El Comandante José Royo y el Capitán Enrique Guiloche dieron su vida por España en la guerra del Rif tras un bravo comportamiento en sus posiciones en defensa cuerpo a cuerpo de sus cañones
El comandante de Artillería José Royo de Diego y capitán de la misma Arma Enrique Guiloche Bonet fueron condecorados con la Cruz de la Orden de San Fernando por su comportamiento en el combate del 18 de julio de 1909 en Sidi Admed el Hach, las cruces fueron pensionadas con 500 y 375 pesetas, respectivamente, transmisibles a sus herederos (R.O. de 22 de abril de 1910, D.O. n.º 89 de 24 de abril de 1910).
En la noche del expresado día 18, el enemigo atacó una batería de la posición citada, llegando los rifeños a entrar en ella, acudiendo de los primeros en defensa de las piezas el comandante y el capitán, los cuales fueron muertos al pie de los cañones.
El suceso se desarrolla dentro de lo que se llama Guerra de Melilla o Guerra del Rif. El gobierno español, a principios del siglo XX y con objeto de recuperar el prestigio perdido con el Desastre del 98, decide adherirse a la Declaración de Londres de 1904 por la que las dos potencias europeas, Francia y Gran Bretaña, deciden repartirse el Norte de África, quedándose Gran Bretaña con Egipto y Francia con Marruecos. En la parte de la Declaración considerada secreta: “… ambos gobiernos convienen que una cierta extensión del territorio marroquí adyacente a Ceuta y Melilla y demás presidios debe caer dentro de la esfera de influencia española”, siempre que España diera previamente su adhesión a los artículos de la Declaración siguientes: n.º IV referente al libre comercio y n.º VII relativo al acuerdo entre España y Francia concerniente a sus posesiones en la costa marroquí del Mediterráneo.
Por esa época, las cabilas próximas a Melilla estaban bajo control de Yilali ben Mohamed el Yusfi el- Zerhuni, apodado Bu Hamara y Rogui. Cuando en 1907 se descubrió mineral de hierro en la cabila de Beni Bu Ifrur, Bu Hamar concedió la explotación de las mimas de plomo argentífero de Afra a la Compañía del Norte Africano, de nacionalidad española, pero capital francés, y las de hierro a la Compañía Española de Minas del Rif, propiedad de la familia del Conde de Romanones y de la casa Güell. La concesión también incluía el permiso para construir un tren minero que uniría los yacimientos con el puerto de Melilla.
Las concesiones no fueron del agrado de las cabilas de la región quienes iniciaron, en octubre de 1908, una revuelta contra Bu Hamara y contra los obreros españoles que trabajaban en las minas. La revuelta triunfó, Bu Hamara fue expulsado y los trabajos en las minas, y la construcción del tren, quedaron paralizados. Las compañías presionaron al gobierno español para que la guarnición de Melilla se desplegara y los trabajos se pudieran reanudarse. El gobierno se resistió a las presiones, pero, ante la amenaza de las compañías de recurrir a pedir protección a las guarniciones de tropas francesas de la vecina Argelia, cedió y los trabajos se reanudaron el 7 de junio de 1909. Las cabilas amenazaron con responder, declararon la guerra santa, la yihad, y empezó una serie de incidentes que desencadenaron la Guerra, conflicto que duró de julio a noviembre de 1909.
La Guerra de Melilla fue considerada una victoria de las tropas españolas, pero estas pagaron un fuerte tributo con un total, en poco más de 5 meses de combate, de 1.803 bajas, de ellas 252 muertos (2 generales, 11 jefes, 31 oficiales y 208 de clases y tropa) y 1.551 heridos (9 jefes, 85 oficiales y 1.457 clases y tropa).
El día 9 de julio de 1909, un capataz y trece trabajadores españoles fueron tiroteados cuando iniciaban su jornada laboral en la construcción de un puente sobre el barranco de Sidi Musa en la línea de ferrocarril minero que unía la ciudad con Beni Bu Ifrur con el resultado de cuatro muertos y varios heridos.
El gobernador de la Plaza, el general José Marina Vega, inició una respuesta inmediata a la agresión, replica precipitada que despreció la posición dominante de los rifeños en las alturas del Gurugú, el tamaño, y la preparación, de la guarnición y de los refuerzos solicitados urgentemente a la península. El mismo día 9, salieron dos compañías del Regimiento de África en auxilio de los españoles y persecución de los atacantes, seguidas de otras fuerzas más numerosas de la guarnición que ocuparon posiciones a lo largo de la vía férrea en Sidi Musa, Sidi Amet y Sidi Ali, esta última a unos 10 km fuera de los límites de Melilla, cerca de Nador. La operación causó 4 muertos y 25 heridos a las tropas españolas. El avance se detuvo ese mismo día y las tropas españolas adoptaron una posición defensiva a la espera de la llegada de las fuerzas de refuerzo peninsulares. Al día siguiente, el Gobierno decretó la movilización de tres Brigadas Mixtas: la 1ª de Madrid, la 2ª de Campo de Gibraltar y la 3ª de Cataluña. Se ordenó el envío inmediato de la 3ª.
Con la operación del día 9 lo único que se consigue es la captura de seis agitadores y aumentar la inquietud en las cabilas. El hostigamiento a las fuerzas españolas se hizo más violento. Las posiciones españolas que vigilaban, y defendían la vía férrea estaban, aisladas y los rifeños tenían la ventaja del terreno en el ataque. La vía del ferrocarril discurría por una franja de terreno cercana al mar, teniendo siempre al Oeste las estribaciones de monte Gurugú, lo que proporcionaba posiciones ventajosas a los rifeños. Además, sucesivos barrancos transversales a la vía, los de Frajana, Lobo, Alfer, Sidi Musa y Sidi Amet, dificultaban la logística de aprovisionamiento de las posiciones españolas.
Una de las posiciones más alejadas de Melilla, y una de las más fuertes, era la del monte de Sidi Ahmed el Hach. Al mando de la Artillería de esta posición estaba el comandante del Arma José Royo de Diego, tenía a sus órdenes una batería de cañones de 9 cm mandada por capitán Enrique Guiloche, una sección montada a las órdenes del capitán Trujillo y una sección de montaña mandada por el teniente Espinosa, todos ellos pertenecientes del Grupo Mixto de la Comandancia de Artillería n.º 32 de Melilla.
Durante la tarde del día 18 el comandante Royo dirigió el fuego de 4 cañones de 9 cm batiendo las agrupaciones rifeñas situadas en las faldas del Gurugú, mientras la sección montada y la de montaña batían a la caballería mora. Durante la noche el enemigo atacó la posición. Llegaron por sorpresa, se consiguió rechazar el primer ataque que se produjo justo a la hora del rancho, pero, en la segunda acometida, llegaron hasta las alambradas que protegían la posición, rebasándolas, penetrando en el campamento con la intención de hacerse con los cañones. Los oficiales y soldados que se hallaban cerca de las piezas corrieron hacía estas para evitar su captura. El comandante Royo y el capitán Guiloche fueron de los primeros que acudieron, revolver en mano, en defensa de las piezas. El combate se generalizó cuerpo a cuerpo, unos 50 enemigos de precipitaron sobre una de las piezas que se encontraba en la posición más saliente en la línea de la batería, el capitán disparando su revólver consiguió hacerlos retroceder con la ayuda de los sirvientes de la pieza.
Al oír los primeros tiros y los alaridos de la morisma, los oficiales y soldados, todos cuantos se hallaban un poco alejados de las posiciones avanzadas, comprendieron el riesgo en el que se hallaban sus compañeros, y, corriendo, se lanzaron en su socorro. El primero que acudió fue el comandante Royo, el cual comprendiendo rápidamente lo que pasaba, avanzó en socorro de su desdichado compañero, pero era tarde, Guiloche había muerto de un golpe de gumía que casi le cercenó el cuello.
El enemigo responde con una descarga de fusil que alcanza de lleno al comandante Royo que muere al pie de las piezas minutos después. Royo y Guiloche hicieron fracasar la sorpresa del ataque enemigo, y su gesto arrastró a los defensores de la posición que consiguieron rechazar el asalto.
Fuerzas de infantería mandadas por López Ochoa hicieron retroceder al enemigo y los cadáveres de los dos artilleros fueron recogidos al pie del cañón que habían defendido con sus vidas.
El comandante José Royo de Diego era madrileño, nacido en 1860. Ingresó en la Academia de Artillería de donde salió como primer teniente en 1879. En 1889 solicita el destino en Filipinas donde combatió en múltiples acciones y ascendió a capitán. En 1896 regresa a la península y es destinado a Madrid. En 1905 asciende a comandante y en 1909 es designado para el Grupo Mixto de la Comandancia de Artillería de Melilla que estaba formado por una batería de montaña y otra montada. Al mando de este Grupo encontró la muerte gloriosa en la posición de Sidi Ahmed el Hach la noche del 18 al 19 de julio de 1909.
El capitán de Artillería Enrique Guiloche Bonet era toledano, nacido en el pueblo de Méntrida, en 1874. Ingreso en la Academia de Artillería y salió nombrado primer teniente en 1898. Pasó por diversos destinos hasta su ascenso a capitán en 1906. Como capitán pasó a servir en la Comandancia de Melilla. La noche del 18 al 19 de julio de 1909 mandaba la batería de montaña en Sidi Ahmed el Hach cuando encontró la muerte gloriosa, junto a su comandante José Royo, en defensa de sus cañones a imitación de los grandes héroes de la Artillería Española, los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, caídos en defensa de sus cañones en la puerta del Parque de Monteleón en 1808.
Ambos héroes fueron ascendidos al empleo inmediato superior como recompensa a los extraordinarios méritos contraídos el combate (D.O. n.º 178 de 12 de agosto de 1909). Ambos héroes descansan en el cementerio de Melilla en el llamado Panteón de Margallo.
En la misma fecha murieron en combate:
Regimiento de Infantería de Melilla n.º 59.
Teniente coronel Federico Julio Ceballos.
Sargento Luis de Pablo Puente.
Soldado Honorio Juan Sano.
Soldado Leandro Bueno Clemente.
Regimiento de Infantería de África n.º 68.
Sargento Prudencio Alonso Alonso.
Soldado Silvestre Martínez Cañizares.
Soldado Cornelio Vidal Borrás.
Brigada Disciplinaria.
Soldado Antonio Villalonga Carbonell.
Soldado Esteban Díaz González.
Grupo Mixto de Artillería n.º 32.
Artillero José Antonio Soler.
Artillero Francisco Miñarro Miras.
Batallón de Cazadores Barcelona n.º 3.
Cabo Ignacio Cubero Aguilar.
Soldado Vicente Latorre Iglesias.
Soldado Ignacio Crespo Román.
Soldado José Pena Pascual.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. n.º 89 de fecha 24 de abril de 1910.
- O de fechas 12 y 17 de agosto, 16 y 21 de septiembre de 1909.
- El Telegrama del Rif de fecha 19 de julio de 1909.
- La Época de los días 19 y 20 de julio de 1909.