Mariana Pineda, heroína liberal, fue condenada a muerte y ejecutada a la edad de 27 años y se convirtió en mártir de la Libertad y símbolo de la lucha contra el absolutismo

Mariana Pineda, la joven viuda granadina que fue condenada a muerte y ejecutada a la edad de 27 años, convertida en mártir de la Libertad y símbolo de la lucha contra el absolutismo y la falta de libertades. Un personaje que se ha convertido en universal por las obras de grandes escritores y poetas españoles.
Mariana Pineda Muñoz, nació en Granada en 1804. Hija natural de Mariano de Pineda y Ramírez y de María Dolores Muñoz y Bueno. El padre, nacido en Guatemala, capitán de navío de la Real Armada y caballero de la Orden de Caballería de Calatrava, se enamoró de María en Lucena (Córdoba), la diferencia de clase social impedía legalmente el matrimonio lo que no fue impedimento para que ambos convivieran en Sevilla y en Granada.
Mariano era bastante mayor que María y, aunque no pudo casarse, reconoció en su testamento a Mariana como hija suya. A los cuatro meses de su nacimiento, problemas entra sus padres hicieron que María perdiera la custodia de su hija. Mariano murió cuando su hija tenía quinde meses, dejando a Mariana huérfana, heredera universal de todos sus bienes y bajo la custodia de su tío José Pineda, hermano de su padre.
José era ciego de nacimiento y soltero, tenía 47 años. Cuando José se casó, la niña pasó a ser dada en adopción a José Mesa y a su esposa Úrsula de la Presa, prósperos comerciantes granadinos quienes educaron a Mariana como a su propia hija.
Cuando su tío José murió, legó en su testamento parte de los bienes del padre de Mariana a su propia hija. Mariana nunca pudo recuperar su patrimonio a pesar de que estuvo pleiteando toda su vida.
Con 15 años, Mariana se casó con Manuel Peralta y Valle, natural de Huéscar, joven militar de ideología liberal, comprometido en la lucha contra el absolutismo de Fernando VII. La boda se celebró en octubre de 1819. El joven matrimonio tuvo dos hijos, José María y Úrsula María, antes de que Manuel muriera en mayo de 1822, en pleno trienio Liberal, dejando a Mariana viuda con 18 años y dos hijos pequeños.
Asumidos los ideales de su esposo, Mariana se convirtió en defensora de sus ideales frente al absolutismo de Fernando VII y en 1824, al poco de iniciarse el período más oscuro del reinado, la Década Ominosa, comenzó su activismo político.
En una época en la que las mujeres no intervenían en los asuntos públicos, su actuación se quedaba limitada a lo asuntos domésticos, al cuidado de su hogar y a la crianza de sus hijos, Mariana participaba activamente en los círculos políticos liberales y en asuntos ajenos a su condición femenina.
Fernando VII, Rey por abdicación de su padre Carlo IV durante el Motín de Aranjuez en marzo de 1808, abdicó a su vez en el emperador Napoleón en mayo del mismo año en la llamada “Farsa de Bayona”. Pasó toda la Guerra de la Independencia en el castillo de Valençay disfrutando de un cómodo retiro, agasajado por Napoleón, mientras los patriotas españoles morían con su nombre en sus labios.
Abandonó Valençay, el 14 de marzo de 1814, después de haber firmado un tratado con Napoleón por el que éste le reconocía como Rey de España.
Cruzó la frontera, llegó a Valencia y allí, el 4 de mayo, promulgó un decreto que restablecía la monarquía absoluta, derogaba la Constitución y declaraba nulas y sin efectos todas las leyes y decretos de las Cortes de Cádiz. Al tiempo de emitir el decreto por el que cerraba las Cortes de Cádiz, convocó nuevas Cortes para decidir el futuro político de España, Cortes que no se reunieron nunca.
Daba comienzo a la Monarquía Absoluta que duró hasta su muerte en 1833, con la excepción del llamado Trienio Liberal. La última etapa del absolutismo fue la llamada Década Ominosa.
Las actividades políticas de nuestra heroína, y su alevosa muerte, se desarrollan en este último período del reinado de Fernando VII.
Ya sea por hacer suyas las ideas de su marido o por influencia familiar, su tío el presbítero Pedro García de la Serrana y su primo el capitán Fernando Álvarez de Sotomayor, habían apoyado al general Rafael de Riego durante el Trienio Liberal y estaban encarcelados, Mariana intensificó su actividad política, actividad notoria que no pasó desapercibida por la policía de Granada.
En 1925, las actividades liberales que se llevaban a cabo en la ciudad, hicieron que el gobierno reaccionara nombrando alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada a Ramón Pedrosa y Andrade con el encargo de aumentar las represión contra los enemigos de la monarquía sin ninguna contemplación.
El primer encuentro de Mariana con la justicia ocurrió un año más tarde cuando fue detenida en su casa. El pretexto usado fue que un criado suyo, que había servido a las órdenes de Riego, fue detenido como correo de los liberales refugiados en Gibraltar. A pesar de las sospechas de la policía que implicaban a Mariana en el delito, este no pudo ser probado.
A Mariana solo se le pudo probar relaciones con los presos. Estos habían enviado, a través de Mariana, quejas a S.M. sobre el trato recibido de sus jueces. No obstante, fue retenida en su casa, judgada y absuelta al alegar desconocimiento de los documentos y cartas halladas en su domicilio.
Poco más tarde, en 1828, Mariana ayudó a escapar a su primo Fernando Álvarez de Sotomayor de la prisión de Granada. Fernando había sido detenido al interceptar la policía una carta de uno de los liberales refugiados en Gibraltar. En la carta se decía que se podía contarse con él como comandante de batallón para un futuro alzamiento. Esto, unido a su participación en asuntos políticos durante el Trienio Liberal que le había hecho exiliarse en Londres, bastó para que fuera condenado a muerte.
Mariana le ayudó a fugarse de la prisión. Consciente de que si no lo ayudaba a escapar su primo sería ajusticiado.
Observó que los días que algún condenado entraba en capilla, accedían a la prisión muchos frailes de todas las órdenes religiosas. Hizo llegar ropas de frailes a su primo, eligió las ropas de un fraile capuchino porque la capucha y las barbas hacían más fácil pasar desapercibido.
Fernando pudo salir disfrazado de fraile y con una barba postiza por la puerta principal. Se puso precio a su cabeza, pero no fue detenido por la ayuda y complicidad que le prestaron los liberales granadinos. La policía sospecho de Mariana, pero cuando fueron a su casa a buscar al fugitivo, este yo no estaba allí y Mariana no pudo ser acusada. Fernando acabó refugiado en Gibraltar.
A partir de ese momento, las ordenes de Ramón Pedrosa fuero someter a Mariana a una estrecha vigilancia.
Entretanto, las conspiraciones de los liberales no cesaban. En julio de 1830, en Francia se había producido una revolución, la Revolución de Julio o de las Tres Gloriosas Jornadas, que consiguió derrocar al rey Carlos X, reemplazándolo por Luis Felipe I, el Rey Ciudadano.
Fernando se negó a aceptar a Luis Felipe y este permitió que los liberales se instalasen en el sur de Francia, cerca de la frontera. Los liberales, ahora con el apoyo del Rey de Francia, consiguieron dinero y constituyeron en París un Directorio Provincial del Levantamiento de España contra la Tiranía.
Aprovechando el momento, incrementaros sus ataques a la monarquía absoluta. En octubre llevaron a cabo una incursión fracasada por los Pirineos occidentales y, al comienzo del siguiente año, 1831, se produjeron varias incursiones desde Gibraltar, todas ellas fracasadas. Las grupos de liberales estaban infiltradas por agentes del gobierno y, así, los movimientos y preparativos eran conocidos por este.
Durante el verano de 1830, el gobierno conoció los preparativos de insurrección del general Torrijos y, sospechando de una insurrección general, dio órdenes a la policía de incrementar el control sobre los sospechosos anti absolutistas.
El 18 de marzo de 1831, la policía interrumpió en la casa de Mariana buscando una bandera ilegal. Mariana había encargado a dos hermanas costureras del Albaicín granadino la confección de una bandera de tafetán morado, con un triángulo en el centro bordado en color verde dentro del cual se leían las palabras LIBERTAD, IGUALDA, LEY, bordadas en rojo carmesí. La bandera iba a ser utilizada en el alzamiento de la ciudad de Granada. Esta información llegó a poder de la policía a través de un cura realista que tenía amistad con las citadas bordadoras.
Del interrogatorio a las bordadoras, Ramón Pedrosa supo que la bandera no había sido terminada siguiendo las ordenes de Mariana. El alcalde del Crimen encontró el móvil que estaba buscando y que relacionaba a Mariana con la insurrección prevista. Obligó a las bordadoras a que llevasen la bandera a casa de Mariana para que la policía pudiera encontrarla y así acusarla de conspiración.
Mariana fue confinada en su propio domicilio bajo custodia de la policía. Pasados unos pocos días, Mariana huyó de su casa disfrazada, pero, ya en la calle, fue descubierta y detenida por el policía que la vigilaba. El intento de fuga incrementó la acusación con el delito de intento de fuga y motivó su traslado al beaterio de las Arrecogídas de Santa María Egipciaca, un convento que hacía las veces de cárcel donde se recluían a las mujeres de mala vida de Granada.
A Mariana se le aplicó el Decreto de 1 de octubre de 1830 en el que se podía leer: “Toda maquinación en el interior del Reino para actos de rebeldía contra mi autoridad soberana o suscitar conmociones populares, que llegue a manifestarse por actos preparatorios de su ejecución, será castigada en los autores y cómplices de éstos con la pena de muerte “.
Mariana nombró procurador de su defensa a Francisco de Paula Méndez y como abogado defensor a José María Escalera.
El juicio se desarrolló en secreto, sin citación ni audiencia a la interesada, y el abogado defensor solo tuvo 24 horas desde que conoció el caso para presentar el escrito de defensa, en definitiva, un proceso plagado de irregularidades.
A pesar de la brillante defensa de su abogado, Marian fue condenada a muerte. Revisada la sentencia por la Sala de Alcaldes de la Real Casa y Corte que, en otro procedimiento sin las debidas garantías, fue confirmada y comunicada a Mariana, quien se mostró resignada a su suerte.
Las autoridades no consideraron nunca a Mariana como líder del alzamiento, al fin y al cabo, era una mujer, por eso autorizaron a Ramón Pedrosa a indultarla a cambio de confesar los nombres de los conjurados liberales, pero Mariana se negó diciendo: “…preferir sin vacilar una muerte gloriosa a cubrirse de oprobio, delatando a persona viviente”, prefiriendo la lealtad a sus correligionarios a su propia vida.
Paso las horas encapilla con su confesor en la celda. Fue despojada de sus ropas y horquillas que sujetaban su pelo para evitar que se pudiera quitar la vida, pero se negó rotundamente a que le quitaran las ligas alegando rotundamente que:” eso no, jamás consentiré ir al patíbulo con las medias caídas”.
Quiso hacer testamento, pero no la dejaron pues no tenía bienes que legar, todos habían sido confiscados, no obstante, pudo escribir una nota para recomendar a sus hijos al presbítero Pedro García de la Serrana, documento que nunca le fue entregado pues fue destruido por el juez.
El 26 de mayo fue trasportada a lomos de una mula hasta el Campo del Triunfo donde fue ejecutada por garrote vil.
Sus restos fueron depositados en el cementerio de Almengor, situado en las proximidades del lugar de la ejecución. Posteriormente sus restos fueron depositados en la cripta de la Catedral de Granada donde siguen reposando bajo una lápida con la siguiente inscripción: “† D.O.M. Ad perpetuam memoriam. Reliquiæ mortales Marianæ a Pineda, quam, sæva morte, percussit tyrannus, Granatæ septimo kalendas junii, anni millesimi octogentesimi trigesimi primi. Requiescat in pace. Patria grata ejus memoriam colit. Anno M.DCCCLVI”.
Así publicaba la Gazeta de Madrid del 7 de junio de 1831 el ajusticiamiento de Marian: “el 26 de mayo último sufrió en Granada la pena de muerte Doña Mariana Pineda, vecina de aquella ciudad. Sorprendida su casa por la policía el 13 de marzo próximo anterior, se encontraron en ella una bandera revolucionaria a medio bordar y varios objetos análogos; y empezada las diligencias por la policía y seguida la causa por el tribunal con toda actividad, el delito de Doña Mariana Pineda ha sido probado plenísimamente.
Si aún son más dolorosos estos castigos en las mujeres que en los hombres, no por ello dejan de ser tan precisos para el escarmiento, especialmente después de que los revolucionarios han adoptado la táctica villana de tomar por instrumento y por escudo de sus locos intentos al sexo menos cauto y más capaz de interesar la agena compasión”.
La ejecución pretendió ser un castigo a la causa liberal y una advertencia a sus correligionarios, pero resultó ser lo contrario, Mariana se convirtió en Mártir de la Libertad y símbolo de la lucha por la Libertad.
Símbolo que hizo mundial otro granadino universal, Federico García Lorca.
Joaquín Rodríguez Moyano, Autor de «50 héroes españoles olvidados»
Para saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia de la Historia.
- 135 Presidentes del Ejecutivo en la decadencia Española (1788-1902). Joaquín de la Santa Cinta.
- Mariana Pineda. Congreso de los Diputados. es/portal.
- Género y proceso en el caso de Mariana Pineda. Perspectivas iusfilosóficas, históricas y literarias. Isabel Lorca Martín De Villodres.
- Doña Mariana Pineda. Narración de su vida, de la causa criminal en la que fue condenada al último suplicio. Descripción de su ajusticiamiento. José de la Peña y Aguayo.
- Gazeta de Madrid de 7 de junio de 1831.
- Internet