Presidentes del Consejo de Ministros durante el Reinado de Amadeo I: José Malcampo Monge y Práxedes Mateo Sagasta
José Malcampo Monge (en la foto)
José Malcampo y Monge, Marqués de San Rafael, Conde de Joló y Vizconde de Mindanao, gaditano, nacido en San Fernando en 1828, muerto en Sanlúcar de Barrameda a los 52 años, en 1880. Contraalmirante de la Armada y político progresista de la facción de Sagasta. Combatiente en la Guerra del Pacífico; en Filipinas, donde resultó gravemente herido, y en la Guerra de los Diez años en Cuba. Participante en la revolución del 68 a las órdenes del Almirante Topete. Ministro de Marina, Gobernador y Capitán General de Filipinas donde destacó por sus victorias contra los piratas de la Isla de Joló.
Nombrado Presidente del Consejo de Ministros el 5 de octubre de 1871. Su mandato fue breve, duró hasta su dimisión el día 21 de diciembre del mismo año.
En su Gobierno, formado exclusivamente por miembros del partido constitucional de Sagasta, se reservó, además de la Presidencia, los Ministerios de Estado y Marina. Fue un Gobierno que sirvió de puente al gobierno de Sagasta del 21 de diciembre de 1871.
Sagasta entendió que el Gobierno de Malcampo era un gobierno de transición en espera de la reunificación de los progresistas que, como sabemos, estaban divididos entre los radicales de Ruiz Zorrilla, los demócratas monárquicos de Cristino Martos y Nicolás Rivero y los propios constitucionalistas de Sagasta, próximos a la unión liberal.
Malcampo formó un partido sin ningún miembro de la unión liberal para favorecer la unión de los progresistas. El programa de gobierno que presentó en las Cortes fue el mismo que había propuesto Ruiz Zorrilla el 25 de julio.
La respuesta del partido radical fue proclamar, unilateralmente, a su líder como jefe del partido progresista democrático cuyo programa era hacer reformas económicas y sociales que acercaran la monarquía democrática al pueblo, alejándolo del republicanismo federalista y del socialismo.
Sagasta reaccionó constituyendo, a su vez, su propia directiva del partido progresista democrático con lo que se materializó la ruptura definitiva del partido progresista.
Una oportunidad para la reunificación del partido surgió cuando Malcampo propuso que las Cortes, que habían iniciado las sesiones el día 1 de octubre, votaran a favor de la ilegalización de la sección españolas de la Asociación Internacional de Trabajadores, AIT, que se había fundado en el congreso de Barcelona del año anterior.
El motivo era la enorme repercusión que había tenido la insurrección obrera de la Comuna de Paris y las repercusiones, que tal hecho, había tenido en la clase proletaria europea. El Ministro de Gobernación, Francisco de Paula Candau, justificó la propuesta diciendo que los dogmas proclamados por la AIT condenaban al Estado, la religión, la familia y la propiedad por lo que había que disolverla como atentatoria contra la seguridad del Estado.
Los partidos que apoyaban el Gobierno, los unionistas y los progresistas constitucionales, estaban a favor de la ilegalización. Ésta posición también la adoptaron los carlistas. En contra se encontraban los republicanos que defendía el derecho de asociación. El problema estaba en el partido radical de Ruiz Zorrilla que, por un lado, defendía el derecho de asociación y por otro lado no quería que sus votantes, la clase media y los conservadores, lo asociasen a un partido de defensores del desorden que personificaba la Internacional y que se había manifestado en la Comuna. La solución que adoptó el partido de Ruiz Zorrilla fue abstenerse, lo que dio lugar a la perdida de la última oportunidad de reunificación de los progresistas.
El debate en las Cortes, que duró 21 días, terminó el día 10 de noviembre de 1871 cuando tuvo lugar la votación. El resultado fue abrumadoramente favorable a la prohibición de la AIT. Sin embargo, la prohibición de la AIT no llegó a aplicarse debido a la intervención del Tribunal Supremo que emitió una circular a las Audiencias, el 23 de noviembre, en la que decía que la Constitución de 1869 reconocía el derecho de asociación que amparaba a la AIT. Así, la sección española de la AIT pudo continuar con sus actividades.
Tres días después de la votación sobre la ilegalización de la AIT, el partido radical presentó un voto de censura contra el Gobierno de Malcampo. La razón era que los radicales pretendían llegar al gobierno antes de que el Presidente convocar a nuevas elecciones para, siguiendo la pauta habitual, conseguir una mayoría gubernamental cómoda. En las votaciones del 17 de noviembre se vio que el Gobierno se encontraba en minoría en las Cortes. Entonces el Gobierno logró que el Rey firmase el decreto de suspensión de las Cortes.
Los radicales continuaron con la oposición frontal al Gobierno. En las elecciones municipales del 9 de diciembre de 1871, los radicales se volvieron a coaligar con los partidos antidinásticos como había ocurrido en la votación del día 17 de noviembre. El resultado de las elecciones, con una gran abstención, fue controvertido y todos los partidos se atribuyeron la victoria.
Después de las elecciones municipales, el Rey dio un plazo de una semana para que se reabrieran las Cortes, siendo consciente de que en la primera sesión el Gobierno se vería obligado a dimitir. Malcampo, que no veía sentido a la continuidad del Gobierno considerando el fracaso cosechado por su política de reunificación del partido progresista, presentó su dimisión el 19 de diciembre de 1871 anticipándose a la reapertura de las Cortes
Práxedes Mateo Sagasta
Práxedes Mariano Mateo – Sagasta y Escolar, riojano, nacido en Torrecilla en Cameros en 1825, murió en Madrid a los 78 años, en 1903. Ingeniero de Caminos y político, miembro del partido progresista. Ocho veces Presidente del Consejo de Ministros, siete veces titular, una provisional en 1870 después de la muerte del General Prim y una interino en 1874 por ausencia del titular Juan Zavala.
Ingeniero de Caminos titulado por la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid. A partir de 1865 colabora en las actividades revolucionarias con el general Prim. Participa en la sublevación del Cuartel de San Gil. Es detenido, cesado de su cargo de profesor en la Escuela de Ayudantes de Caminos, separado del Cuerpo de Ingenieros, juzgado y condenado a muerte, pero logra huir y exiliarse en Francia.
Firmante del Pacto de Ostende, regresa a España después del triunfo de la Revolución de 1868 y es nombrado Ministro de Gobernación en el gobierno provisional presidido por el general Serrano.
Líder del partido constitucional, una de las dos ramas que resultaron de la división del partido progresista a la muerte del General Pim.
Nombrado Presidente del Consejo de Ministros, en sustitución de Malcampo, el 21 de diciembre de 1871. Su mandato duró hasta el 26 de mayo del año siguiente, 1872.
En el año que acababa se habían sucedido muchas crisis gubernamentales que deterioraron la vida política, continuaron el año siguiente y que produjeron efectos nefastos para la monarquía de Amadeo I.
Sagasta, como su antecesor, estaba interesado en la reunificación del partido progresista por lo que ofreció una amplia participación den el Gobierno a la otra rama del partido progresista, el partido radical de Ruiz Zorrilla. La oferta fue rechazada para no destruir la unión de los radicales con los demócratas y el pacto con los republicanos.
Ante el fracaso de la propuesta, Sagasta se vio obligado a buscar la alianza con los unionistas del general Serrano, quienes se integraron en el Gobierno con la cartera de Ultramar que ocupó el almirante Topete. El resto de ministros eran de partido constitucional. El Presidente de Consejo de Ministros anterior, el contraalmirante Malcampo, ocupaba la cartera de Marina.
Las Cortes reanudaron sus sesiones el día 22 de enero de 1872 y, ese mismo día, el Gobierno se presentó a las Cortes. Era un Gobierno progresista conservador que pretendía mantener los derechos y los deberes constitucionales. Se proponía defender la Monarquía como esencial para la defensa de las libertades públicas para lo que proponía un sistema de partidos leales, sin políticas extremas y conciliadores.
En la votación el Gobierno fue derrotado, pero obtuvo más votos dinásticos a favor que en contra, por lo que el Rey cumplió su palabra y, el día 24, se disolvieron las Cortes, convocándose nuevas elecciones para los primeros días de abril. Disolución que fue muy mal acogida por radicales y por republicanos que eran mayoría en la cámara. El malestar de los radicales llegó hasta tal punto que, Ruiz Zorrilla, llegó a alegar el derecho a la insurrección porque creía que las libertades estaban amenazadas, llegando a equiparar la Monarquía de Amadeo I con la de Isabel II.
El 22 de enero, el comité conjunto de constitucionalistas y de unionistas presentó un manifiesto con el programa del gobierno.
En enero de 1872, en Filipinas hubo una sublevación general, conocida como la algarada de Cavite, siendo Gobernador Rafael Izquierdo Gutiérrez. Los revolucionarios filipinos iniciaron un movimiento independentista, ante la pasividad del Capitán General de las Islas, que les llevó a ocupar tierras de la Iglesia que repartieron entre sus correligionarios. Los insurrectos llegaron a organizar una Junta Independentista.
La defensa del archipiélago estaba encomendada a unas fuerzas el Ejército y de la Marina, siempre escasas y compuestas en cerca del 90 % por fuerzas nativas. El Gobernador reaccionó, detuvo a los independentistas y los acusó de sedición. La sublevación duro tres días y fue un completo fracaso que se saldó, después de duros combates, con 150 bajas. A finales de año, 1872, inició una política represiva, deteniendo, condenando a muerte e indultando de forma sistemática a muchos independentistas. Hubo 5 ejecuciones, entre ellos los tres curas que formaban parte de la Junta Independentista. Las ejecuciones fueron caldo de cultivo de nuevos independentistas entre los que destaca el héroe de la independencia filipina José Rizal.
Los unionistas pretendían formar un único partido con los constitucionalistas de Sagasta, pero éste se resistía porque quería formar un tercer partido, manteniendo viva la idea de reunificar el progresismo. El Rey intervino propugnando la formación de un partido conservador que se alternaría con el partido constitucional en el poder. Sagasta, al sentirse desautorizado por el Rey, presentó su dimisión el día 20 de febrero. El Rey amenazó con entregar el poder al partido radical, visto lo cual, Sagasta aceptó la unificación de los partidos unionista y constitucional y volvió a ser nombrado Presidente del Consejo de Ministros el mismo día que presentó su dimisión. El nuevo partido siguió llamándose partido constitucional porque su objetivo era la defensa de la Constitución.
Por su parte, y a la vista de las elecciones convocadas, el partido radical extendió la coalición nacional que formaba con los republicanos al otro partido antisistema, el partido carlista. Ninguno de los partidos coaligados renunciaba a sus principios y el objetivo de la coalición era vencer y derrotar al Gobierno. Más tarde el partido moderado también se unió a la coalición.
Las primeras elecciones del año 1872, ese año se celebraron dos convocatorias electorales a Cortes, se celebraron los primeros días de abril.
El resultado fue una victoria aplastante de los constitucionales. Consiguieron mayoría absoluta con más diputados unionistas que progresistas. Como siempre, el Gobierno ejerció su influencia en los electores a pesar de que el Rey había pedido al Gobierno elecciones limpias. Carlistas y republicanos perdieron diputados, pero los grandes derrotados fueron los radicales que llegaron a quedar, en escaños, por debajo de los republicanos. En las elecciones se había producido una gran abstención en parte debida al desinterés general.
El carlismo se adaptaba mal al orden político legal de la Constitución de 1869. El desastre sufrido en las elecciones de abril de 1872, donde pasaron de 51 a 38 diputados, hizo que se impusieran los partidarios de la insurrección frente a los neocatólicos de Cándido Nocedal que eran partidarios de la vía parlamentaria.
Las nuevas Cortes se abrieron el día 23 de abril sin la presencia de los diputados carlistas por orden del pretendiente Carlos VII, quién había ordenado el inicio de la insurrección armada. Insurrección que ya estaba planeada, como plan B, si fallaba la estrategia de los neocatólicos de Nocedal. El cambio de estrategia hizo a éste último dimitir de todos sus cargos.
El pretendiente proclamó un manifiesto donde explicaba las razones del levantamiento y pedía a los españoles que se unieran a él. Las razones eran las de siempre: la persecución de la Iglesia, la opresión, la inmoralidad, la anarquía, la propiedad amenazada, el crédito perdido, etc.
Así, el 21 de abril de 1872, comenzaba la Tercera Guerra Carlista, guerra que se prolongó más allá del Sexenio Revolucionario y que no acabaría hasta 1876 en plena restauración borbónica. Pocos días después, el 2 de mayo, entraba en España el pretendiente por Vera de Bidasoa y, dos días más tarde, lo carlistas fueron derrotados en la batalla de Oroquieta por las tropas gubernamentales a las órdenes del general Serrano, obligando, al pretendiente, a huir a Francia.
Las políticas represivas contra la Internacional se acentuaron con la llegada de Sagasta al poder. A mediados de enero, no solo dio instrucciones a los gobernadores civiles para que disolvieran las secciones de la Internacional, lo que obligo a estas a pasar a la clandestinidad, sino que propuso una acción conjunta contra la misma a varios gobiernos europeos, acción que no se llevó adelante por el rechazo del gobierno británico.
En el mes siguiente de la celebración de las elecciones, estalló un escándalo que acabó con el Gobierno de Sagasta. El 11 de mayo, un diputado republicano podio cuentas al Gobierno sobre una desviación de gasto de dos millones de reales desde el Ministerio de Ultramar al Ministerio de Gobernación. El Gobierno no supo, o no quiso, dar una explicación satisfactoria del destino del dinero. La oposición elucubró sobre éste destino. Sospechó que se gastó en corruptelas electorales. Atrapado, el Presidente del Consejo de Ministros pidió un voto de confianza a la mayoría que lo sustentaba, voto que le fue negado. El 22 de mayo, Sagasta presentó la dimisión al Rey.
La dimisión fue aceptada y cuatro días más tarde, el 26 de mayo, el Rey nombró, por segunda vez durante su corto reinado, Presidente del Consejo de Ministros al general Francisco Serrano.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador