Presidentes del Gobierno de España durante la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (XI): Joaquín Baldomero Fernández Espartero

Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro, manchego nacido en Granátula de Calatrava (Ciudad Real) en 1793 y murió a los 86 años en Logroño, en 1879.
Militar que ascendió a Capitán General desde soldado por méritos de guerra. Combatiente en la guerra de la independencia, en las colonias Americanas hasta la derrota de Ayacucho. A su vuelta a la Península, en la Primera Guerra Civil Carlista, obtuvo los títulos de Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria, Duque de Morella, Conde de Luchana y Vizconde de Banderas, todos ellos en recompensa por sus acciones en el campo de batalla donde el ejército cristino, bajo su dirección, consiguió la victoria final.
El 16 de septiembre María Cristina nombró Presidente del Consejo de Ministros a Espartero con la condición de que éste no desempeñara ningún ministerio para que pudiera seguir al frente del ejército.
Los liberales sabían que la Reina Gobernadora no era liberal, pero la necesitaban para poder vencer a los carlistas, una vez vencidos éstos, la Regente sobraba.
El programa de gobierno de María Cristina era una imitación del modelo francés del momento que se basaba en el control de los gobiernos provinciales y los ayuntamientos, programa que los progresistas consideraban descabellado.
María Cristina estaba en una posición débil, llevaba siete años casada en secreto con el sargento de la Guardia Real Fernando Muñoz con el que, también en secreto, había tenido 5 hijos. El matrimonio era ilegal pues las Reinas necesitaban el premiso de las Cortes para poder casarse y, además, la Reina se había saltado todas las tradiciones de luto en la Corte al casarse a los tres meses de enviudar sin guardar el debido respeto al luto por su anterior esposo. Todo ello unido a que el testamento de Fernando indicaba que perdería la tutela de Isabel II si se casaba lo que podía llevar a la pérdida de la Regencia. Todo esto se sabía desde 1833, pero todos disimulaban y lo usaban para presionar a la Regente. Espartero usó este chantaje en septiembre de 1840.
Cuando Espartero fue nombrado Presidente, la Reina Regente se encontraba en Valencia. Espartero no quería ir a Valencia que era donde estaban los generales que apoyaban a María Cristina, quería que ésta se trasladase a Madrid a conformar el Gobierno.
Ninguno de los dos cambio de posición, por lo que Espartero formó Gobierno en Madrid.
Espartero era un militar laureado y victorioso pero carecía del nivel intelectual mínimo exigible a un Presidente, no tenia conocimientos económicos ni diplomáticos, por no tener no tenía ni convicciones progresistas.
Una vez formado Gobierno, éste al completo se trasladó, el 8 de octubre, a Valencia a presentarse a María Cristina.
Al día siguiente Espartero, ante las exigencias de la Reina de recibir un programa político por escrito, presento su programa que consistía en los siguientes términos: Declarar culpables de los motines a los ministros del gobierno anterior, abolir la Ley de Ayuntamientos y disolver las Cortes. Eran exigencias y así lo considero María Cristina.
Dos días más tarde la Reina firmó la disolución de las Cortes.
El pueblo empezó a enterarse de la verdad de los dichos sobre la Reina y tanto los progresistas como los moderados decidieron deshacerse de ella.
El 12 de octubre Espartero aceptó en Valencia la renuncia de María Cristina como Regente. La norma existente era que el Presidente del Consejo asumía la Regencia.
El 17 de octubre María Cristina salió de España al exilio. En su exilio le acompañaron su familia, Martínez de la Rosa y, poco después Narváez acusado y procesado por rebeldía.
Volvería de su exilio en octubre 1844 con permiso de Narváez. Se le acusó de inmoral por haber vivido amancebada los últimos diez años.
Murió en Saint Adresse (Francia) en 1878.
Durante su regencia se inició el tránsito hacia el liberalismo. La burguesía pedía reformas administrativas que modernizasen el Estado y racionalizaran la Administración. Inicialmente se intento por una tercera vía consistente en hacer las reformas técnicas si reformas políticas, pero fracasaron. Los realistas puros ni los liberales populistas lo permitieron, las reformas tenían que marchar conjuntamente.
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, economista e historiador