelar la Reina, en realidad, se había apropiado del 25% del patrimonio que era del país. Es decir, la Reina, agobiada por las deudas, se reservaba un 25 por ciento del producto de unos bienes que iban a ser vendidos y que, en su mayor parte, no eran de su patrimonio sino de la nación.
La actuación del Gobierno fue separar a Castelar de la Cátedra de Historia de la Universidad de Madrid y a los profesores que se solidarizaron con él. El Ministro de Gobernación declaró el estado de guerra en previsión de incidentes, incidentes que se produjeron el día 10 de abril cuando el nuevo rector debía jurar su cargo.
Las consecuencias de la Noche de San Daniel fue la caída del Gobierno. Al día siguiente, en la reunión del consejo de ministros tuvo lugar una agria discusión que origino la muerte del Ministro de Fomento, Antonio Alcalá Galiano, de una angina de pecho poco días después. Toda la oposición, incluidos los diputados del partido de la unión liberal, criticaron al Gobierno, especialmente a su Ministro de Gobernación, González Bravo.
El día 21 de junio la Reina cesó a Narváez y llamó a O´Donnell para que formara Gobierno, desoyendo a su madre, María Cristina, que aconsejó que llamara a los progresistas para que se integraran en la Monarquía y dejaran de conspirar contra ella.
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, economista e historiador