El ácido úrico es la causa de la gota, que solo padecemos los humanos y que va unido a los excesos de comida pero que no se cura ayunando. Un artículo del doctor Juan José Granizo
Son días de excesos, no me lo cuente… Los médicos estamos hechos de la misma pasta que el resto que los humanos y nos gustan las gambas o el Pedro Ximénez como al que más.
Pero quizás estos días el dedo pulgar de uno de sus pies empiece a molestarle y usted estará pensando que el exceso de langostinos puede estar despertando un ataque de gota.
Sin duda, es un buen momento para hablar del ácido úrico.
El exceso de ácido úrico es un hallazgo de laboratorio que viene definido por una concentración de ácido úrico en sangre demasiado alta, que en términos médicos se define como hiperuricemia.
El ácido úrico es el resultado del metabolismo o destrucción de las purinas, que son unos compuestos químicos nitrogenados que forman parte del material genético.
Los humanos somos los únicos animales que padecemos exceso de ácido úrico, ya que carecemos de un sistema metabólico que lo destruya en otros compuestos menos lesivos y más solubles.
El ácido úrico es eliminado por el riñón, pero su concentración en sangre está muy cerca del límite de precipitación, es decir, que a la temperatura del organismo la sangre puede disolver una cantidad muy limitada.
Por ello, cuando hay una concentración un poco más elevada de úrico pueden empezar los problemas. El ácido úrico cuando supera la capacidad de la sangre de disolverlo, precipita en forma de cristales y preferentemente en los dedos de manos y pies, porque su temperatura es más baja que la del resto del organismo y con el frío se reduce su solubilidad.
El exceso de ácido úrico tiene 3 causas básicas: ingesta elevada de alimentos ricos en guaninas (carnes rojas, casquería, mariscos, bebidas alcohólicas, sobre todo la cerveza), una producción elevada por el organismo (propio de procesos tumorales como leucemias o linfomas o en los días posteriores a recibir quimioterapia) y una reducción de la excreción en el riñón.
Aunque pueden asociarse estas causas, la mayor parte de los casos de hiperuricemia son defectos renales de los que se empiezan a descubrir sus bases genéticas.
La hiperuricemia no causa síntomas y afortunadamente, a lo largo de su vida, no todas las personas con ácido úrico alto los tendrán.
Hay dos enfermedades asociadas al exceso de ácido úrico y son la gota y los cálculos renales.
La incidencia de gota es mayor cuanto más elevado es el ácido úrico.
Si el ácido úrico normal es el que está por debajo de 7 mgr/dL, cuando asciende a 8 mgr/dL el riesgo de padecer gota es del 0,5% en el próximo año, pero si se llega a 9 mgr/dL, la probabilidad se dispara al 4,5 %, de no poner tratamiento antes.
La gota es una enfermedad inflamatoria que afecta normalmente a una o unas pocas articulaciones, preferiblemente las articulaciones de los pulgares del pie. Está causada por el depósito de microcristales de ácido úrico, que precipitan en ese lugar por su baja temperatura.
La mayoría de los casos de gota (80%) ocurren en varones. Existe una fuerte asociación entre padecer gota y otras enfermedades metabólicas, como el colesterol alto, la diabetes y la obesidad. Además, el consumo de alcohol aumenta considerablemente el riesgo de gota.
Menos frecuente y conocida que la gota es el daño renal, que puede venir por la formación de cálculos renales de ácido úrico o por otros mecanismos más complejos que acaban por afectar seriamente a la función renal y que se conocen como nefropatía por ácido úrico, proceso que desemboca en la insuficiencia renal en estados avanzados.
El ácido úrico alto sin enfermedades concomitantes no se suele tratar, siempre y cuando esté en unas cifras moderadamente altas. Cuando las cifras se disparan o bien cuando ya se ha presentado la gota, es necesario abordar el tratamiento.
La dieta más estricta no consigue bajar el ácido úrico más allá de 1,5 mgr/dL. No es mucho. Aunque dada la escasa solubilidad del úrico eso puede ser una ayuda, lo cierto que es la dieta debe ser rigurosa y eso no es una opción realista a largo plazo.
De manera que actualmente el tratamiento consiste en no hacer excesos con los alimentos ricos en purinas, especialmente con el alcohol y tratar con medicamentos que inhiben la producción de ácido úrico, como el alopurinol.
En pacientes gotosos que van a recibir quimioterapia, donde es previsible la subida del ácido úrico son útiles medicamentos que favorecen su eliminación renal.
En los ataques de gota, es necesario emplear medicación antinflamatoria muy potente y a veces muy específica como la colchicina y ahí sí que es necesario reducir pronto el ácido úrico eliminando pescados azules, carnes rojas, huevas, alcohol y moluscos (mejillones). Están limitados, pero permitidos con moderación pollo, marisco, espárragos, legumbres, setas y espinacas, huevos, pescado blanco y frutos secos.
Los ayunos prolongados pueden disparar rápidamente el ácido úrico, así como una dieta de adelgazamiento intensa.
Así, no intente resolver un exceso alimentario, con otro exceso en sentido contrario.
Y feliz año 2019. Les deseo toda la salud del mundo.
Juan J. Granizo, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública