Defensa de las posesiones españolas en el Océano Pacífico. Costas suroeste: La Patagonia chilena. 1ª Expedición del alférez Mateo Abraham Evrard
Durante 67 años no se realizaron expediciones españolas a la costa austral del continente americano salvo aquellas, no siempre anuales, que llevaban a cabo las Misiones Circulares jesuitas por los archipiélagos de los Chonos y Guayaneco.
Pero la situación cambio cuando, durante la guerra de La Oreja de Jenkins, a finales de la tercera década del siglo XVIII, zarparon dos escuadras inglesas con destino a las colonias españolas en América con el objetivo de atacar puertos, apoderarse del comercio y ocupar aquellas zonas que pudieran ser conquistadas. La primera, mandada por el almirante Edward Vernon, se centró en las costas orientales del continente, atacando las ciudades españolas de Portobelo y Cartagena de Indias con objeto de colapsar las rutas entre la península y el continente. La segunda, mandada por el comodoro George Anson, tenía como objeto hacer la misma misión, pero en las costas del océano Pacifico.
Esta última zarpó en mayo de 1740 y cruzó el estrecho de Magallanes. Uno de los buques de la escuadra superviviente del cruce, la fragata Wager, naufragó en el golfo de Penas en mayo de 1741, en la zona norte del archipiélago Guayaneco. La tripulación era de 160 hombres y estaba armada con 28 cañones. Parte de la tripulación abandonaron el lugar y retornaron a Brasil volviendo a cruzar el estrecho de Magallanes en sentido oeste -este, los restantes, unas veinte personas, entre ellos el capitán y algunos oficiales, permanecieron en la isla e intentaron llegar a la isla de Chiloé. Después de pasar una terrible odisea, cuatro de ellos, ayudados por los chonos, lo consiguieron en 1742, así se enteraron las autoridades españolas de la presencia de ingleses en la zona.
El comodoro Anson, después de capturar el galeón de Manila, Nuestra Señora de Covadonga, volvió a Gran Bretaña, en 1744, con uno solo de sus siete barcos después de dar la vuelta al mundo. En 1748, el capellán de una de las naves de la flota de Anson, Richard Walter, publicó un libro con el relato de su viaje, libro que causó un considerable revuelo en la corte española.
Los supervivientes de la Wager informaron a las autoridades coloniales de la localización y características del pecio.
En cuanto el tiempo lo permitió, el gobernador de Chiloé, Francisco Javier Gutiérrez de Espejo, envió a varias dalcas a la zona del naufragio donde recogieron restos metálicos, velas y jarcias que transportaron hasta Chiloé.
El nuevo gobernador, Victoriano Martínez de Tineo, preparó una expedición, en 1743, al lugar del naufragio para reconocer el terreno y recoger las armas del buque siniestrado. Puso al mando de la expedición del alférez de infantería Mateo Abraham Evrard. Fue una expedición grande para lo acostumbrado, zarpó de Chacao con 11 dalcas, 160 hombres y bastimentos para seis meses.
Siguieron la ruta habitual para llegar al archipiélago cruzando el istmo de Ofqui, volviendo cuatro meses más tarde con 14 cañones, la mitad de la dotación de la fragata. En el viaje le acompañó el oficial de la Real Hacienda de Chiloé y el jesuita Pedro Flores.
Como el convencimiento de que volverían al lugar del naufragio a recoger el resto de los cañones, adoptaron la decisión de dejar 4 dalcas en la zona sur del istmo para evitar, en la próxima expedición, tener que volverlas a pasar a brazos.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, Economista e Historiador