El Fantasma de don Agustín comenta la desidia en el quehacer municipal, especialmente, en Medio Ambiente que, incluso, permiten que unas cotorras invasoras nos atruenen a diario

¡Me malicio que lo están haciendo adrede!
No a que los hayan puesto, sino a que no se aprecia que tengan ningún interés en retirarlos.
Sí, me estoy refiriendo a los nidos que han proliferado en el árbol situado cerca de mis aposentos. Son unos nidos, no ya enormes, sino casi gigantescos. Los habitan unos estruendosos pájaros de los que no tenía conocimiento y que estoy seguro no existían, en mis tiempos, por estos lares de Pozuelo.
Al final, gracias a mis pesquisas, he logrado enterarme de que se llaman “cotorras”. Y nunca, a fe mía, se ha puesto un nombre a un pájaro con tamaña precisión. ¡Y es que, no paran de hacer ruido!
Desde la mañana a la noche atruenan con sus cánticos este torreón y, al no tener ni un momento de descanso, están consiguiendo acabar con mi ya mermado sosiego.
Decía, que creo que los responsables, de eso que llaman medio ambiente, no los retiran por aquello de fastidiarme. No cabe otra explicación. Es un árbol situado junto a la Casa y resulta imposible que, los que aquí habitan, no hallan reparado en su presencia. Y aunque los concejales no suelen caminar mucho por las calles de la villa, al menos los habrán escuchado cuando salen a tomar café a los bares próximos.
Bueno, si cabe otra explicación, pero, en mi inocencia, me resisto a darla por válida. Y esa explicación se puede resumir en una sola palabra: desidia.
Comprendo que los responsables de medio ambiente habrán estado muy ocupados con ese macro contrato de limpieza viaria. Un contrato de servicios que no es “moco de pavo”. Y que, tras mucha preparación, mucho estudio y fina valoración, finalmente se ha adjudicado a los mismos que lo estaban haciendo ya. Eso sí, por un importe mayor.
Pero, pese a ello, deberían mostrar más diligencia en solucionar las cosas del día a día. Esas pequeñas cosas que hacen más habitable la ciudad. De nada sirve inaugurar nuevos espacios verdes, salvo para las fotos de rigor, si luego no se mantienen en debida forma. Si, por esa desidia que les comentaba, dejan que éstos se vayan deteriorando irremisiblemente.
Porque eso que les comento no sucede únicamente con el Parque Forestal, aunque ello constituya ya una circunstancia clamorosa. Sucede también con muchas pequeñas zonas verdes distribuidas por todo el término municipal, aún cuando su repercusión en los medios no sea tan importante.
Aquí parece que solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, como sucedió tras la borrasca Filomena. Entonces se tuvo que hacer, y de forma extrema, lo que no se había venido haciendo de forma continuada.
Una labor de mantenimiento periódico de la masa arbórea que, tal vez, hubiese contribuido a que los destrozos que ocasionó la borrasca hubiesen sido menores.
Pero eso del trabajo diario es una labor oscura que no es susceptible de salir en las noticias de la revista municipal.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”