Capitán de Corbeta Emiliano Castaño dio su vida por España a bordo del famoso Cañonero “General Concha”, atacado cuerpo a cuerpo por rifeños cuando encalló cerca de Alhucemas

España había firmado, en 1904, un acuerdo secreto con Francia por el que se repartían el territorio marroquí entra los dos estados. El Tratado estipulaba que España podía intervenir en Marruecos siempre que la intervención fuera consensuada entre los dos países.
El gobierno del Sultán, el Majzén, era muy débil, su ejército estaba compuesto por soldados mal armados, entrenado y pagados, era incapaz de mantener el orden y el control del territorio por donde campaban aventureros y rebeldes a la autoridad del Sultán.
En 1911 estallaron motines que sirvieron como excusas a los franceses para tratar de ampliar su zona de influencias a costa de los territorios asignados inicialmente a los españoles. El gobierno español temía que los franceses ocuparan alguna ciudad de la zona española, como así ocurrió con las injerencias francesas en Alcazarquivir y la ocupación de Fez por las tropas francesas, lo que provocó que gobierno de Canalejas reaccionara enviando a Larache el crucero Cataluña y el transporte Almirante Lobo con el Primer Batallón de Infantería de Marina como fuerza expedicionaria.
El día 8 de junio de 1913, ante al aumento de los disturbios en la ciudad, los mandos españoles decidieron desembarcar en Larache a tres compañías del Batallón de Infantería de Marina, un total de 250 infantes al mando del teniente coronel Marcelino Dueñas, 50 marineros al mando del alférez de navío Francisco Vázquez, 30 soldado de infantería y un cañón. Previamente la zona de desembarco había sido asegurada por 40 jinetes del Tabor de Policía Indígena de Larache, única fuerza española disponible en la costa atlántica de Marruecos.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana las fuerzas desembarcadas alcanzaron Alcazarquivir. Cuando el gobierno español comunicó el desembarco a las potencias firmantes del Tratado de Algeciras de 1906, se originó una crisis internacional que fue resuelta por el teniente coronel Manuel Fernández Silvestre aceptando una nueva frontera entre las áreas de influencia de España y Francia, fijándose la misma en el río Lucus.
Con la ocupación de Larache, los representantes de España en Marruecos entraron en contacto con uno de los personajes claves de todas las acciones militares españolas en el occidente marroquí, el hombre más famoso, y que más problemas causó, hasta la entrada en escena de Abd el Krim unos años más tarde, nos referimos jefe de los Beni Arós, el cherif Muley Ahmed el Raisuni. El líder feudal en la Yebala, la región montañosa situada al oeste de la zona española de Marruecos, el hombre que trajo por el camino de la amargura a las autoridades españolas con sus tejemanejes en defensa de sus posesiones frente a los intereses franceses y españolas, variando sus posiciones y apoyos frente a ambos para lograr que lo dejasen gobernar su región a su antojo. El Raisuni, era consciente que Marruecos no podía evitar ser una colonia, pero sabía que los españoles eran más débiles que los franceses y esperaba que aquellos lo dejaran gobernar a su antojo.
Después de sucesivas maniobras francesas, el territorio español en Marruecos, el Protectorado, tenía una superficie de menos de 17.000 km². La administración española estaba a cargo de un representante del Sultán, el Jalifa, nombrado por España y que contaba con su propio gobierno, el Majzén. La autoridad suprema española era el Alto Comisario, cuyo mandato, aunque el puesto fuera ocupado habitualmente por un militar de alta graduación, no implicaba mando militar sobre los tres distritos militares en los que se dividía el territorio, Ceuta, Melilla y Larache, bajo el mando de tres Comandancias, cada una de ellas independiente de las otras, pero todas dependientes del Alto Comisario, del Ministerio de la Guerra y del Ministerio de Gobernación. El primer Alto Comisario fue el teniente general Felipe Alfau.
Como la capital del Protectorado, residencia del Alto Comisario y del Jalifa, se fijó la ciudad de Tetuán, ciudad que hubo de ser ocupada previamente por las tropas españolas, cosa que no se hizo hasta febrero de 1913.
En abril de1913, la elección por las autoridades españolas del Jalifa en una persona distinta del Raisuni, junto con el descontento que causó en algunos sectores religiosos la ocupación de Tetuán, fue aprovechado por aquel para hacer una llamada a la guerra santa contra los españoles. La revuelta obligó al gobierno español a enviar a Ceuta la Brigada de Cazadores, al mando de Miguel Primo de Rivera, con 10.000 hombres de refuerzo. Acababa de estallar un nuevo conflicto, la guerra del Rif, que duró hasta bien entrada la década de los años 20 del siglo pasado.
En este estado de cosas, el día 11 de junio de 1913, se produjo el llamado incidente del cañonero General Concha, acontecimiento que supuso la pérdida del buque y el ataque de los rifeños a su tripulación.
El cañonero de segunda de la Armada española, General Concha, era un buque veterano con años de servicio en Puerto Rico y dedicado a patrullar la costa africana para evitar el contrabando de armas con destino a los rebeldes del Rif. Su tripulación era de 95 hombres.
En la mañana del día 11, en medio de una espesa niebla, el buque encalló en la playa de la Cebadilla, a unos 5 km de Alhucemas, en el territorio de la cabila Bocoya. El navío quedo empotrado de proa entre las rocas, con una gran brecha por la que entraba el agua a raudales inundando todos los compartimentos de proa, a poca distancia de la costa de forma que era fácilmente batido desde arriba por los enemigos situados en los acantilados. Los intentos de reflotarlo fueron inútiles.
Una vez evaluados los daños, el comandante de la nave, capitán de corbeta Emiliano Castaño Hernández, ordenó armar de fusiles a la tripulación y lanzar al agua un bote armado, que, a las órdenes del alférez de navío Luis Felipe Lazaga, se dirigió al cercano Peñón de Alhucemas a pedir ayuda, en el bote también iba el único pasajero del buque, el coronel de Estado Mayor Basterra, destinado al Peñón en comisión de servicio.
Al ver la indefensión del buque, los rifeños decidieron atacarlo y, desde su privilegiada posición, comenzaron a acribillar la cubierta, causando bajas en la tripulación y obligando a esta a refugiarse baja la misma.
Se intentó usar las ametralladoras y los cañones de proa, pero no fue posible hacerlo y en la tentativa se produjeron nuevas bajas. Desde al Peñón se pretendió llegar a un acuerdo con los atacantes que no cuajó, estos solo estaban interesados en el botín que representaba el buque y el rescate de los posibles prisioneros.
Los rifeños llegaron a abordar el buque, entablándose una lucha cuerpo a cuerpo donde los invasores fueron rechazados, pero en su retirada consiguieron llevarse cinco prisioneros. Poco después volvieron intentar un nuevo asalto, en este nuevo combate resultó muerto el comandante del buque, el capitán Castaño, por lo que el alférez de navío Rafael Ramos Izquierdo tomó el mando del buque a pesar de estar herido en un brazo y sangrando abundantemente desde los primeros combates. Herido poco después en el otro brazo, siguió manteniendo la defensa del buque hasta el final.
A media tarde llegó el cañonero Lauria en auxilio del buque siniestrado. Este contribuyo con su fuego a mantener alejados a los atacantes y con sus botes a rescatar a los heridos de General Concha. La operación duró varias horas mientras el buque se hundía más y más en el mar. Se solicitó una tregua a los atacantes para que permitieran retirar a los heridos, pero no fue aceptada por estos, por lo que, cuando el agua ya cubría la cubierta del buque con más de 30 cm, el alférez Ramos Izquierdo dio la orden de abandono de la nave y, pese a sus heridas, dirigió la operación. Al observar los enemigos lo que ocurría, volvieron a abordar al buque. Al final, a bordo quedaban el alférez Ramos Izquierdo herido y otros ocho tripulantes, tres de ellos heridos, que los rifeños hicieron prisioneros. Por su comportamiento el alférez de navío Rafael Ramos Izquierdo fue condecorado con la cruz de la Orden de San Fernando (R. O. de 20 de mayo de 1914, D.O.M.M n.º 113 de 23 de mayo de 1914).
Al día siguiente, el cañonero General Concha fue hundido a cañonazos por los buques españoles Lauria, Reina Regente y Recalde.
Las bajas de los 85 tripulantes del buque fueron:
-Muertos:
Capitán de corbeta Emiliano Castaño Hernández. Toledano, nacido en Val de Santo Domingo. Ascendido al empleo inmediato superior a título póstumo.
Primer maquinista Antonio Paredes. Gaditano, nacido en San Fernando. Ascendido al empleo inmediato superior a título póstumo
Condestable Pedro Muiñas. Ascendido al empleo inmediato superior a título póstumo.
Además de diez hombres de clases de tropa y marineros.
-Heridos:
Alférez de navío Manuel de Quevedo.
Además de 13 hombres de clase de tropa y marineros. De ellos, tres fallecieron en el Hospital de Melilla.
-Prisioneros:
Alférez de navío Rafael Ramos Izquierdo Gener. Herido. Condecorado con la cruz de la Orden de San Fernando por su comportamiento en el combate.
Además de 11 hombres de clase de tropa y marineros, cuatro heridos, uno de los cuales murió en cautiverio.Desaparecidos:
-Dos marinos desaparecidos.
Los prisioneros estuvieron pocos días en prisión. El día 17, dos de ellos fueron liberado previo pago de una cantidad de dinero a sus captores. El día 25, con la ayuda de dos rifeños amigos y de un español renegado, el “moro” Joaquín, que había sido condenado a cadena perpetua y se había evadido del penal del Peñón de Alhucemas en 1904 y que estaba integrado en la sociedad rifeña, consiguieron alcanzar una pequeña embarcación y se hicieron a la mar, aunque fueron perseguidos por los captores, la oportuna aparición del cañonero Recalde, los salvó.
Estos evadidos eran el alférez Ramos Izquierdo, el maquinista Antonio Casal, el contramaestre Juan Mateo, el fogonero Juan Fernández Llagostera y el marinero Ángel Barroso.
El “moro” Joaquín fue indultado.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O.M.M. n.º 113 de 23 de mayo de 1914.
- ABC del día 9 de agosto de 1913.
- El Imparcial de los días 12, 13 y 14 de junio de 1913.
- La Época del día 9 de agosto de 1913.
- El Heraldo de Madrid de 13 de junio de 1913.
- Historia de las Campañas de Marruecos. Capítulo IX. Estado Mayor Central del Ejército. Servicio Histórico Militar.
- RHN, n.º 118. Año XXX, 2012. La Historia vivida. José Antonio Campo.
- Africanistas y junteros: El Ejército español en África y el oficial José Enrique Varela Iglesias. Antonio Atienza Peñarrocha.
Internet.