El otoño es el tiempo preferido de la Legionella, una bacteria ‘okupa’ del sistema de agua caliente que puede causar serios problemas de salud. Un artículo del doctor Juan José Granizo

Corría el año 1958 en Pontiac (EEUU) cuando apareció una enfermedad similar a la gripe. Todos los casos tenían en común un edificio: curiosamente, el del departamento de Salud. O bien trabajaban en él o lo habían visitado en los últimos días. El brote desapareció al cabo de unas pocas semanas.
La desconocida amenaza que había provocado este brote seguía acechando, aunque hasta 1976 no se tuvo noticia de ella.
Ese año, una asociación de veteranos estadounidense denominada “Legión Americana” celebrada una convención en Filadelfia.
El 27 de julio, un asistente falleció por una grave neumonía. Unos días después ya había 221 personas afectadas de las que 34 no pudieron superar su enfermedad. Todos los casos habían frecuentado el mismo hotel, pero ni un solo empleado del mismo se vio afectado.
En plena Guerra Fría, se dispararon las especulaciones sobre las causas de la enfermedad.
En pocos meses consiguieron encontrar su causa: una bacteria que hasta ese momento no había sido identificada, denominada desde entonces Legionella pneumophila y que resultó ser la misma que causó el misterioso brote de Pontiac.
Lo cierto es que Legionella es una de las bacterias más ubicuas de la naturaleza ya que vive en aguas estancadas en todas las latitudes…y dentro de los protozoos, que son otros microorganismos habituales en el agua, lo que le sirve de mecanismo de defensa.
Desde este reservorio natural, Legionella puede colonizar instalaciones que necesiten agua para su funcionamiento donde se dan las condiciones de calor y nutrientes que necesita para proliferar en grandes cantidades: sistemas de agua caliente, aire acondicionado…
Por si fuera poco, es capaz de producir un lodo o biofilm, que se adhiere al interior de tuberías o depósitos que la protege de los desinfectantes.
Cualquier máquina colonizada y que genere aerosoles puede diseminar la bacteria en el aire, entrando en los pulmones donde produce un cuadro de neumonía grave en personas susceptibles.
Esto es importante: en el brote de Filadelfia ningún empleado del hotel enfermó pese a estar expuestos de manera reiterada a la bacteria, lo que demuestra que además de Legionellas hace falta una susceptibilidad.
Ya sabemos que pacientes con la inmunidad alterada por medicamentos (corticoides), trasplantados, enfermos de cáncer, con quimioterapia, insuficiencia renal o diabetes son mucho más vulnerables a la infección.
Otras condiciones que aumentan el riesgo moderadamente son la insuficiencia cardiaca, la bronquitis crónica, tener más de 65 años, ser fumador o alcohólico y el sexo masculino.
Los síntomas van desde un cuadro gripal, como en Pontiac, hasta una neumonía grave. Inicialmente predominan los síntomas respiratorios: falta de aire, tos productiva, fiebre alta, cefalea, dolor torácico y solo más adelante empezarán a fallar otros órganos, sobre todo riñón e hígado.
Habitualmente vemos algunos casos esporádicos que en Madrid suelen ser otoñales, coincidiendo con las condiciones de temperatura y humedad óptimas para el desarrollo de la Legionella.
En este caso la mortalidad es baja (por debajo del 5%), pero cuando la causa es una instalación contaminada se producen brotes que pueden llegar a afectar a docenas o cientos de personas y en estos casos, la mortalidad oscila del 10 a 15 %.
Alcalá de Henares sufrió un brote en 1996 que afectó a más de 260 personas de las que fallecieron 16. Aprendiendo de lo ocurrido, la Comunidad de Madrid fue la primera en dotarse en 1998 de un reglamento que establece medidas de control y vigilancia de las instalaciones que pueden generar aerosoles.
En 2001 y 2003 se publicaron sendos Reales Decretos en la misma línea. Estas medidas han conseguido reducir el número de casos en España, aunque se siguen diagnosticando cerca de 1000 enfermos al año.
Siguen siendo muchos y hay varias razones que lo explican.
Como hemos dicho, Legionella es una bacteria muy difundida en la naturaleza capaz de protegerse muy eficazmente. En nuestro país se dan condiciones óptimas de temperatura y humedad para su desarrollo.
Los fabricantes de torres de refrigeración emplean tecnologías más seguras actualmente, pero cuando un sistema de agua caliente sanitaria es colonizado es complicado expulsar a esta molesta “okupa”. Las medidas disponibles: la sobrecarga de cloro y subir la temperatura del agua por encima de los 70 ºC no siempre consiguen erradicarla…o dañan gravemente el sistema de tuberías.
En los últimos años han proliferado instalaciones que producen aerosoles: pulverizadores de agua para refrigeración en bares y terrazas, spas, baños termales…y, por si fuera poco, el número de personas susceptibles de ser infectadas, es cada vez mayor.
Si se encuentra en los grupos de riesgo y tiene síntomas respiratorios serios consulte con su médico. El tratamiento precoz reduce la mortalidad y las complicaciones.
Afortunadamente, tenemos antibióticos eficaces contra Legionella y hay experiencia en su tratamiento en los hospitales madrileños. Pero hay que respetar la normativa vigente sobre el cuidado de los aparatos que sabemos que pueden diseminar Legionellas.
Aunque la Comunidad de Madrid trabaja en ello, los propietarios de estas instalaciones deben hacer un esmerado mantenimiento de las mismas. Solo con ello, se podría reducir de manera sustancial el número de casos.
Juan J. Granizo, Doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública