Defensa de las posesiones españolas en el Océano Pacífico. Hoy, costas del sureste: La Patagonia y el Estrecho de Magallanes. Condiciones generales de la hazaña

Según el Tratado de Tordesillas toda la América del Sur caía en el lado español del Mundo, por lo tanto, todo el territorio, hasta el Polo Sur, era propiedad el Reino de España.
La realidad era muy distinta: las condiciones climáticas, la lejanía de los centros de decisión de las colonias, la enorme extensión del territorio, su complicada geografía marítima y la resistencia de la población autónoma, hizo que la Frontera sur del imperio español pronto quedara fijada: en la costa occidental (Océano Pacífico) por el río Bio Bio, el sur de la capital de la Capitanía de Chile, Santiago de Chile (inicialmente Santiago de Nueva Extremadura), con las excepciones del archipiélago de las Islas Chiloé y de la ciudad de Valdivia (aproximadamente, 850 Km al sur de la capital); en la costa oriental (Océano Atlántico) la Frontera estaba establecida al sur de Buenos Aires, uniéndose a Santiago de Chile a través de las ciudades argentinas de Mendoza y Córdoba. Todo lo que quedaba al sur de la Frontera en el siglo XVIII se denominaba la Patagonia.
El paso entre océanos por el cono sur americano no estaba protegido ante la imposibilidad de crear asentamientos en un entorno tan hostil. La defensa estaba encomendada a las consideradas las llaves: en el Océano Pacífico, la ciudad de Valdivia, que, junto a las islas del archipiélago de las Chiloé, eran los enclaves más australes; en el Océano Atlántico, hasta 1767 era el estuario del Río de la Plata, y después de la citada fecha las Islas Malvinas.
En 1552, el extremeño Pedro de Valdivia fundó la ciudad de Valdivia, azotada por un terremoto en 1575, fue destruida en 1599 después de la batalla de Curalaba ganada por los mapuches a los soldados españoles. Situación aprovechada por los holandeses que en 1643 se instalaron en la zona durante dos años. En 1645, después de la retirada de los holandeses, la ciudad fue reconstruida y repoblada por Antonio de Toledo y Salazar.
El archipiélago de Chiloé fue descubierto en 1554 por el extremeño Francisco de Ulloa, veintitrés años más tarde, García Hurtado de Mendoza tomó posesión de éstas en nombre del Reino de España y en 1567 se funda la ciudad de Santiago de Castro. Después del desastre de Curalaba, Chiloé quedo aislada al sur del río Bio Bio, ya que todas las ciudades de la costa la sur del Pacífico fueron destruidas y abandonadas, quedando como único enclave estratégico español más austral.
En la zona central, entre Mendoza y Buenos Aires, la Frontera se identificaba por los presidios situados en las llanuras de la Pampa que protegían a los pueblos y estancias españolas de los nativos enemigos.
En la costa oriental (Océano Atlántico), en 1767 a la Frontera se incorporó una de las llaves estratégicos de control del paso sur, el archipiélago de las Islas Malvinas, lugar donde era necesario repostar antes de iniciar el paso del Atlántico al Pacífico. El archipiélago había sido, teóricamente, posesión española desde su toma de posesión por fray Francisco de Ribera en 1540.
Es decir, la colonización española del cono sur del continente americano no pudo extenderse más allá de Chiloé ni de Buenos Aires. No se disponía de ningún puerto, presidio, ni asentamiento más al sur, lo que significaba que no se tenía capacidad de proteger las entradas al Estrecho de Magallanes.
La zona tenía un enorme valor estratégico, era la entrada el Océano Pacífico, a los dominios españoles de este océano, pero el Reino de España no disponía de medios para impedir el paso por él de sus enemigos. Así, holandeses, franceses e ingleses lo cruzaron sin hallar más dificultades que aquellas que la navegación, el clima y las condiciones de la mar imponían.
Durante los siglos XVI y XVII se realizaron numerosas expediciones ocasionales en las que no se construyeron puestos defensivos, ni colonias, por lo que no sirvieron para establecer una presencia efectiva sobre el territorio.
La situación de abandono empezó a cambiar en 1643 cuando los holandeses cruzaron el Estrecho de Magallanes con la intención de establecerse en las ruinas de la ciudad de Valdivia, se aliaron con los nativos e incitaron a estos a atacar a las islas Chiloé. El movimiento español al intento holandés en la costa occidental fue la refundación de Valdivia. Pero, realmente, la reacción española comenzó durante la Guerra del Asiento (1739 – 1748), cuando una flota británico mandada por el almirante George Anson, compuesta por 6 navíos más dos barcos de reabastecimiento, fue enviada a atacar las posiciones españolas del Pacífico Sur.
La flota tenía previsto atacar la cuidad de Valdivia, pero para ello tenía que cruzar el Estrecho de Magallanes, dificultad enorme teniendo que afrontar el cruce con una tripulación enferma y en medio de grandes temporales.
De los 8 buques de la flota: uno, la fragata Wager encalló en la Patagonia Occidental, en el norte del archipiélago Guayaneco, en mayo de 1741; otro, del pingüe Anna, tuvo que protegerse antes de atravesar el paso, consiguiendo pasar meses más tarde; dos más no pudieron cruzarlo y regresaron a Brasil y, finalmente, solo cuatro de ellos pudieron superarlo y llegar al archipiélago de Juan Fernández donde se repusieron de las enormes fatigas pasadas. Realizaron algunos ataques en el océano y regresaron a Gran Bretaña.
De la fragata naufragada, una gran parte de la tripulación abandonó el lugar regresando a Brasil repasando el estrecho de Magallanes, el resto fueron llevados a Chiloé por los indígenas. Solamente 4 supervivientes llegaron a las islas durante el invierno de 1742, informaron a las autoridades del naufragio y la localización del pecio. Regresaron a Inglaterra en diciembre de 1744.
Las consecuencias del naufragio fueron distintas para cada uno de los dos reinos: para Gran Bretaña supuso el conocimiento de la Patagonia Occidental como un norme y extenso territorio con múltiples islas sin presencia española, con posibilidades de establecerse y de cooperar con los nativos; para los españoles, la presencia de la flota al sur de Chiloé, puso en crisis el sistema de dominio nominal del territorio. Sin asentamientos, población y presencia militar, posibilitaba ser considerado: “res nullius (tierra de nadie)” y por tanto expuesto a ser ocupada por otras naciones. Además, el Anna, había obtenido, durante su estancia obligada en el paso, una información cartográfica de la que los españoles carecían.
La preocupación, que a las autoridades españolas le supusieron tales hechos, hizo que se preparara un plan para ocupar las zonas desiertas y establecer puertos que facilitaran y protegieran el paso entre los dos océanos.
A partir de 1765, la secretaría de Marina e Indias organizó las expediciones necesarias para: tener un conocimiento más exacto del territorio, sus habitantes y posibilidades de explotación comercial; para preparar la defensa de la Patagonia, tanto oriental como occidental, contra asentamientos extranjeros; y controlar el paso del estrecho.
Desde el virreinato del Río de la Plata se comenzó avanzando la Frontera militar hacia el Sur con el establecimiento de cuatro nuevos presidios: en 1779, Carmen de los Patagones, a orillas del río Negro; y Fuerte de San José en la península de Valdés; en 1780: Puerto Deseado en la orilla norte de la ría Deseado; y, finalmente, la colonia Floridablanca en la bahía de San Julián.
Además, se organizaron expediciones (tanto en la vertiente atlántica como en la pacífica): para el reconocimiento de las costas de la Patagonia y el Estrecho de Magallanes y mejora de la navegación en el área.
Los objetivos, protagonistas que las llevaron a cabo, y circunstancias de estas expediciones se contemplan seguidamente.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, Economista e Historiador