La muerte por la inhalación de monóxido de carbono puede ser dulce y ese es su gran peligro en esta época del año. Hay que extremar las precauciones. Un artículo del doctor Juan José Granizo

Traigo este tema a colación porque cada poco y, especialmente en invierno, ocurren sucesos producidos por la inhalación de monóxido de carbono y porque, como amante de la música, el 21 de enero de 1958, hace ahora 60 años, fallecía el famoso director de orquesta Ataulfo Argenta como consecuencia de esa inhalación y me gusta recordarlo.
Debido al frío, el músico se quedó dentro del garaje de su casa en Los Molinos con la puerta cerrada y con el motor del coche en marcha lo que produjo la letal intoxicación de uno de nuestros más célebres y reputados directores.
En Estados Unidos, se intoxican unas 50.000 personas al año por monóxido de carbono, de las que fallecen el 1 %, es decir, unas 500. En España se calcula que unas 125 personas mueren por esta causa, llegando a 10.000 los afectados.
Son muertes perfectamente prevenibles.
El monóxido de carbono es un gas indoloro e insípido que se produce por la combustión imperfecta de madera y combustibles fósiles (carbón, gas oíl, gas, gasolina) en motores, generadores portátiles, estufas, braseros o cocinas.
Otras fuentes de intoxicación son los incendios y más raramente, la exposición accidental de los trabajadores en la industria.
El monóxido de carbono está formado por un átomo de carbono y otro de oxígeno, de ahí su fórmula química (CO ).
Si la combustión se hace de forma correcta se produce otro gas, no tóxico, que se denomina dióxido de carbono, que tiene dos átomos de oxígeno y cuya fórmula es CO2.
En cualquier proceso de combustión es normal que se produzcan pequeñas cantidades del monóxido que no afectan a la salud.
Pero cuando la combustión se produce en un ambiente cerrado, carente de suficiente oxígeno se generan grandes cantidades de monóxido de carbono, que al acumularse, puede alcanzar niveles letales.
Por tanto, son dos los factores que se deben sumar: una combustión incorrecta y la escasa ventilación. .
El dióxido de carbono no es peligroso, de hecho, lo producen nuestras células en sus procesos metabólicos, pero el monóxido de carbono puede ser letal.
La razón de su toxidad es que impide, de manera irreversible, que la hemoglobina transporte oxígeno desde los pulmones a las células.
La hemoglobina es una proteína presente de los glóbulos rojos y capta el oxígeno de los pulmones y lo libera en los tejidos.
Cada molécula de CO bloquea una molécula de hemoglobina de manera permanente, dejándola inutilizada. De esta manera, la sangre pierde poco a poco su capacidad de transportar el vital oxígeno a los órganos.
Los síntomas que esto provoca son leves e inespecíficos: dolor de cabeza, mareo, debilidad y confusión. La falta de oxígeno en el cerebro provoca sopor y la víctimas se van quedando dormidas.
Las personas que están durmiendo o que han tomado bebidas alcohólicas pueden morir de intoxicación por CO antes de tener algún síntoma. Solo en casos extremos o de intoxicación muy rápida aparecen náuseas, vómitos y dolor en el pecho.
Cuando un 75 % de la hemoglobina ha quedado bloqueada, se produce la muerte de una persona.
La prevención de la intoxicación pasa por tres medidas básicas:
– Asegúrese de que los aparatos tienen una combustión adecuada, realizando las revisiones y el mantenimiento oportunos.
– Mantenga una adecuada ventilación de las habitaciones donde están instalados calderas, motores o braseros. No tenga un coche en marcha en un garaje cerrado más de 15 minutos. No tape o bloquee el paso de aire por las rejillas de ventilación que fija la normativa.
– Instale sensores de monóxido de carbono en estas habitaciones. Eso sí, recuerde cambiarle las pilas periódicamente.
A diario, todos respiramos pequeñas cantidades de CO. Se puede conocer si estamos expuestos a este tóxico midiendo la Carboxihemoglobina en la sangre, que es la hemoglobina que ha quedado bloqueada por el monóxido de carbono.
En sujetos normales, menos del 2,5 % de la hemoglobina es carboxihemoglobina, pero se calcula que un 20 % de las personas tienen niveles altos (más de 2,5%) o muy altos (más del 5,0%) de carboxihemoglobina en su sangre. Esta cantidad de hemoglobina inactiva puede ser decisiva para la vida si el paciente sufre una enfermedad grave.
Este monóxido de carbono tienen tres orígenes: la contaminación atmosférica, la exposición a estufas o chimeneas en el domicilio y – sobre todo – el hábito de fumar.
Fumar no deja de ser, al fin y al cabo, respirar el humo resultante de quemar papel y unas hierbas secas.
Juan J. Granizo, Doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública