El 11-S del 11-M: ¿Cómo es posible que tras descubrirse que quedaba un tren del atentado del 11 de marzo de 2004 sin destruir nadie haya promovido una investigación al respecto?
Otro 11 de septiembre, otro 11-S. Todos recordamos en este día el terrible atentado de Nueva York En Cataluña celebran también el 11 de septiembre su “Diada”. Muchos menos somos los que recordamos otro acontecimiento ocurrido en este día y relacionado con otro atentado terrorista, el mayor perpetrado en Europa, el 11-M.
Seis meses después del 11-M, el 11 de septiembre de 2004, alguien tomó una sorprendente decisión sobre uno de los trenes de la masacre: librarlo del desguace y llevarlo a un taller para su reparación. Aunque esa decisión ya había quedado sin duda planteada cuando el mismo 11 de marzo de 2004, mientras los restantes trenes eran inmediatamente despojados de sus elementos más importantes para la investigación y desaparecidos desde entonces, para ser llevados pocos días después al desguace, el de Santa Eugenia tuvo un trato muy diferente. Este tren fue trasladado discretamente a la estación de Vicálvaro en la que quedó apartado hasta ese 11 de septiembre, fecha en la que fue trasladado a un taller de la empresa Tafesa en Villaverde para proceder allí, con la misma discreción, a su reparación y nueva puesta en servicio, no sin antes haber preservado, también discretamente, todo su material próximo al foco de explosión en un también discreto lugar en el que permanecería durante los siguientes nueve años.
Preguntada sobre el asunto, la propietaria de la empresa Tafesa me dijo que no me podía dar detalles de lo ocurrido, pues esos temas los trataba exclusivamente con el juzgado y con Renfe, de acuerdo con los cuales se había llevado siempre adelante la operación. Todo ello fue confirmado por la Fiscalía de Madrid cuando, ya el 6 de junio de 2012, al hacerse pública la existencia de esos restos, afirmó en nota de prensa que “No se ha apreciado ninguna actuación de ocultación o manipulación de los referidos restos que pudiera hacer pensar en una desaparición de objetos de pruebas, al contrario, se han constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento”.
Es decir, mientras se hacían públicos los lamentos de las partes por la carencia de muestras de los trenes; mientras los peritos denunciaban esa carencia incluso en el acta de la pericial de explosivos; mientras los peritos se veían obligados a utilizar en la pericial conjunta sobre las explosiones, a falta de trenes, fotografías tomadas por personas tan expertas en periciales como ferroviarios y bomberos; mientras en esas y otras periciales se cometían errores de bulto, relativos a veces precisamente a la investigación del tren de Santa Eugenia; mientras todo eso ocurría, en un oscuro lugar de Villaverde se guardaban celosamente, “con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento” restos de un tren en los que la Fiscalía “ha constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores”.
¿Cómo pudo ocurrir tal despropósito? ¿Cómo es posible que tras descubrirse estos hechos nadie haya promovido una investigación al respecto? ¿Por qué al ponerse todo ello de manifiesto en la instrucción que la juez Coro Cillán tenía abierta sobre una querella contra Sánchez Manzano se le impidió seguir investigándolo, se archivó la causa y se arruinó la vida de la juez?
Carlos Sánchez de Roda
Sr. Roda, hay que ser más rigurosos y documentarse adecuadamente porque los atentados yihadistas cometidos el 11 marzo 2004, tres días antes de las Elecciones Generales, desataron en España un terremoto político cuyas consecuencias aún estamos digiriendo. Tal conmoción llevó a una parte del Gobierno a acusar a la banda criminal ETA. El presidente llamó a directores de periódicos y se precipitó con un telegrama a embajadas y organismos internacionales el mismo día 11, a las 17:30 hrs. Origen y causa de la manipulación mediática que vino después.
Pedro J Ramírez, Casimiro García Abadillo y Jiménez Losantos, con mentiras y medias verdades, acusaron a policías, jueces y fiscales de conspirar para encubrir a terroristas (por ejemplo, “Informe ácido bórico”, 2006). Ignoraron y despreciaron las sentencias de Audiencia Nacional (2007) y Tribunal Supremo (2008). Con el apoyo político de Eduardo Zaplana (300 preguntas parlamentarias), Ángel Acebes, Esperanza Aguirre y otros, continuaron con sus “teorías de la conspiración del 11 M” varios años más.
Aún, en junio de 2009, estos periodistas seguían insistiendo en la autoría de ETA con la promoción del libro “Titadyn” (nombre de dinamita utilizada por ETA). García Abadillo lo prologó con una extensa recopilación de las “teorías” difundidas únicamente por El Mundo y la Cope. Ningún otro medio hizo caso a sus alocadas y dañinas especulaciones.
Con su mala praxis periodística dividieron a las victimas y causaron la crispación social y política cuyas secuelas aún están presentes.
Nunca debió de darse esta situación. Los TEDAX, dos horas después de las explosiones y antes de neutralizar dos bombas que no explosionaron (Atocha y El Pozo), observaron que la sustancia explosiva era de color blanco. No de color rojo como la dinamita Titadyn utilizaba ETA. Datos comunicados inmediatamente a las autoridades policiales.
Así consta en página 30 y en documento oficial nº 5 del anexo del libro “Las Bombas del 11-M. Relato de los hechos en primera persona” publicado en Amazon en 2014 por Sánchez Manzano. Acceso gratuito biblioteca universitaria Dialnet.
En este año se ha estrenado en Netflix una película-documental 11 M (2022) muy interesante y bien documentada, donde intervienen jueces y fiscales. No requiere mucho esfuerzo, dura unos 90 minutos.
Muchas gracias por su participación. Saludos
Se Pérez:
Le ruego que me diga en qué puntos concretos del artículo o de las fotografías no soy riguroso o estoy mal documentado. Le agradecería enormemente que me dijera en qué me equivoco; si no es cierto que el 11 de septiembre de 2004, mientras todas las partes en la causa le daban por desguazado, el tren de Santa Eugenia era trasladado al taller de Tafesa en Villaverde para su reparación; si no es cierto que ese tren, salvado misteriosamente del desguace, sigue circulando desde entionces por las Cercanías de Madrid; si no es cierto que en la reparación del tren de Santa Eugenia se conservó discretamente el material del foco de explosión durante 8 años, sin que conste que se le hiciera investigación alguna; si no es cierto que los peritos de la pericial de explosivos se lamentaron por escrito de la falta de muestras, mientras todo un foco de explosión se conservaba, según dijo la propia fiscalía, “ante la eventualidad de posibles análisis posteriores; si no es cierto que cuando se publicó la existencia de esos restos la Fiscalía de Madrid emitió la nota de prensa qiue reproduzco en el artículo; si son falsas las fotos que publico. alguna de las cuales, por cierto, tomé yo personalmente, y usted me habla de ¡ser riguroso y de documentarme bien!