María Isidra de Guzmán y de la Cerda, la primera española que obtuvo el grado de doctora en Filosofía y Letras Humanas por la Universidad Complutense y la primera académica de la RAE

La Doctora Alcalá, la primera mujer española que obtuvo el grado de doctora en Filosofía y Letras Humanas por la Universidad Complutense y la primera mujer Académica honoraria de la Academia Española de la Lengua. Catedrática honoraria de Filosofía Moderna en la Universidad de Alcalá de Henares.
María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, nació en Madrid en 1767, hija de dos Grandes de España, su padres: Diego Ventura de Guzmán y Fernández de Córdoba y María Isidra de la Cerda estaban en posesión de varios títulos nobiliarios, además, ambos procedían de familias de raigambre pertenecientes a la alta nobleza española. El matrimonio, tenían cargos palatinos: el padre, como mayordomo mayor del Rey y la madre, inicialmente dama de la Reina y, más tarde, camarera mayor. Los dos eran apreciados por el rey Carlos III con quien mantenían una buena relación.
En una época, cuando los estudios universitarios estaban prohibidos a las mujeres, María Isidra tuvo la suerte de nacer en una familia culta lo que le permitió adquirir una excelente educación que fue alentada por sus padres. Su perceptor pronto apreció sus cualidades intelectuales y su gran capacidad para el estudio, su facilidad para los idiomas, su gran memoria y penetrante ingenio.
Siendo muy joven, las procedencia y cargos de su familia, además de su propio clarividencia, hizo que su fama se extendiera en los círculos culturales madrileños próximos a la Corte.
La Real Academia de la Lengua había sido fundada en 1713 durante el reinado de Felipe V y, de acuerdo con su tiempo, era una institución que solo admitía miembros varones.
La fama adquirida por María Isidra, así como su proximidad a la Corte, hizo que el rey Carlos III sugiriera al director de la RAE la conveniencia de proponer la admisión de María Isidra como miembro de esta. La propuesta fue aprobada con la unanimidad de voto de los académicos y María Isidra fue admitida como Académica Honoraria en 1784. En el acta de admisión se puede leer: “La Academia, informa de los extraordinarios progresos y adelantamientos de esta Señora en la eloqüencia y en las lenguas y particularmente en la castellana, sin embargo, de no haber habido hasta ahora exemplar semejante, en atención a las expresadas circunstancias y al mérito personal que de ellas resulta a dicha Señora, acordó admitirla y efectivamente la admitió con uniformidad de votos por Académica Honoraria”
María Isidra tenía 17 años y fue la primera mujer académica de la historia. No volvió a haber otra mujer elegida como académica en España en 194 años. La segunda mujer académica fue Carmen Conde, elegida en 1978.
De las circunstancias extraordinarias de su elección como académica, María Isidra era plenamente consciente y así lo expresa en su discurso de ingreso titulado: Oración del género eucarístico que hizo a la Real Academia Española la excelentísima Señora doña María Isidra Quintina, Guzmán y la Cerda”. En él se puede leer: “… A la verdad. ¿no ha sido necesario apurar toda la liberalidad de la Real Academia Española, para elevar a un honor, que es el más distinguido empleo y encumbrado premio de los más esclarecidos literatos, a una joven de diez y siete años, que no ha conocido sino por el nombre los Gimnasios, las Academias, los Seminarios, ni tocado los umbrales del famoso Templo de Minerva, ni aun oído otra voz, que la de su maestro?”
Las razones de tal distinción, independientemente de las cualidades y méritos personales de María Isidra, fueron el deseo del Secretario de Estado, conde de Floridablanca, de elegir a una mujer que se convirtiera en prototipo y modelo a seguir para las mujeres de su época, las mujeres ilustradas. El Rey conocía bien las cualidades de María Isidra lo que le valió para ser la elegida.
Meses más tarde, María Isidra quiso ser tener un título universitario, un doctorado por la Universidad de Alcalá, universidad muy ligada a su familia, pero por entonces las mujeres tenían prohibido el acceso a las universidades lo cual hacía imposible sus deseos salvo otra intervención real que obviara la prohibición.
Por entonces, la Universidad de Alcalá no pasaba por un buen momento, el número de alumnos descendía año a año por lo que la Universidad, y el Ayuntamiento de la ciudad, recurrieron a las autoridades en demanda de ayudas que permitieran aumentar el número de alumnos. El problema residía en la propia Universidad, las materias impartidas no estaban a la altura de los tiempos, seguían manteniendo las teorías de la escuela escolástica y se resistían a aceptar el empirismo científico imperante en el resto de las universidades.
En estas circunstancias, al rey Carlos III le llegó la solicitud que el padre de María Isidra había hecho a Floridablanca para que intercediera en la obtención de una Real Autorización de Su Majestad para que su hija pudiera examinarse en la Universidad y así obtener el doctorado.
Era un hecho insólito, María Isidra no solo quería acceder a unos estudios prohibidos a las mujeres, sino que aspiraba a ser, nada menos, que doctora. Pero a pesar de ello, la respuesta a la solicitud llegó a los cinco días de la presentación de la solicitud en forma de una nota del Secretario de Estado, conde de Floridablanca, a la Universidad indicando que el Rey permitía la dispensa necesaria para que se confiriera a María Isidra los grados de Filosofía y Letras Humanas, previo la realización de los exámenes correspondientes.
El examen, que era oral y público, se desarrolló los día 4 y 5 de junio de 1785 y comprendía preguntas sobre materias diversas como: idiomas (griego, latín, francés, italiano, español); ciencias naturales (geometría, física, geografía); filosofía (retorica, lógica) y otras como: ética, psicología, etc. Su examen fue aprobado por unanimidad del Tribunal.
El día siguiente, 6 de junio, fue nombrada doctora y Catedrática Honoraría de Filosofía Moderna. Con ello María Isidra (La Doctora de Alcalá), con solo diez y siete años, volvió a ser otra vez la pionera de las doctoras españolas, la siguiente doctora española fue Dolores Aleu que consiguió el doctorado en Medicina un siglo más tarde, en 1882.
Días más tarde, a finales de julio, María Isidra volvió a romper moldes al ingresar en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del país y poco después, en enero de 1786, lo hizo en la Real Sociedad Económica Matritense, siendo en ambas sociedades la primera socia femenina. Su acceso abrió las sociedades a las mujeres, ingresando tantas damas en la sociedad Matritense que se creó la Junta de Damas. María Isidra también fue nombrada socia libre honoraria de la Academia Imperial de las Artes de San Petersburgo.
Tres años más tarde, en 1789, se casó en la Iglesia de San Ginés de Madrid con Rafael Alfonso de Sousa de Portugal, marqués de Guadalcázar y de Hinojares, y el matrimonio se trasladó a vivir a Córdoba para estar cerca de las propiedades de Rafael. Vivió en el palacio de su marido y el matrimonio tuvo cuatro hijos.
La boda se celebró poco después de la muerte del rey Carlos III y unos meses antes de un acontecimiento que cambió el mundo, la toma de la Bastilla y el comienzo de la Revolución Francesa.
Estos sucesos cambiaron la política ilustrada de España, sus protectores fueron a apartados de la Corte y el clima cambió, ya no eran necesario impulsar prototipos de mujer que simbolizasen la idea de modernidad que representaba la política anterior, ahora dominaba el Antiguo Régimen y el abandono de todo lo que había significado las políticas de la Ilustración.
María Isidra, recién casada y retirada de la vida pública de la Corte, fue invitada a formar parte de la comisión creada por Claustro de la Universidad de Alcalá para felicitar al nuevo rey Carlos IV con motivo de su coronación, pero ella declinó la invitación alegando sus nuevas responsabilidades.
Retirada en Córdoba y dedicada a su familia, murió en esta ciudad en 1803 con solo 35 años y fue enterrada en la iglesia de Santa Marina de Aguas Santas, donde aún se conserva su sepultura.
Su marido le sobrevivió, se casó en segundas nupcias, siguió a Fernando VI en su exilio en Valençay, fue obligado a regresar a España para servir el nuevo rey José I y murió en Madrid en 1810.
Joaquín de la Santa Cinta, Autor de «50 héroes españoles olvidados»
Para saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia de la Lengua.
- María Isidra de Guzmán, primera doctora universitaria y pionera en el Siglo de las Luces. Mujeres con Ciencias. Carlos Prego Meleiro.
- María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, la Doctora Alcalá. María Jesús Vázquez Madruga.
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