Arturo Estévez Varela, un soñador de los años 70 del Siglo XX que inventó el motor de agua y con el que hacía funcionar su ciclomotor y que, tras patentarlo, se lo acabó regalando al Estado
El hombre que no pudo cumplir su sueño, convertir el agua en combustible. El inventor del motor de agua, aquel que hacía funcionar el motor de su ciclomotor con un poco de agua del botijo del que previamente echaba un trago. El hombre que recorrió toda España con su ciclomotor haciendo demostraciones en los años 70 del siglo pasado, que patentó su invento y que acabó regalando la patente al Estado.
Algunas personas de mi edad recordaran asistir a eventos de la época y encontramos a Arturo haciendo funcionar su motor.
Había nacido en 1914 en Valle de la Serena (Badajoz). Estudió en el centro de enseñanza técnica y profesional de Areneros, un centro creado por los jesuitas en 1904 en la calle entonces llamada Paseo de Areneros (actual calle Alberto Aguilera), en Madrid, donde adquirió una sólida formación técnica.
En 1931 patentó sus primeros inventos, patentes que llegaron a ser casi un centenar.
El funcionamiento del motor de agua se basaba en descomponer las moléculas de agua en sus dos componentes Hidrogeno y Oxigeno, procediendo a continuación a quemar en los cilindros el hidrogeno generado.
El proceso de descomposición del agua es muy conocido, fundamentalmente se emplea electrólisis por medio de la aplicación de una corriente eléctrica al agua.
El proceso de la combustión del Hidrógeno produce una energía capaz de generar el movimiento del motor y, además, produce agua como resultado desechable.
Es decir, el segundo proceso en exactamente el inverso del anterior. Se necesita más energía para la electrólisis que la que se genera en la combustión, lo que hace inviable el proceso completo.
¿Qué hacía Arturo para que su ciclomotor funcionase? Añadía una sustancia secreta al depósito de combustible, unas cuantas piedras minerales que nunca reveló, además de agua de su botijo y arrancaba el motor de su ciclomotor.
Posteriormente, se creyó que las piedras eran de boro, estas reaccionabas con el agua y producía hidrogeno que era el verdadero combustible del motor.
El problema era que el boro en su reacción con el agua se transformaba en dióxido de Boro, material que había que retirar del depósito y recuperar transformándolo nuevamente en mineral de boro, pero esta nueva reacción inversa necesitaba más energía de la que producía el hidrogeno procedente de la reacción del boro con el agua.
Estévez negó que fuera boro, pero siguió sin decir que eran las famosas piedras, solo dijo que era una sustancia formulada por el mismo.
El caso es que no siguió adelante e, incluso, se llegó a formar una sociedad, Aguacar S.A. para la explotación comercial que, obviamente, fracasó.
Denunciado por su socio por estafa, aunque fue absuelto, desapareció sin dejar rastro.
Estévez fue un soñador, adelantado a su tiempo.
Hoy en día hay muchos vehículos que funcionan con hidrogeno y que tienen la ventaja de no ser contaminantes ya que el residuo de la combustión en vapor de agua.
También, hoy se habla mucho del hidrógeno verde, aquel que es obtenido del agua usando la energía eléctrica producida por el viento o por el sol y que puede ser usado en todos los vehículos terrestres, aéreos y marítimo sin producir contaminación.
España por sus condiciones atmosféricas puede llegar a ser una potencia en este tipo de energía, claramente sustituta de las energías fósiles altamente contaminantes usadas mayoritariamente hoy..
Joaquín de la Santa Cinta, autor de «50 héroes españoles olvidados» y “50 mujeres españolas extraordinarias”
Para saber más:
- Navarrete, José. El Motor de Agua. ActualidadMotor.
- Gómez, José Luis. El motor de agua: un invento español de hace 50 años que pudo cambiarlo todo, o no. D Eléctricos.
- Mendía, Alejandro. El motor de agua español, un milagro que tenía truco. El Ágora diario del agua.
- Del Amo, Mario. El misterio del motor de agua de Arturo Estévez Varela. Historias del automóvil. La Vanguardia.