La foto de un tren que ilustraba la noticia sobre la actual huelga de trenes abre un gran debate sobre los atentados del 11-M de 2004, al ser el único tren salvado de los reventados entonces

Me quedé muy sorprendido al ver la foto con la que El Correo de Pozuelo ilustraba la noticia de la huelga de Renfe. En ella se ve un tren de Cercanías estacionado en la estación de Atocha junto a un andén repleto de viajeros. Todo normal en un día de huelga en el que no se cumplen los servicios mínimos. Sin embargo, hubo algo que me llamó inmediatamente la atención. En la cabecera del tren se veía la inscripción “190M”, que era el número asignado al coche de cabeza de ese tren.
Llevo muchos años obsesionado con ese coche. Cuando lo descubrí por primera vez, cuando pude viajar en él, culminé la tarea a la que llevaba dedicando muchísimo tiempo. Ése es un coche muy especial, único. Trataré de explicar por qué.
En los atentados perpetrados el 11-M, los asesinos terroristas colocaron e hicieron explotar 10 bombas en 10 coches. Otra más fue encontrada sin explotar en el pasillo central de uno de los trenes, la cual fue explotada también, de forma controlada, por artificieros Tedax. En total, fueron reventados once coches. Después vino el incomprensible y precipitado desguace de todos ellos, sin que todavía se hubiesen podido realizar los análisis e investigaciones pertinentes. Y eso se asumió así, por todas las partes intervinientes en la causa, durante toda la instrucción, durante el juicio y durante todo el tiempo transcurrido hasta el pronunciamiento de las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo.
Sin embargo, las cosas no ocurrieron exactamente así, pues uno de los 11 coches atacados y reventados se conservó discretamente durante 6 meses, y precisamente un 11 de septiembre, el de 2004, fue trasladado a un taller de Villaverde Bajo para su reparación. Tras ser reparado, fue puesto de nuevo en servicio en junio de 2005 en las Cercanías de Madrid, y sigue haciéndolo tal y como se pone de manifiesto. ¡oh feliz casualidad!, por la foto publicada en El Correo de Pozuelo con motivo de la huelga de Renfe. Porque efectivamente, ese coche es el 190M, es decir, el único salvado del desguace de los 11 atacados el 11-M.
La historia de ese coche es realmente extraordinaria. Podría ser objeto de varios artículos dedicados a cada uno de sus grandes misterios. Sería muy difícil tratar de resumirlo en uno solo sin hacerlo excesivamente largo. Pero como muestra de las asombrosas circunstancias que lo rodean, me referiré a la que es quizás la más importante: al realizar la reparación, el material retirado tampoco fue al desguace, sino que la parte correspondiente al foco de explosión fua cuidadosamente guardada en un discreto local construido al efecto en el propio taller, y sólo se descubrió públicamente su existencia, ocho años después, en febrero de 2012.
Al descubrirse su existencia, se armó tal revuelo que hasta intervino Eduardo Torres Dulce, a la sazón Fiscal General del Estado. Éste ordenó a la Fiscalía de Madrid que investigara el asunto, y esa investigación llegó a la conclusión de que “se han constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento.
Sin embargo, a pesar de que eran los únicos restos disponibles; a pesar de que la pericial sobre las explosiones se realizó en junio de 2005, cuando éstos eran los únicos restos existentes de las explosiones; a pesar incluso de que policías y guardias civiles examinaron esos restos en el tiempo en el que se realizaba esa pericial; a pesar de la afirmación de la Fiscalía de Madrid de que se habían conservado “ante la eventualidad de posibles análisis posteriores”, no consta pericial, ni análisis, ni examen alguno que se realizara con ellos.
Y eso ocurría en una situación de lamentable carencia absoluta de elementos de prueba, pues en su mayoría desaparecieron junto con los trenes a partir de la misma noche del 11 al 12 de marzo de 2004.
Carlos Sánchez de Roda