La rabia es una grave enfermedad que mata aunque parezca algo del pasado. Su peligro es que está olvidada por el gran público de los países ricos. Un artículo del doctor Juan José Granizo
La rabia es una zoonosis: una enfermedad propia de animales que eventualmente afecta a humanos. Lo habitual es que sean los mamíferos carnívoros, además de los murciélagos, los que sufran la rabia con más probabilidad.
La rabia está producida por un virus, y como suele pasar con estos organismos, sorprende que algo tan simple y primitivo pueda resultar tan mortal. Se trata de un virus de la familia Rhabdoviridae del género Lyssavirus, del que se conocen actualmente 15 familias diferentes, todas ellas patógenas para las personas.
La enfermedad puede alcanzar a los humanos por la exposición directa a secreciones infectadas, es decir, por la mordedura de un animal enfermo de rabia.
Recientemente ha saltado a la prensa la noticia de sendos ataques de murciélagos portadores de este virus en Huelva y Valladolid.
Estos incidentes se produjeron en junio y aunque existe una considerable distancia entre las dos ciudades, el hecho de que se produjeran con sólo tres días de separación, aconsejaba prudencia en su análisis y valoración ya que los ataques de murciélagos a humanos se producen muy esporádicamente.
Pasados tres meses, se puede decir que fue una desafortunada coincidencia y ahora también sabemos que el virus identificado en los murciélagos no es el que habitualmente ocasiona la rabia en humanos, si no una de las variedades que se cree que es poco agresivo en los murciélagos pero patógeno en humanos.
La rabia parece algo del pasado, pero ahí sigue, amenazante y olvidada del gran público de los países ricos.
Aún estamos lejos de controlar a la rabia a nivel mundial. Es una enfermedad endémica en todo el planeta que se lleva por delante entre 55.000 y 60.000 vidas cada año en el mundo, la mayoría de ellos niños.
En España, tras una campaña masiva de vacunación de animales, los dos últimos casos en humanos ocurrieron en 1975 y desde 1978 se considera que nuestra nación está “libre” de rabia.
Esto requiere una matización: la península y las islas están libres de rabia, no así Ceuta y Melilla donde se han detectado casos en perros, gatos y caballos. La razón es que Marruecos no ha sido capaz de controlar la rabia en animales y de hecho, en 2004 una mujer marroquí murió de rabia en España contraída en su país.
Los intensos movimientos migratorios de personas desde zonas endémicas, así como los transportes de animales (legales y especialmente los ilegales) hacen que no podamos bajar la guardia.
De hecho, el escenario más probable para la aparición de un caso de rabia en España, es la mordedura de un perro importado desde una zona endémica que no cumpla los requisitos sanitarios exigidos, actividad comercial que se está demostrando como muy frecuente por la fuerte demanda de mascotas.
El otro escenario posible es la mordedura de un murciélago infectado, que es lo ocurrido este pasado mes de junio.
La inmensa mayoría de los enfermos de rabia se producen por la mordedura de animales domésticos, sobre todo perros. A esta forma de transmisión se la llama ciclo urbano de la rabia, lo que la diferencia del denominado ciclo salvaje, que es producido por la mordedura de animales no domésticos incluyendo los murciélagos.
Teóricamente la transmisión entre humanos por mordedura es posible pero no está documentada. Otra forma rarísima de transmisión es respirar aerosoles contaminados, algo propio de personal de laboratorio que trabaje sin protección o espeleólogos o biólogos que entren en cuevas habitadas por una gran cantidad de murciélagos infectados.
En China y Vietnam se han documentado casos por comer carne de perros o gatos infectados.
Una vez que se ha producido la mordedura, el periodo de incubación de la enfermedad oscila entre los 5 días y un año, con una media de 20 días. El periodo de incubación depende de la familia del virus, de la cantidad de virus inoculada y las características de la mordedura, así como la distancia que hay entre la misma y el cerebro, siendo más corto si esa distancia es pequeña.
Los síntomas de la rabia son los característicos de la denominada “rabia furiosa” y son los causados por una encefalitis (infección del sistema nervioso central) de curso fulminante caracterizada por cambios sensoriales en la zona de la mordedura, parálisis, espasmos de los músculos y en la fase terminal, hidrofobia, delirio y convulsiones.
Si la enfermedad se manifiesta, la muerte ocurre en todos los casos. Pero la mordedura de un animal infectado no tiene por que ser mortal si actuamos correctamente, ya que hay un tratamiento preventivo eficaz.
Si es mordido por un perro o murciélago sospechoso de padecer rabia, el primer paso es la rápida limpieza de la mordedura con agua a chorro y jabón. A continuación acuda rápidamente a un hospital donde debe informar de las características del animal atacante. En el hospital la prevención pasa por la limpieza, de nuevo, de la herida y la inmunización contra la rabia empleando una gammaglobulina de acción inmediata más la vacunación que surtirá efecto en pocas semanas.
La piedra angular del control de la rabia es la prevención por la vacunación de los animales domésticos susceptibles, sobre todo los perros, gatos y hurones. En España esta vacunación es obligatoria solo en 14 comunidades autónomas, lo que deja un margen de maniobra al virus.
Nuestra situación, como he dicho, es segura actualmente pero está muy expuesta por la cercanía al norte de África, donde la rabia es endémica.
Juan J. Granizo, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública