Morir por España: Nicolás de Otero y Figueroa, el primer marino condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando

La Independencia de los Estados Unidos, apoyada por España y Francia, tuvo una decisiva influencia en el pensamiento de las élites criollas. Estados Unidos de Norteamérica fue la primera colonia que se independizó de una nación de la vieja Europa y su ejemplo fue decisivo para le emancipación de las colonias españoles en América.
Esta influencia fue detectada por políticos españoles antes de la Guerra de la Independencia española, así, Francisco Saavedra, Secretario de Estado de Carlos IV, detectó, durante su estancia en Méjico, que el ambiente político de los criollos ilustraos del virreinato de Nueva España estaba muy influenciado por los sucesos de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, este hecho preocupaba a las autoridades de las colonias españolas ante la posibilidad de que dieran lugar a movimientos independentistas.
La situación de España en ese momento, y en los posteriores, hacían imposible que esta dedicara esfuerzos para tratar de tomar medidas preventivas en las colonias, bastante tenían los políticos españoles con intentar sobrevivir a las presiones conjuntas y opuestas de las dos potencias del momento, la Francia de Napoleón y la Inglaterra vencedora en Trafalgar.
La Guerra de la Independencia Española debilitó los lazos de unión entre la metrópolis y las colonias americanas, téngase en cuenta que la guerra fue también una guerra civil entre absolutistas y liberales, entre dos reyes cada uno con su legitimidad, con el país invadido y arruinado, solicitando ambos contendientes el apoyo de las colonias, todo ello fue aprovechado por las élites criollas para desarrollar movimientos independistas en todas las colonias.
A todo ello unimos la total decadencia de la Armada española. Si antes de la derrota de Trafalgar la Armada española era en apariencias, solo en apariencias, la segunda marina del mundo, después de la finalización de la Guerra de la Independencia su situación era calamitosa. Si el país estaba mal, arruinado por una cruel guerra que había durado seis años, la Armada estaba mucho peor. Si en 1808 la Armada contaba con 42 buques en buen estado, en 1816 se habían quedado reducidos a 16, de los cuales solo 4 estaban en condiciones de navegar. Al personal se le debía casi tres años de sueldo y los arsenales estaban vacíos de pertrechos. Los barcos en los que envió, en 1815, a la Costa de Tierra Firme de la Expedición Pacificadora mandada por el brigadier Morillo tuvieron que ser alquilados a precio de oro allá donde se encontraron.
Aunque la situación de la Armada española era mala, al no disponer de marina las nuevas naciones emancipadas, la situación se mantuvo favorable a las armas españolas hasta que aquellas encontraron una solución consistente en conceder patentes de corso a franceses, británicos, norteamericanos, etc., que empezaron a distorsionar el tráfico mercante entre España y las colonias y así debilitar la economía española.
Un corsario es aquel que capitanea una embarcación armada y su tripulación, que, en virtud de un contrato llamado patente de corso, determinado por el Estado bajo cuyo pabellón (bandera) navega y donde está registrada la embarcación, le habilita para inspeccionar, registrar y apresar por la fuerza las naves de otras naciones según las especificaciones del contrato entre el Estado y el corsario. El motivo principal de esta modalidad de guerra es el interés económico, con ganancias suficientemente elevadas como para justificar los riesgos integrantes en la operación que resultaban obvios cuando eran capturados por las naves de las naciones que padecían esa lacra.
La enrome actividad desarrollada por los corsarios hispanoamericanos solo fue posible debido a el estado de postración de la Armada española que ya hemos explicado, solo así se puede explicar que aquellos corsarios que navegaban con banderas insurgentes realizaran presas en el Golfo de Cádiz, en el Golfo de Vizcaya, en las Islas Baleares y en las Canarias.
Los corsarios usaban naves de escaso porte, pero sumamente veleras que raramente podían ser igualadas por las naves de la Armada. Su velocidad hacia que solo realizasen ataques cuando se encontraban en superioridad, huyendo en cualquier otro caso. Su modelo de embarcación preferido era el llamado Clipper de Baltimore, veleros muy rápidos construidos por Estados Unidos, con cascos muy afilados y dos mástiles, que eran especialmente adecuados para la actividad corsaria.
Su armamento favorito eran las corronadas, piezas de artillería de hierro, de corta longitud que era especialmente apta para ser usada con carga de metralla en los momentos previos al abordaje de aquellas naves que se querían capturar y no hundir, con el objeto de producir bajas en la tripulación asaltada y daños en el velamen. Las cargas usadas producían gran cantidad de astillas que aumentaban el daño producido por las propias descargas.
Nuestro héroe, Nicolás de Otero y Figueroa, nació en 1771, en Santiago de Compostela, marino militar, combatiente en la Batalla naval de Cabo de San Vicente el 14 de febrero de 1797 donde la escuadra española, mandada por el teniente general José de Córdova, fue derrotada por la inglesa mandada por el almirante John Jarvis.
Ascendido a capitán de fragata y al mando de la goleta Ave Fénix, zarpó con correo para el Caribe en marzo de 1811. El día 26 de junio de 1811, navegando desde Puerto Rico en dirección hacia el este, al norte de la Isla de Santo Domingo descubrió una nave cuyas maniobras indicaban la intención de atacarla. Advertido de ello, Otero preparó militarmente a su nave y a su tripulación para atacar a la enemiga y rendirla. Ante las acciones tomadas por nuestro héroe, el comandante francés de la nave enemiga sabiendo que no podía sacar partido de un combate al cañón, y aprovechando su mayor porte y fuerza, se dirigió a abordar la nave española. El primer intento fue rechazado, aunque, como consecuencias del vivísimo fuego que hacía, consiguió matar a seis miembros de la tripulación del Ave Fénix y herir a otros 15, entre ellos el comandante Otero. En el segundo intento logró entrar a bordo de la goleta española donde encontró la resistencia del valeroso oficial español que cumplió el juramento que había hecho a su tripulación de morir antes que rendirse. A pesar de las ofertas hechas por los franceses para que desistiese de tan temeraria empresa, murió sobre cubierta herido de tres balazos y dos sablazos en la cabeza.
Los franceses se apoderaron de la goleta española y la llevaron hasta la isla Gran Inagua, en las Bahamas, donde fue saqueada.
Una vez despojada de todo su valor, fue dejada en poder del alférez de fragata de su dotación Donato Soubrian, que la marinó hasta el puerto de La Habana donde arribó el día 7 de julio casi sin víveres y en un estado lastimoso, con la pérdida de casi toda la correspondencia que transportaba.
Por este hecho, el capitán de Fragata Nicolás Otero y Figueroa fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando de 2º clase. Fue el primer marino en obtener una laureada y le fue concedida el 16 de noviembre de 1815.
Murió con la edad de cuarenta años y a su viuda e hijos, que habían sido desembarcados previamente al combate en Puerto Rico, les fue concedido por las Cortes generales el disfrute de la viudedad señalada a la clase de capitanes de navío. Así mismo, todos los marineros de la goleta, y a las viudas de los que hubiesen fallecido, se les dio una paga y otras ventajas.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- La Armada y la Orden de San Fernando. Alfonso Ceballos- Escalera y Gila
- Los caballeros laureados de la Armada. Javier Ayuela Azcárate
- Corsarios y piratas de la Revolución Francesa en las aguas de la emancipación hispanoamericana. Carlos Vidales
- El desafío insurgente. Análisis del corso hispanoamericano desde una perspectiva peninsular: 1812-1828. Feliciano Gámez Duarte.
- Foto, Panteón de Marinos Ilustres en San Fernando, Cádiz
Muy Buenosmdias D. Joaquín, le doy mi enhorabuena por la extensa bibliografia de mi antepasado Nicolás de Otero y Figueroa, ya que soy descendiente de él. Le comento que tenía otro hermano (según mi árbol genealógico familiar) llamado Federico de Otero y Figueroa, también marino como él, que participó en la misma guerra pero en la zona del Atlantico, interceptando y apresando barcos franceses y llevando a los prisioneros a la isla de Cabrera. Navegaba en buques de tripulación española pero bajo pabellón ingles. Uno de los descendientes de Nicolás fue José Otero Arbona (Mi bisabuelo), natural de Mallorca, matemático y perito mercantil, fundador de la Escuela Libre de Enseñanza en 1850 bajo el reinado de Isabel II, concediéndole por sus servicios a España el título de Barón de Bellver, el cual yo ostento actualmete. Muchísimas gracias por su relato y espero que sea de utilidad lo que anteriormente le he narrado. Mi nombre es Octavio de Sanchez y Otero – Tapia Bravo,
Muchas gracias por su consideración. Saludos
Buenos días Octavio,
Yo también soy bisnieto de José Otero Arbona. ¿Sabe cual es la relación de parentesco de nuestro bisabuelo y Nicolás Otero Figueroa?
Un saludo
Muchas gracias por su participación. Pasamos su pregunta al autor del artículo. Saludos
Buenos días Octavio, acabo de ver que eres familia mía. Mi bisabuelo fue también José Otero Arbona. Soy nieta de Pablo Otero Sastre y buscando parte de mi pasado he encontrado este artículo tan fantástico de Nicolás, historia que nos contaba mi madre y para nosotros parecía fantasía.
Mi nombre es Yolanda Reig Otero y esto es increíble.