Defensa de las posesiones españolas en el Océano Pacífico. Hoy, expediciones atlánticas a La Patagonia: Expedición de Antonio de Viedma, hermano Francisco y Andrés de Viedma

A la vista de lo acontecido, había que organizar una nueva expedición en auxilio del teniente García y de sus voluntarios, pera ello se preparó una nueva jornada con tres bergantines. Como jefe de la expedición se nombró al capitán del Regimiento de Galicia, Manuel Soler, ayudado por el piloto V. Marino.
Los bergantines eran: La Piedad, la capitana, mandada por el piloto Juan Bautista Acosta; el Carmen y Ánimas mandado por José Ignacio Goicoechea y el Carmen y San Antonio a las órdenes del piloto Francisco Ros. El primero navegaba con destino a San José y los otros dos, a las órdenes de Goicoechea, se dirigían a Carmen de los Patagones.
Zarparon de Montevideo a mediados de septiembre de 1779, arribando La Piedad a San José a finales de mes.
Para sustituir al destituido Juan de la Piedra, el Rey nombró superintendente al teniente de navío Andrés de Viedma (hermano de Francisco y de Antonio), quien llegó a Buenos Aires a primeros de enero de 1780. Inmediatamente partió para San José con la fragata Nuestra Señora de los Dolores para informarse del estado del asentamiento. Arribó durante el mes de abril. El puesto que seguía debatiéndose entre el desabastecimiento de víveres y la exposición a los temporales debido a la carencias de medios para reparar las viviendas y almacenes.
El mandato de Andrés duró poco, sus problemas mentales hicieron que fuera reemplazado por su hermano Antonio poco tiempo después.
El virrey Vértiz había encomendado a Antonio de Viedma reconocer el golfo de San Jorge hasta el cabo Vírgenes y fundar un nuevo establecimiento provisional.
El 13 de enero de 1780 zarpó la expedición de Antonio de Viedma con destino al golfo de San Jorge. La formaban: el paquebote San Sebastián mandado por el piloto Bernardo Tafor, entre el personal embarcado estaba el jefe de la expedición; y los bergantines San Francisco de Paula, mandado por el piloto José Miranda, y Nuestra Señora del Carmen y San Antonio a las órdenes de Alonso Manzo. Transportaban un destacamento de infantería y otro de artillería, además de un grupo de colonos con herramientas, víveres, agua y ganado de labor.
El día 1 de abril de 1780 tomaron posesión del puerto de San Julián, exploraron la bahía y siguieron navegando hacia el Sur, arribaron a Puerto Deseado, tomaron posesión del puerto el día 25 de mayo y decidieron invernar en él. El 17 de junio envió de vuelta a Buenos Aires al paquebote San Sebastián para que informara al Virrey de lo realizado y solicitara nuevas instrucciones.
En Deseado procedieron a construir las primeras edificaciones para resguardarse del crudo invierno, almacenes para los pertrechos y el Castillo de todos los Santos y San Carlos del Puerto Deseado (la actual ciudad de Puerto Deseado, provincia argentina de Santa Cruz, en la orilla norte del río Deseado).
Las duras condiciones de vida en el invierno austral, la falta de alimentos frescos y la poca variedad de estos, hicieron que el escorbuto apareciera entre la población del asentamiento, provocando las consecuentes muertes entre ellos y el descontento de algunos que querían regresar a Buenos Aires. A la vista de la situación, y después de 13 víctimas mortales entre los habitantes, el 23 de agosto, Biedma decidió embarcar a los enfermos y los descontentos en el bergantín Nuestra Señora del Carmen y San Antonio, ordenándole a su comandante regresar a Buenos Aires. Quedándose en Puerto Deseado él con 21 compañeros y el otro bergantín, el San Francisco de Paula.
En octubre de 1780, zarpaba de Montevideo una nueva expedición de socorro al asentamiento de Puerto Deseado, transportaba colonos, soldados y marineros para completar las tripulaciones y, siguiendo las instrucciones del Virrey, formar el nuevo poblado en San Julián.
La formaban tres naves, todas ellas viejas conocidas nuestra: la fragata Carmen al mando del piloto Pascual calleja; el bergantín Nuestra Señora del Carmen y San Antonio a las órdenes de Goicoechea y el paquebote San Sebastián mandado por Tafor. El paquebote siguió rumbo directo a San Julián mientras que el bergantín arribó el 12 de noviembre a Puerto Deseado con suministros y con las órdenes del Virrey.
Doce días más tarde, Viedma arribaba a San Julián con los dos navíos (San Francisco y San Sebastián). La fragata Carmen llegó cuatro días más tarde y, al entrar en el puerto, naufragó, perdiéndose el ganado, los víveres y las semillas destinadas al nuevo asentamiento. El día 1 de diciembre de 1780, Viedma procedió a fundar de la Nueva Población y Fuerte de Floridablanca del Puerto de San Julián, llamado así en honor de José Moñino, Conde de Floridablanca y secretario de Marina e Indias (próximo al actual Puerto de San Julián, en la actual provincia argentina de Santa Cruz). Las condiciones iniciales debida en una latitud tan extrema hizo que apareciera el temido escorbuto que acabó con la vida de 15 personas en los primeros 75 días. La llagada de suministros desde Buenos Aires salvó la situación, situación que continuó mejorando a partir desde ese momento.
Francisco de Viedma fue nombrado comandante del Fuerte de Nuestra Señora del Carmen y su hermano Antonio comandante del Fuerte de San Julián con mando hasta el estrecho de Magallanes.
La guerra con Inglaterra (apoyo español a la independencia de Estados Unidos) y la insurrección de Tupac Amaru, hicieron que el rey Carlos III ordenara, a primeros de agosto de 1873, el abandono de los establecimientos patagónicos, excepto el asentamiento de Fuerte de Nuestra Señora del Carmen. Se abandonaron los puertos abandonados (San José, San Julián y Deseado) dejando en ellos unas señales que los identifiquen como pertenecientes al Reino de España y realizando viajes de reconocimiento cada vez que se efectuasen viajes a las Islas Malvinas.
Puerto Deseado y San Julián se abandonaron en 1784, pero el Fuerte de San José se conservó por orden del nuevo virrey, Marqués de Loreto, debido a su importancia estratégica y por ser utilizado para la caza de ballenas. Fue arrasado por los indígenas en 1810.
En 1790, reinando Carlos IV, la Real Compañía Marítima, una compañía particular, se instaló en Puerto Deseado. Se aprovechó la presencia de ballenas y lobos marinos para proceder a su captura y extracción de aceite. Su presencia duró hasta 1807 cuando fue abandonado después del ataque de una fragata inglesa durante la ocupación de Buenos Aires por estos.
Hasta finales del siglo siguiente, XIX, el mar fue la única comunicación entre Buenos Aires y los asentamientos patagónicos.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, Economista e Historiador