Defensa de las posesiones españolas en el Océano Pacífico. Costas suroeste: La Patagonia chilena: 1ª Expedición de José de Moraleda y Montero en 1786

José Moraleda y Montero, vasco, nacido en Pasajes de San Pedro, navegante y cartógrafo, fue el responsable de llevar a cabo la primera expedición cartográfica al archipiélago de Chiloé. Habían pasado 16 años sin que se hubiera realizado ninguna otra expedición distinta a los viajes misionales que realizaban periódicamente los misioneros franciscanos.
De familia de marinos, ingresó en la Escuela de Navegación de Cádiz, obtuvo su título de piloto. En 1772, embarcó en la urca Nuestra Señora de Monserrat con destino a la división del Pacífico Sur donde transcurrió el resto de su vida.
En 1779, el apoyo español a la independencia de Estados Unidos hizo que se declarara una nueva guerra entre España y Gran Bretaña, guerra que duró hasta 1783 y que acabó con el Tratado de Paris.
Durante la guerra, Moraleda sirvió en los buques españoles enviados a la costa del sur de Chile para defenderlas de cualquier agresión inglesa.
Acabada la guerra, fue ascendido a alférez de fragata a título honorario, continuó navegando por las costas del sur del océano Pacífico hasta principios de 1786, cuando se preparaba para regresar a España, fue reclamado por el virrey para una nueva tarea
Por entonces se había nombrado un nuevo gobernador de Chiloé, Francisco Hurtado del Pino, a quien el virrey, Teodoro de Croix, había encargado el reconocimiento y la realización de planos y cartas náuticas del archipiélago. Para ayudar al gobernador, en marzo de ese año, el virrey confió esa tarea a Moraleda.
Las dificultades que planteaba la navegación en invierno en estas latitudes, lo mantuvieron en Perú hasta noviembre, cuando pudo embarcarse con destino a Chiloé, llegando, en el mismo navío que el gobernador Hurtado, a mediados de diciembre al puerto de San Carlos de Ancud.
Preparó la falúa, El Socorro, y otra piragua en las que embarcó sus instrumentos y víveres necesarios. Formó una tripulación de hombres expertos en la navegación de los canales y zarpó de Ancud a principio de enero de 1787 rumbo sur para circunnavegar la isla grande de Chiloé.
Empleo cuatro meses en la tarea, tomando notas de: la configuración de la costa, las condiciones de navegación de los canales, las mareas, los puertos y la calidad de los terrenos circundantes y su aptitud para el cultivo. Regresó a Ancud a finales de abril. Durante todo el invierno se dedicó a las labores de documentar todos los sobre los datos y planos obtenidos durante el periplo.
Una vez terminados los trabajos de documentación de le expedición, el gobernador de Chiloé le siguió encargando nuevas exploraciones en la costa continental frente al archipiélago
Con la llegada del nuevo gobernador, el coronel Francisco Garóz, continuó haciendo los trabajos de los que estaba encargado: la inspección de las fortificaciones, apertura del camino de Chiloé a Valdivia y cualquier otra nueva misión que le fuera encomendada.
El 5 de febrero de 1790, cuando arribó al archipiélago la expedición de Malaspina, fue Moraleda el encargado de recibirlos en el puerto de Ancud y, siguiendo las órdenes recibidas del virrey, puso a disposición de los integrantes de la expedición los mapas y las informaciones de que disponía como resultado de sus trabajos.
La expedición de Alejandro Malaspina venía de doblar el cabo de Hornos en su viaje de ida al océano Pacífico.
A mediados de abril, Moraleda embarcó con destino a Perú en la fragata Carmen, llegando a El Callao a principios del mes de junio. Entregó al nuevo virrey, Fray Francisco Gil de Taboada y Lemos, copia de sus diarios y planos, entre ellos una carta esférica.
Considerado el mejor piloto del océano Pacifico, fue el responsable de la instrucción y examen de todos los nuevos pilotos, tanto civiles como militares.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, Economista e Historiador