Inteligencia Artificial: La medicina más segura y más eficaz que ya ha llegado (para quedarse). Los caminos que abre son inconmensurables. Un artículo del doctor Juan José Granizo

Hace años, cuando oíamos hablar de inteligencia artificial, era sinónimo de ciencia ficción.
Quizás, la imagen más característica de ella, ha sido la de HAL 9000, el supercomputador de “2001. Una Odisea del Espacio”, la novela de Arthur C. Clarke, aunque no ofrecía una buena imagen de la inteligencia artificial, precisamente.
Hace unos pocos meses, la American Medical Association (AMA), la principal asociación de Médicos de los Estados Unidos elaboraba un documento para explicarle, tanto a sus médicos como a la población en general, en qué casos concretos tanto unos como otros pueden recurrir a la Inteligencia Artificial como segunda opinión médica o como herramienta auxiliar de diagnóstico.
El documento viene como respuesta a las primeras herramientas de inteligencia artificial aprobadas este año por la Food and Drug Administration (FDA), la agencia encargada de regular la comercialización de medicamentos y aparatos sanitarios en los Estados Unidos.
La inteligencia artificial ya no es ciencia ficción. Es, a día de hoy, realidad.
Una realidad que todavía le cuesta entender a nuestros cerebros de primate venido a más, lo que incluye los cerebros de la mayoría de los médicos que todavía no acaban de entender la revolución que se avecina.
En los últimos dos años una marea imparable de aplicaciones de Inteligencia Artificial se han desarrollado con un innegable éxito y esto es sólo la primera generación de ellas. Lo que nos espera es inimaginable.
La Inteligencia Artificial, hasta ahora, no ha demostrado ser perfecta, pero no es necesario que una nueva tecnología sea perfecta. Ninguno de los avances tecnológicos de la humanidad lo han sido, ni lo son.
La aviación, la electrónica o los medicamentos llevan muchos años de continuas mejoras y aunque son cada vez mejores, todavía tienen fallos.
Pero tenemos y apreciamos estas tecnologías por que han supuesto un gran avance con respecto a las que previamente utilizábamos.
En ese aspecto, la Inteligencia Artificial está demostrando ser mucho más fiable que el mejor de los médicos interpretando pruebas diagnósticas como electrocardiogramas, un fondo de ojo, una radiografía o, incluso, detectando el riesgo de suicidio por el tono de la voz o la construcción de una frase.
Hay dos claves que hacen que la inteligencia artificial en medicina sea útil.
En primer lugar, la capacidad de aprendizaje, que hasta ahora se suponía que era un privilegio exclusivamente humano. Cada vez que un programa de inteligencia artificial recibe datos de un paciente puede “almacenarlos” de la misma manera que los médicos adquieren experiencia viendo pacientes. Pero lo hacen a una velocidad infinitamente mayor, sin fallos de memoria y sin errores de interpretación.
En realidad, en unos minutos, una herramienta de inteligencia artificial puede acumular más experiencia que un médico veterano en toda su vida.
Gracias a las modernas tecnologías de la información no es uno, si no miles de médicos los que pueden alimentar ésta casi infinita capacidad de aprendizaje de las máquinas.
La otra propiedad de la inteligencia artificial es relacionar miles de variables entre si, encontrando relaciones entre ellas que serían imperceptibles para el cerebro humano, ni siquiera recurriendo a los procedimientos científicos “modernos” disponibles hasta ahora.
Esto permitiría anticiparse a un efecto adverso de un medicamento o buscar el tratamiento más seguro y eficaz para un paciente de manera individualizada.
Las herramientas actuales son útiles, pero parciales. Hacen una cosa o unas pocas de una manera extraordinariamente eficaz, pero la herramienta de inteligencia artificial que detectará una retinopatía diabética meses o años antes que su oftalmólogo no sirve de nada para evaluar un electrocardiograma, aunque su cardiólogo dispondrá de otra herramienta para esa labor.
Una de las utilidades más importantes de la inteligencia artificial será la posibilidad de tener acceso a ella desde una terminal de móvil lo que permitirá dar una cierta asistencia sanitaria sin la necesidad de que el médico esté presente.
Imagine lo que esto puede suponer en zonas remotas de África o en la medicina rural, sin ir tan lejos.
Volviendo a la ciencia ficción, estamos muy lejos de una máquina que nos diagnostique y nos cure a la vez como vemos en las películas, pero la carrera ha empezado y nuestro conocimiento crece exponencialmente año a año.
La inteligencia artificial nos ofrecerá una medicina más segura y más eficaz. Le queda mucho, quizás menos de lo que pensamos, para que sustituya a los médicos.
Por el momento, trabajaremos juntos.
Ya veremos si somos capaces de hacerla más humana, de abaratar sus costes para generalizar su uso y de mantener la necesaria confidencialidad de la ingente cantidad de información que procesa.
Juan J. Granizo, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública