María del Carmen Angoloti y Mesa, Duquesa de la Victoria, fue el ángel de los soldados en la última guerra de África y la mujer que organizó la Cruz Roja en el Marruecos español

El ángel de los soldados en la última guerra de África. La mujer que organizó la Cruz Roja en el Marruecos español entre los años 1924 y 1927. La llamada Madre Carmen por los soldados debido al cuidado y a la atención con la que los trataba. Mujer de carácter, de fuertes convicciones, que se enfrentó a los mandos militares al ordenar a sus Damas Enfermeras atender a los heridos en función de la gravedad de sus heridas y no de su rango militar. Responsable de la actividad de la Cruz Roja durante la Guerra de África, inspectora general de los Hospitales del Protectorado español y presidenta de la Cruz Roja Española.
María del Carmen Angoloti y Mesa, nació en Madrid en 1875. Sus padres: Carmen Mesa y Joaquín Angoloti Merlo. A los 17 años se casó con Pablo Montesinos Espartero, descendiente del general Espartero, Duque de la Victoria y Conde de Luchana, coronel de Caballería.
En 1911 fue nombrada Dama de la Reina. Su trabajo como dama consistía en acompañar a ésta en audiencias y actos protocolarios especialmente en aquellos relacionados con la Sanidad. La relación entre ambas se fue estrechando hasta convertirse en una gran amistad.
La Duquesa, miembro de Sección de Señoras de la Cruz Roja Española desde 1913, fue la principal colaboradora de la Reina en el desarrollo de institución en España, además de presidenta de la Junta de Damas del Madrid Centro y de la junta del Hospital de San José y Santa Adela de Madrid y, años más tarde, Presidenta de Hospitales de la Cruz Roja Española.
En España, la Ley Moyano de 1857 había regulado las tareas de matronas y de practicantes como unas profesiones tituladas, alcanzables como resultado de unas enseñanzas regladas. Los trabajos asistenciales en los hospitales eran funciones que desempeñaban las religiosas directamente, pero no existían enfermeras profesionales ni religiosas ni seglares.
Pero este rol empezó a cambiar con las ideas de la enfermera y escritora británica Florence Nightingale quien, a mediados del siglo XIX, sentó las bases de la profesionalización de la enfermería.
En 1915, por Real Orden de 7 de mayo (Gaceta de Madrid núm. 141 de 21 del mismo mes), se dispone el programa de estudio para acceder a la profesión de enfermera: “S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido a bien disponer lo siguiente:
1º se aprueba el adjunto Programa de los conocimientos necesarios para habilitar de enfermera a las que lo soliciten pertenecientes o no a Comunidades religiosas”. Con esta Real Orden se abren dos puertas: primera, la profesión de enfermera; segunda, el acceso a la profesión de personal seglar, eliminando la exclusividad religiosa.
La Duquesa inició los estudios de Dama Enfermera de la Cruz Roja en 1917, obteniendo un año más tarde el título de Dama Enfermera de segunda dentro de la segunda promoción de Damas Enfermeras de Madrid, logrando, dos años más tarde, el título de Dama Enfermera de primera.
El Comité Central de la Cruz Roja Española se había formado en 1868, pero durante el siglo XIX y la primer década del XX, su función fue prácticamente testimonial, los tratados internacionales y la neutralidad de España en los conflictos internacionales impidieron una actividad notable y efectiva. La situación empezó a cambiar a partir de 1909 con los conflictos coloniales en el norte de África, en especial con los combates del río Kert un par de años más tarde.
Su efectivo desarrollo se inició por el impulso de la reina Victoria con: la creación del Hospital Central de Madrid (Hospital de San José y Santa Adela), el desarrollo de la Real Orden de 1915 y la creación de las Damas Enfermeras de la Cruz Roja.
Cuando ocurrieron los sucesos de finales de julio de 1921 en la Comandancia de Melilla, la Sanidad Militar no estaba preparada para atender el gran número de heridos que los combates de la retirada de Annual, y la consiguiente pérdida de todo el territorio, estaban provocando.
Por entonces, la Sanidad Militar Melillense disponía de dos grupos de hospitales: el grupo n.º 1 lo componían 4 hospitales, incluidos el Hospital para infecciosos y el de Indígenas, con un total de 950 camas; el grupo n.º 2 estaba formado por el famoso Hospital Docker, construido en 1910, con 750 camas. Es decir 1.700 camas en total
La Jefatura de Sanidad Militar la ostentaba el coronel Francisco Tríviño Valdivia que mandaba un total de 25 oficiales médicos, 2 oficiales de la escala de reserva y 410 sanitarios para asistir a más de 24.000 hombres de la guarnición de la Comandancia.
Recursos humanos insuficientes en una situación normal y que quedaron manifiestamente pequeños ente el desastre que se estaba desarrollando. A ello unimos que: las camas de los hospitales estaban, en el mes de julio, ocupadas por más de mil oficiales y soldados, casi todos por enfermedad; los medios de transporte se limitaban a cuatro ambulancias (no todas operativas por encontrase alguna en reparación o revisión), algunas camionetas Ford para el traslado de heridos que podían desplazase sentados, y las famosas y muy fotografiadas artolas de transporte de heridos sobre mulos. Además, los oficiales médicos destinados en el primer escalón de las unidades combatientes y de guarnición sufrieron tan graves bajas como las unidades en las que servían.
La Sanidad Militar era incapaz de atender a las necesidades que el desastre de la Comandancia y los combate de recuperación del territorio perdido estaban causando.
Conocedora de la situación, al tener dimensión de la magnitud del desastre, la reina Victoria Eugenia, como Jefa Suprema de las enfermeras de la Cruz Roja, decidió enviar a Melilla a la Duquesa de la Victoria encabezando una misión de ayuda. El equipo lo formaban tres Damas Enfermeras (la Duquesa, María del Carmen Merry del Val y María Benavente), cinco Hijas de la Caridad y tres Enfermeras Profesionales. La Reina le dijo a la Duquesa: “Vete allí y verás lo que puedes hacer”.
El equipo partió inmediatamente y pasadas las 12 de la noche del día 29 de julio, una semana después del inicio del desastre, el equipo desembarcó en Melilla.
De su trabajo en estos primeros días sirvan como valoración las palabras pronunciadas en las sesiones de las Cortes por dos diputados de signo político distinto. Ambos la acompañaban el 16 de octubre en una expedición de evacuación de 250 heridos y enfermos en el buque hospital Alicante a Málaga. Nos referimos a los diputados: Arsenio Martínez-Campos y de la Viesca, militar y diputado de la Fracción Política Independiente por la provincia de Ciudad Real e Indalecio Prieto, diputado del PSOE por Vizcaya.
Diario de Sesiones de Cortes, Congreso de los Diputados, del día 21 de octubre de 1921. Palabras del diputado Sr. Martínez – Campos: “…si todos los elogios que yo pudiera tributar a los hospitales de la Cruz Roja me parecen escasos por la manera que se atiende y trata a los enfermos…Y si el Sr. ministro de la Guerra hiciese una visita al Hospital de la Cruz Roja vería constantemente, desde las ocho de la mañana hasta las once, las doce, la una, toda la noche, a la duquesa de la Victoria…. Ha habido momentos en Melilla en que el enemigo ha disparado sobre hospitales de la Cruz Roja, en cuyas salas estaban haciéndose operaciones; no se ha apagado la luz, han mandado recado de las posiciones y allí se ha seguido operando hasta que el enfermo ha estado en condiciones. Y en estos hospitales se ven unas mesas de noche limpias y camas en las que se puede estar perfectamente, con una higiene grande por todas partes y con buena alimentación”.
Diario de Sesiones de Cortes, Congreso de los Diputados, del día 27 de octubre de 1921. Palabras del diputado Sr. Prieto: “…Sin embargo conozco en esta guerra un heroísmo ante el cual me hincaría de rodillas, y es el de unas damas que, sea cual fuere su alcurnia, una conciencia honrada como la mía no puede pasar en silencio. Me refiero a ese grupo pequeño, diminuto, ínfimo, capitaneado por esa heroína que se llama Duquesa de la Victoria. Es el único heroísmo español del cual he sido testigo, el único que me siento con valor para exaltar aquí; pero con la exaltación tiene que ir la honda lamentación, entre lágrimas, de que sea un puñado tan escaso, cinco, seis, ocho mujeres, las que andan atendiendo a los heridos, clavando los féretros, amortajando los cadáveres. …Yo desembarqué hace poco más de una semana en Málaga; y, yo, que con mi pluma había exaltado esos rasgos de valor sobrehumanos, redacté un telegrama para un periódico, en el que escribo hace veinte años, alabando los méritos de la Duquesa de la Victoria y de las damas que tan abnegada y generosamente colaboran con ella, y dije que iba la Duquesa a Málaga por horas, para volver su humanitaria labor, y a realizar el enorme milagro de que sus heridos, atendidos solícitamente, alimentados con esmero, descansando sobre camas limpias y con ropas nuevas, costasen menos de la mitad de lo que cuestan los heridos atendidos en el Hospital Docker de Melilla”.
Por esa fecha, la Duquesa había tenido que enfrentarse a algunos mandos militares por la clasificación y vigilancia de los ingresos en función de la gravedad de sus heridas y no por su rango militar, además de poner en marcha un nuevo Hospital de la Cruz Roja con 86 camas.
La Duquesa llegó a ser conocida entre los soldados como “madre Carmen” y sus Damas enfermeras como “ángeles”.
Por su hermosa labor, altamente humanitaria, caritativa y altruista, en favor de los heridos y enfermos del Ejército de África, al que asiduamente y con notorio espíritu de sacrificio presta su personal cooperación, le fue concedida la Gran Cruz de la Orden civil de Beneficencia (Gaceta de Madrid núm. 320 de fecha 25 de noviembre de 1921); la Banda de la Real Orden de la Reina María Luisa (Gaceta de Madrid núm. 19 de fecha 19 de enero de 1921); la Medalla de Nightingale concedida por la Cruz Roja Internacional y la Gran Cruz de la orden Militar designada para premiar Servicios de Guerra (anuario Militar de España de 1925, pág. 205).
Permaneció en la Comandancia de Melilla cinco meses, regresó a Madrid y fue nombrada inspectora general de los Hospitales de la zona de Marruecos. Volvió al Protectorado para seguir es abriendo nuevos hospitales. El último hospital de la Cruz Roja abierto fue el de Cala Bonita, en las estribaciones del famoso Monte Malmusi, en mayo de 1926, pocos meses más tarde del desembarco en la Bahía de Alhucemas.
Acabada la guerra volvió a Madrid. Al proclamarse la Republica abandonó España para acompañar a los Reyes en su exilio en Roma.
Regresó a España poco antes del comienzo de la Guerra Civil. En agosto de 1936 fue detenida en Madrid junto con su marido y su hermano. Los dos hombres fueron fusilados en noviembre del mismo año, pero Carmen fue liberada por mediación de la Cruz Roja Internacional que la reclamó por sus actos humanitarios durante la guerra de Marruecos.
Acabada la Guerra Civil fue nombrada presidenta de los hospitales de la Cruz Roja. Mantuvo su vinculación con la Cruz Roja prácticamente hasta su muerte, ocurrida en Madrid en noviembre de 1959.
Esta es la historia de una gran mujer que ayudo a mitigar los sufrimientos de muchos soldados españoles en la cruel guerra de África.
Joaquín de la Santa Cinta, Autor de «50 héroes españoles olvidados»
Para saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia de la Historia.
- Tiempos de Guerra: un merecido homenaje a las damas enfermeras del Desastre de Annual. Ángeles M. Gregoris. DIARIOENFERMERO.
- Presencia Social e Imagen pública de las enfermeras del Siglo XX. Tesis doctoral. María López Vallecillo. Universidad de Valladolid.
- Revista de Sanidad Militar. Año XI, Madrid 1 de octubre de 1921. N.º 19.
- Mujeres en Melilla. M.ª Ángeles Sánchez Suárez.
- El ángel de Rif: La Duquesa de la Victoria. Decíamos Ayer.
- La Cruz Roja en la guerra del Rif (1921-1926): Ensayo bibliográfico. Francisco Javier Martínez-Antonio. Universidad de Zaragoza. Revista de Estudio Internacionales Mediterráneo -mayo 2009.
- Gaceta de Madrid números: 141 de 21 de mayo de 1915; 329 de 25 de noviembre de 1921; y 19 de enero de 1923.
- Estado de necesidad: la Cruz Roja Española en Marruecos, 1886-1927. Francisco Javier Martínez. Investigador. Centro Interdisciplinar de História, Culturas e Sociedades/ Universidade de Évora.
- La Atención Médica durante el Desastre de Annual. Jefatura de Sanidad de Melilla, julio 1921. Javier Sánchez Regaña.
- Diario de Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados. Números: 78, sesión del viernes 21 de octubre de 1921; y 81, sesión del jueves 27 de octubre de 1921.
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