Defensa de las posesiones españolas en el Océano Pacífico. Costas suroeste: La Patagonia chilena: Expedición de Nicolás Lobato y Cuenca y Francisco Clemente y Miró
Para evitar una guerra entre España y Reino Unido como consecuencia de lo que se llamó la Crisis de Nutka en el Pacífico norte, el 28 de octubre de 1790 se firmó entre ambas Coronas la llamada Primera Convención de Nutka. En el punto sexto se establecía que: “ ..quedaba acordado respecto de las costas orientales y occidentales de Sudamérica y de las islas adyacentes, que los respectivos súbditos no formarán en el futuro ningún establecimiento en las partes de la costa situada al sur de las partes de la misma costa y de las islas adyacentes ya ocupadas por España; queda entendido que los mencionados súbditos respectivos retendrán la libertad de desembarcar en las costas e islas que allí se encuentren con propósitos vinculados a sus pesquerías y erección de refugios y otras estructuras temporarias que sirvan a esos objetivos..”
Como podemos leer en el acuerdo, éste permitía a los ingleses desembarcar y asentarse temporalmente en los sitios no ocupados por los españoles al sur de los últimos asentamientos españoles.
Para poder cumplir con las concesiones hechas a los ingleses, el presidente de Chile, Ambrosio O´Higgins, proponía establecer presidios con una guarnición de pocos hombres, que fueran periódicamente relevados, situados en la boca de los ríos o en los puertos aptos para grandes navíos.
Para esta labor para la protección de las costas e islas españolas, el virrey Gil de Taboada puso a disposición del presidente de Chile la fragata Santa Barbara al mando del capitán Nicolás Lobato y Cuenca.
O´Higgins envió la fragata al gobernador de Chiloé, Pedro Cañaveral Ponce de León y Messía. Éste aportó a un par de piraguas para no exponer a la fragata durante el reconocimiento de las islas y costas en zonas de bajos fondos.
Se buscaron asentamientos ingleses (en especial el llamado puerto inglés en la isla de Inche, donde invernó el Anna) y reconocieron los lugares donde se pudieran establecer los presidios en base a la información disponible hechas por las expediciones anteriores.
El 7 de enero de 1792 la expedición salió de Ancud. La formaban: la fragata Santa Bárbara mandada por Nicolás Lobato, además de dos piraguas: la Nuestra Señora del Carmen al mando del alférez de navío Francisco Clemente y Miró y la Nuestra Señora del Rosario a las órdenes del alférez de navío Luis Lasqueti Gálvez.
Regresaron el 3 de marzo del mismo año con planos de los puertos de Inche y de la isla de Lauchillo sin noticias de los ingleses. No pudieron cumplir con el resto de las instrucciones recibidas por lo adelantado de la estación y la inutilidad de las piraguas.
Entre sus recomendaciones estaban: la construcción de embarcaciones menores de poco calado, con mucha vela, que se pueda mover a remo y que el personal que las opere esté destinado en Chiloé para así poder aprovechar mejor el poco tiempo disponible para hacer las expediciones antes de la llegada del invierno.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, Economista e Historiador