El Teniente Luis Sans murió por España en Filipinas después de ser gravemente herido y continuar en la batalla apoyado en uno de sus hombres hasta el final. Le concedieron la Laureada
El segundo teniente de infantería Luis Sans Huelín ha sido condecorado a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando, con una pensión anexa de 1.000 pesetas anuales transmisible a sus herederos, (R. O. 18 de septiembre de 1900, D. O. N.º 206 de 2º de septiembre de 1900) por los méritos contraídos en la acción de Cacarong de Silé, ocurrida en Filipinas el día 1º de enero de 1897. En el mencionado combate, al avanzar el teniente Sans al frente de su sección del Batallón de Cazadores Expedicionario N.º 6 sobre el enemigo, que estaba muy próximo, fue herido gravemente, no obstante, continuó avanzando con sus hombres, apoyado en uno de ellos, y animando a su tropa hasta que una nueva bala le causó la muerte instantánea.
El 1º de enero de 1897, el General Ríos mandaba una operación combinada de seis columnas que se dirigían contra los rebeldes de Nueva Écija, Morong y Bulacán que, en número de unos 2.000, se habían reunido y fortificado en un monte en el término de Cacarong de Silé, cerca de San José, en la provincia de Bulacán. El monte tenía unas excelentes condiciones de defensa, su acceso era absolutamente imposible por tres lados debido a los cortes de terreno, que era escarpadísimo, y lleno de asperezas. Los defensores disponían de numerosas armas de fuego y armas blancas, además de ocho cañones pequeños.
Empezó el ataque el comandante de Estado Mayor Oleguer quien dirigió el ataque principal. Las cinco columnas restantes coadyuvaron al ataque principal por diferentes caminos y cortaron la retirada al enemigo.
El comandante Oleguer, al frente de su columna, subió por el centro atacando los soldados a la bayoneta. Los rebeldes se defendían con fusiles, escopetas, lantacas, cañones de metralla y pedradas. Hicieron varias salidas armados de arma blanca, pero fueron siempre rechazados y al fin, después rudo combate, se coronaron las trincheras. Al avanzar las tropas vieron una sima cubierta de maleza. En ella se habían ocultado muchos insurrectos, no sólo para permanecer allí escondidos y atacar a las tropas por la espalda cuando hubieran pasado, sino para asesinar a los soldados que, ignorantes de aquella celada, se hundieran en la sima cuya boca estaba cubierta de ramaje con suma habilidad.
Al saber los soldados lo que habían intentado los rebeldes, prendieron fuego al ramaje y allí murieron abrasados 200 rebeldes. Otros huyeron y fueron muertos a balazos y á bayonetazos por la tropa. Al seguir avanzando, se descubrió que, en todas las madrigueras y repliegues del terreno, había muchos rebeldes que se fingían muertos y al ver que la tropa pasaba, se ponían en pie y disparaban sus armas. Todos fueron muertos.
Dos de las columnas de apoyo, las columnas de Arteaga y de Sarthou, atacaron al mismo tiempo por los dos flancos. La columna Arteaga mató a doscientos rebeldes y la de Sarthou á trescientos que trataban de huir. Las fuerzas al mando del comandante Oleguer dieron muerte seiscientos. Una bala del enemigo mató al teniente Sans después de herir a un soldado. Un cabo mató al cabecilla rebelde titulado general Eusebio. Fueron muertos también dos titulados generales y un titulado coronel que había sido guardia civil y se pasó al campo insurrecto. Entre los muertos se hallan muchos desertores.
El total de bajas ocasionadas al enemigo rondó los mil hombres, aproximadamente 600 en el ataque principal y otros 500 producidos por las otras columnas.
Las bajas de la columna Oleguer fueron: muertos, un oficial, el teniente Luis Sans, y 23 soldados; heridos 1 oficial, el capitán Santiago Izquierdo Osorio, y 65 de tropa. El resto de las columnas tuvieron dos soldados muertos y un oficial y 18 de tropa heridos.
Esta acción contra los insurrectos tagalos fue trascendental, fue el primer combate importante contra el enemigo que le causó muchas bajas, que hizo que la actividad de estos disminuyera notablemente en la provincia de Bulacán y que muchos rebeldes se entregaran a las autoridades españolas.
Como ya hemos visto en el momento de indicar las bajas españolas, en este combate han aparecido dos de los caídos cuyas historias venimos contando, el capitán Santiago Izquierdo Osorio y el teniente Luis Sans Huelín, pero, lo que no hemos contado aún, es que en el citado combate hubo otro combatiente condecorado Cruz Laureada de San Fernando, al primer teniente Manuel Carrillo y Ojeda. El teniente Carrillo mandaba una sección del Regimiento de Joló N.º 73 que ocupaba el flanco derecho de una columna de 450 hombres. Avanzando en guerrilla sin responder al fuego del enemigo, cuando lo consideró oportuno cargó a la bayoneta sobre él con tal decisión que lo arrolló tomando la trinchera, continuando su avance penetró, antes que nadie, a la cabeza de sus fuerzas en la planicie de los cerros fortificados, apoderándose, por asalto, de la zona más importante del atrincheramiento y defendiéndola con tenacidad durante el resto del combate.
Luis Sans Huelín había nacido en Málaga en 1786. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo de donde salió con el empleo de segundo teniente en 1896, embarcando, poco después para Filipinas con el Batallón de Cazadores Expedicionario N. 6 con el que combatió y encontró gloriosa muerte.
En noviembre de 1919, el rey Alfonso XIII descubrió una lápida en la Academia de Infantería de Toledo dedicada al segundo teniente de infantería Luis Sans Huelín al ser el primer oficial muerto en campaña de las promociones de la actual Academia de Infantería de Toledo.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- O. de 18 de septiembre de 1900, D.O. N.º 206 de fecha 20 de septiembre de 1900.
- O. de 30 de noviembre de 1900, D.O. N.º 269 de 4 de diciembre de 1900.
- El Imparcial de fecha 3 de enero de 1897.
- ABC de Madrid de fecha 19 de noviembre de 1919.