La leyenda de Juana García (La Dama de Arintero), la mujer que luchó como hombre para defender su honor, llegando a recibir un golpe en combate que dejó sus pechos al aire
En el último cuarto del siglo XV, después de la muerte del rey castellana Enrique IV, el Impotente, y antes sus dudas y cambios en el nombramiento de su sucesor, estalló la guerra de sucesión del Reino de Castilla. Por entonces la reclamación al trono se centraba en dos candidatos: el rey portugués Alfonso V, quien defendía los derechos de su sobrina, y reciente esposa Juana de Castilla, la Beltraneja; y la hermana de padre de Enrique, Isabel I de Castilla.
Isabel estaba casada con Fernando de Aragón, rey consorte de Castilla y príncipe heredero de Aragón en el momento de iniciarse la guerra, lo que le dio a esta las características de una guerra civil en Castilla entre los partidarios de Juana e Isabel y, al mismo tiempo, fue una guerra internacional al intervenir Portugal en Castilla y Francia en Aragón.
En 1475, los portugueses invadieron Castilla en apoyo de los partidarios de Juana dando comienzo a la guerra civil, guerra que duraría hasta septiembre de 1479. Terminó por el tratado de Alcaçobas, con los Reyes Católicos confirmados como reyes de Castilla; Juana, renunciando a sus derechos al trono y obligada a pasar el resto de sus días en un convento en Coímbra, y unos acuerdos matrimoniales entre ambas coronas.
Cuando se confirmó el cruce de la frontera por el ejército portugués, Isabel y Fernando ordenaron reunir a su ejército y fijan como punto de concentración Benavente. Allí tenían que reunirse sus partidarios a razón de un voluntario por cada familia.
Pero existía, y aún existe, un pueblo situado en el norte de la provincia de León, en la cordillera Cantábrica, llamado Arintero. El hidalgo Juan García, señor del lugar, hombre veterano de las guerras de las fronteras con Granada, dada su avanzad edad, no podía acudir en ayuda de sus señores. Tampoco podía enviar a nadie en su nombre, los frutos de su matrimonio con Leonor habían sido siete hijas, y las mujeres tenían vetado ir a la guerra. En tales circunstancias, además de una deshonra para la familia, era la primera vez que un señor de Arintero no acudía a la llamada real y la ausencia podía volverse peligrosa. Se trataba de una guerra civil donde la ausencia familiar podía ser señalada como una mancha en su honor.
Una de sus hijas, Juana, al ver a su padre tan preocupado, y por las críticas a su madre por parido únicamente hijas, decidió dar un paso adelante y ofrecerse a ser la ella la que fuera a la guerra en nombre de la familia. Teniendo en cuenta que con su gesto estaba violando todas las leyes que civiles y religiosas que impedían a las mujeres acudir a la guerra y que, por ello, estaba expuesta a muy graves penas, tuvo que vencer una fuerte oposición de sus padre, pero estos acabaron aceptando la propuesta y se prepararon para transformar a Juana en un perfecto caballero.
Se sometió durante meses a intensos entrenamientos, dirigidos por su padre, para poder desarrollar su cuerpo y alcanzar las cualidades mínimas necesarias para ser caballero: saber montar, manejar las armas, soportar el peso de la armadura, etc., además de confeccionarse unas popas adecuadas para disimular su feminidad y cambiar su físico para no parecer una mujer.
Conseguido su propósito, adoptó el nombre de Diego Olivares y se puso en marcha hacía Benavente, donde los reyes habían plantado sus reales.
Las transformaciones que había sufrido su cuerpo después del duro entrenamiento a que lo había sometido y el aspecto que presentaba con sus ropas de varón, no hicieron sospechar al escribano que la incluyó entre las huestes de los Reyes Católicos.
En los meses siguientes, su valor, esfuerzo y habilidad en el combate, le hizo ganar justa fama de buen y esforzado caballero. Fue uno de los caballeros que, cuando en diciembre se sublevó Zamora contra los partidarios de Juana, ganaron una de las puertas de la muralla y así garantizaron que el ejército entrara en la ciudad para asegurar su fidelidad a los Reyes Católicos.
Pero la acción más importante y decisiva para nuestra heroína fue la batalla de Peleasgonzalo, conocida por la batalla de Toro. Peleasgonzalo es un pueblo de la provincia de Zamora, en las riberas del río Duero y ubicado entre Zamora y Toro.
A principios de febrero de 1476, el ejercito portugués que había cercado al rey Fernando en Zamora. Pero, en pleno invierno, el cerco se hacía muy duro para el ejército portugués que tenía que soportar las duras condiciones meteorológicas a la intemperie o con medios precarios de protección, por lo que el rey Alfonso decidió abandonar el cerco. El día 1 de marzo levantó el campamento y se retiró a la cercana ciudad de Toro donde estaba situada su base principal.
Al darse cuenta de la maniobra, Fernando salió con sus tropas en su persecución, encontrándose ambos ejércitos en Peleasgonzalo.
Iniciada la batalla entre la niebla y la lluvia, la batalla no resultó tener un claro vencedor, por una parte, el rey portugués tuvo que retirase del campo al ver desechas las tropas bajo su mando, sin embargo, su hijo, con aquellas otras a su mando, derrotó a las que se le enfrentaron y quedó con el campo de batalla en su poder.
Durante el combate se descubrió el verdadero género del caballero Olivares. Se cuentan dos versiones a saber: la primera, Juana fue descubierta mientras se bañaba en el rio Duero, pero con la temperatura de finales de febrero, primeros de marzo, cuyo rigor había hecho que el ejército portugués tuviera que abandonar el cerco de Zamora, no creo que sea la más fiable; la segunda, que, en el fragor del combate, un lance de este le produjera un desgarrón en la ropa que protegía su torso dejando al descubierto sus pechos.
Inmediatamente fue retirada del combate y llevada a presencia del Almirante de Castilla quien, después de reprenderla severamente por lo que había hecho, le hizo saber, entre amenazas y acusaciones, la gravedad de los hechos que le podían acarrear penas de excomunión y llevarla ante el patíbulo por haberse saltado todas las leyes civiles y religiosas del reino. Juana tuvo que descubrir su verdadero nombre y las razones que le habían llevado a hacer lo que hizo.
Para decidir su suerte, terminada la batalla, fue llevada a presencia del rey Fernando que, asombrado por su valor, osadía y destreza, le concede: la hidalguía, privilegios para su familia y su pueblo y la licencia del ejército.
Convertida en una heroína que había cumplido con los deberes familiares para con sus reyes y, además, había conseguido privilegios para su pueblo, inició su retorno a casa.
Hasta aquí los hechos parecen reales en función de la escasísima documentación localizada, a partir de ahora, se inicia la leyenda.
Parece ser que, a la reina Isabel no le gustó la solución adoptada por su marido, para ella lo hecho por Juana iba contra todas las leyes humanas y divinas y debía ser castigado.
Juana portaba un documento consigo donde constaban los privilegios concedidos por el rey. La reina envió a un grupo de hombres tras de ella para arrebatarle el documento y destruirlo.
De camino a su pueblo, Juana se paró a saludar a unos parientes que habitaban un pueblo próximo, La Candana. Allí, mientras jugaba una partida de bolos, fue alcanzada por sus perseguidores que le pidieron el documento, pero Juana ya no lo tenía. Recelosa de que le fueran arrebatados los privilegios concedidos por el rey, se lo había dado a un pariente que para que lo llevara a su pueblo para ponerlo a salvo.
Comenzaron a pelear entre ellos, y, a partir de aquí: unos dicen que Juana murió en la lucha de forma valerosa como siempre había peleado, y otros cuentan que sobrevivió al combate, logró escapar y llego a casarse poco después.
Lo cierto es que su gesta se convirtió en leyenda. Hoy día se encuentra en Arintero: una supuesta casas de Juana, reconstruida después ser destruida durante la Guerra Civil; el escudo heráldico del pueblo, y una leyenda que dice:
Si queréis saber quién es
este valiente guerrero,
Quitad las armas y veréis
ser la Dama de Arintero.
Conoced los de Arintero
vuestra Dama tan hermosa,
Pues que como caballero
fue con su rey valerosa.
Joaquín de la Santa Cinta, historiador. Autor de «50 héroes españoles olvidados»
Para saber más:
- La sucesión de Enrique IV. Isabel del Val Valdivieso. Universidad de Valladolid.
- La Batalla de Toro (1746). Boletín de la Real Academia de la Historia. Cesáreo Fernández Duro.
- Guerra de Sucesión Castellana. Historia de España.
- La Dama de Arintero, la mujer caballero. KRIPTEIA MILITES HISPANI.
- La Mulán leonesa de Arintero. Tito Batán. Revistadehistoria.es.
- La Dama de Arintero. Maximiliano González Flórez. Saber mas.es.
- Leyendas de León: La Dama de Arintero. Soy Rural. Es.