4 de mayo de 2021: El día en que Isabel Díaz Ayuso ganó las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, salvó a un desnortado PP y Pablo Casado se lo pagó con una traición
El veredicto de las urnas fue contundente el 4 de mayo de 2021: Isabel Díaz Ayuso arrasó en las elecciones en la Comunidad de Madrid. Ella sola con las siglas del PP sumó más votos que los tres partidos de la izquierda juntos y se quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta, salvando a un PP desnortado y de capa caída que venía de hacer el ridículo en Cataluña pero que sus mediocres dirigente Pablo Casado y Teodoro García Egea no le perdonaron.
Por celos, la misma noche de las elecciones empezaron a conspirar contra Ayuso. Y eso que, en teoría, Casado y la presidenta de la Comunidad de Madrid eran amigos íntimos.
Tras su rotundo triunfo en aquellos comicios anticipados, la dirigente madrileña fue a reclamarle a Pablo Casado que convocara el congreso para que pudiera optar a la presidencia del partido en la región. Pero la pareja de infames dirigentes peperos no quería que concentrara todo el poder orgánico e institucional.
Pero como no podían parar el empuje político de Isabel, Casado y Egea conspiraron contra ella de mala manera. Se negaban a convocar el Congreso regional de Madrid con soterradas amenas de destapar un caso de corrupción del hermano de Ayuso. Algo repugnante y delictivo.
A la cúpula del PP había llegado en septiembre el chivatazo de que el hermano de la presidenta cobró una comisión de 286.000 euros por participar en la compra de mascarillas para la Comunidad de Madrid durante la primera ola de la pandemia a través de la empresa Priviet Sportive, propiedad de un amigo de la familia.
La dirigente regional se negó durante semanas a dar explicaciones cuando la oposición también empezó a hacer alusiones al asunto en la Asamblea de Vallecas aduciendo que era una cuestión privada.
Por ese motivo la siniestra dirección del PP nacional trató de investigar a la familia de Ayuso (madre, incluida) y trató de contratar a la agencia de detectives Mira, que rechazó la oferta porque lo consideraba “ilegal”.
La exclusiva de EL MUNDO sobre el intento de contratación de esta agencia de detectives a través de una empresa del Ayuntamiento de Madrid para investigar al entorno de la presidenta regional fue la espita del estallido en público de un conflicto hasta ese momento había permanecido larvado.
Cuando esta información salió a la luz el pasado mes de febrero, Ayuso acusó directamente a Casado y a su núcleo duro de estar detrás de esa trama de espionaje para intentar destruirla.
Al final, acabó confirmando en un comunicado oficial que Tomás Díaz Ayuso había recibido un único pago “legal” de 55.850 euros, cobrado por haber hecho un trabajo en China.
Isabel Díaz Ayuso era ya un torbellino político. Un fenómeno de masas que se había ganado a la población madrileña durante la pandemia por su política de medidas razonables frente al Covid.
El pulso entre la dirección nacional de Génova y el Gobierno de la Puerta del Sol, que ocupó tantas páginas de periódico durante meses, terminó con la salida del infantil líder del PP Pablo Casado y de su inefable conspirador Teodoro García Egea por la puerta de atrás.
Y raro es que no los imputen todavía por revelación de datos personales privados.
Hoy, como decíamos, al principio, se cumple un año de aquella victoria de Isabel Díaz Ayuso que salvó a un desnortado PP y Pablo Casado se lo pagó con una traición. Y hay que celebrarlo.
Y, por supuesto, recordar que la alcaldesa de Pozuelo Susana Pérez Quislant fue puesta a dedo en Pozuelo por aquella infame pareja de inútiles.
Redacción