Presidentes del Consejo de Ministros durante el reinado de Alfonso XII. Arsenio Martínez Campos y otra vez Antonio Cánovas del Castillo

Arsenio Martínez Campos (en la foto)
Arsenio Martínez Campos, castellano, nacido en Segovia en 1831 y muerto en Zarauz (Guipúzcoa) a los 69 años, en 1900. Militar y político conservador. Combatiente en la Guerra de África en 1859 a las órdenes de Prim. Participó en la expedición a Méjico en 1862. En 1868 solicitó el traslado a Cuba donde combatió contra los insurrectos hasta 1872 cuando fue repatriado con el grado de brigadier. Gobernador de Cataluña durante la I República. Conspirador a favor de la restauración de la Monárquica borbónica, el 29 de diciembre de 1874 se pronunció en Sagunto proclamando rey a Alfonso XII.
General en Jefe del ejército gubernamental en Cataluña, acabo con la guerra carlista en la región con las tomas de Olot y Seo de Urgel.
Nombrado comandante de uno de los dos ejércitos que vencieron a los carlistas en Abadiano, última batalla campal de la tercera Guerra Carlista, lo que le valió ser nombrado Capitán General.
Capitán General de Cuba donde, con el Pacto de Zanjón, acabó con la Guerra de los Diez años derrotando a los insurrectos.
Nombrado Presidente del Consejo de Ministros el 7 de marzo de 1879, su mandato duró hasta el 9 de diciembre del mismo año. En su Gobierno ocupó también la cartera de Guerra.
Martínez Campos convocó elecciones que se celebraron el 20 de abril. El partido conservador obtuvo 293, mayoría absoluta, aunque con una pérdida de 40 escaños sobre las Cortes anteriores.
La Constitución de 1876, en su artículo 89, indicaba que Cuba y Puerto Rico serán representados en las Cortes del Reino en la forma que determine una ley especial. En consecuencias, se realizaron elecciones en ambas islas el 20 de abril de 1879. En Puerto Rico, donde se elegían 15 representantes, todos los elegidos pertenecían al partido incondicional-conservador. En Cuba, que elegía a 24 diputados y se votaban diputados a Cortes por primera vez después de la Paz de Zanjón, los resultados fueron: 5 autonomistas y 19 de la unión constitucional de los cuales 14 eran conservadores, 4 liberales y 1 progresista. Cuba no había enviado representantes al parlamento español desde 1837.
El día 2 de mayo de 1879, en Madrid, en el Restaurante Casa Labra, se fundó el Partido Socialista Obrero Español. Se fundó en la clandestinidad en torno a un grupo de intelectuales y obreros, fundamentalmente tipógrafos, encabezado por Pablo Iglesias. El primer programa del partido fue aprobado en una asamblea el 20 de julio de ese mismo año.
El 29 de noviembre de 1879, Alfonso XII, viudo desde la muerte de María de las Mercedes de Orleans hacía un año y cinco meses, se casó con María Cristina de Habsburgo – Lorena. María Cristina era hija del Archiduque Carlos Fernando de Austria y de la Archiduquesa Isabel Francisca de Austria. Era prima segunda de los Emperadores de Austria, Francisco José, y de Méjico, Maximiliano I. A la muerte del Rey Alfonso XII, María Cristina, que había dado a luz dos niñas, estaba embarazada de su hijo Alfonso, el futuro Rey Alfonso XIII, de la quien fue Regente hasta la mayoría de edad de este último.
El partido conservador se había dividido por la cuestión de abolición de la esclavitud en las colonias antillanas. El rey cesó a Martínez Campos el día 9 de diciembre y volvió a nombrar Presidente del Consejo de Ministros a Antonio Cánovas del Castillo.
Martínez Campos, disgustado al sentirse manipulado por Cánovas, abandonó el partido conservador y se pasó al partido liberal liderado por Sagasta.
Durante 1879, la Guerra Chiquita continua en Cuba, sin embargo el movimiento insurreccional se debilitaba día a día por falta de apoyos y por el esfuerzo que realizaba el ejército español mandado por el nuevo el Capitán General, Camilo García de Polavieja.
Antonio Cánovas del Castillo
Antonio Cánovas volvió a ser nombrado Presidente del Consejo de Ministros, por tercera vez, el día 9 de diciembre de 1879, su mandato duró hasta el día 8 de febrero de 1881.
Como ya sabemos, el día 30 de diciembre, los reales esposos sufrieron un atentado cuando el anarquista Francisco Otero González disparo contra ellos, sin herirlos, cuando volvían de dar un paseo por el Parque del Retiro.
La Guerra Chiquita continuaba en Cuba donde el ejército español aplicaba una política de tierra quemada para impedir que los rebeldes vivieran sobre el terreno. Los campesinos fueron concentrados en las ciudades sobre todo en la parte más rebelde de la isla, las provincias orientales.
A primero de mayo de 1880, desembarcó en Cuba una expedición al mando del rebelde Calixto García, nuevo jefe militar de la insurrección. No encontró el apoyo esperado y, el 3 de agosto de 1880, el general Polavieja lo obligó a rendirse junto con el resto de los jefes rebeldes: Macedo, Rabí y Moncada. La guerra de Cuba se terminó definitivamente.
El líder de los rebeldes, Calixto García, fue puesto en libertad de acuerdo con lo pactado. Una vez libre se dirigió a Nueva York para organizar de nuevo la lucha.
Cánovas era un decidido partidario del mantenimiento de la esclavitud en Cuba pero, por la presión de los grupos abolicionistas, le obligó a firmar la abolición definitiva de la esclavitud en España, el 13 de febrero 1880. La Ley de la abolición, llamada Ley de Patronato, era una disposición que situaba a los esclavos en una posición intermedia entre la esclavitud y la libertad, colocándolos bajo el patronato de los amos. El Reglamento de la Ley, que no se publicó en la Gaceta, el equivalente al BOE de la época, permitía la aplicación de castigos físicos a los patrocinados por faltas leves. La Ley permitía la aplicación de forma gradual de la abolición de esclavitud de modo que quedase totalmente abolida en 1888. Se calculaba que había unos 30.000 patrocinados que tuvieron que esperar a 1886 para obtener la libertad total.
Los partidos políticos de la Restauración no eran formaciones políticas que buscasen el apoyo de las masas, eran unas simples agrupaciones de notables que, cada dos años, siguiendo las instrucciones del gobierno de turno, controlaban, manipulaban y falseaban los resultados de acuerdo a las instrucciones recibidas. Solo en las principales ciudades se produjeron cambios importantes en los resultados electorales.
En marzo de 1881, Sagasta fundó el partido liberal fusionista, futuro partido liberal, partido integrado en el nuevo régimen y que logró la alternancia en el poder menos de un año después de su fundación.
El sistema canovista de la Restauración marginó a amplios sectores de la sociedad del acceso al poder, excluía a las clases trabajadoras urbanas, a sectores importantes de las clases populares y al proletariado urbano.
La oposición al régimen se llevó a cabo por las fuerzas políticas existentes, pero que estaban expulsadas del poder: desde la derecha del carlismo hasta la izquierda de los movimientos sociales, sin olvidar los nacientes nacionalismos surgidos de la centralización del régimen. Las fuerzas políticas excluidas no fueron importantes, ni decisivas, aunque respondían al acceso de las masas a la política que renacía a finales de siglo.
Los republicanos, aunque importantes, estaban muy divididos y arrastraban la frustración del Sexenio democrático. Aunque eran corrientes minoritarias, su papel social era más importante que sus resultados electorales debido a la corrupción del sistema electoral. Estaba dividido en partidarios y opuestos a la revolución, federales y centralistas, Existían: el partido posibilista o republicano histórico, liderado por Emilio Castelar, de base burguesa y clases medias urbanas, era el más moderado y acabó integrado en el partido liberal de Sagasta; el partido centralista de Ruiz Zorrilla y Salmerón, el más radical, apoyando motines y levantamientos a favor de la República; y el partido federal de Pi i Margall, de origen urbano, que defendía la descentralización y el anticlericalismo, fue el único que permaneció hasta 1931. Los intentos de unión no fructificaron hasta la creación de la unión republicana en 1903. Todos ellos compartían puntos comunes como: la defensa de la República como forma de Estado, la soberanía popular, las medidas reformistas para la solución de la cuestión social, la fe en el progreso y el anticlericalismo.
Otra oposición la formaban los carlistas. Estos tardaron en recuperarse de la derrota. La alianza entre la Iglesia y el Estado de la Restauración le restó importantes apoyos sociales.
El centralismo de la Restauración dio lugar a la aparición de los primeros nacionalismos en Cataluña y el País Vasco.
Desde 1876 proliferaban en Cataluña revistas y escritos en los que se alentaba la idea de la nacionalidad catalana. Valentí Almirall, un republicano federal decepcionado, promovió el primer diario en lengua catalana, en 1877. El mismo Almirall convocó el Primer Congreso Catalanista. Fue una asamblea celebrada en Barcelona, en el otoño de 1880, que se proponía ser el punto de partida para la constitución de un centro catalanista que aglutinase a diversas tendencias para participar en actividades políticas con voz propia.
En el País vasco, la abolición de los Fueros en 1876 había provocado una respuesta cultural en defensa de las instituciones prohibidas, de la lengua y la cultura vasca que reforzó la identificación de su personalidad con el eusquera, y los Fueros, que se extendió a parte de Navarra.
En aplicación de la política de turno de partidos, considerando que el partido liberal estaba integrado en el sistema, Cánovas, en un ensayo de la alternancia pacífica, dimite de la Presidencia del Consejo de Ministros para facilitar el Rey el nombramiento de Práxedes Mateo Sagasta. Habían transcurridos más de dos años desde su nombramiento, el partido conservador estaba en una continua erosión y partido liberal se había fortalecido. Sagasta había reclamado al Rey el cese de los conservadores en el poder y la llamada a los liberales a formar gobierno. El Rey nombra como Presidente del Consejo de Ministros a Práxedes Mateo Sagasta el día 8 de febrero de 1881.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador