En recuerdo del 80 aniversario del aterrador y olvidado bombardeo de Cabra, provincia de Córdoba, (ciudad de la vicepresidente Carmen Calvo) llevado a cabo por la aviación republicana
Envueltos en lo políticamente correcto, siempre contra la derecha, siempre contra los católicos, en ambos casos con total merecimiento por su maricomplejismo y acobardamiento, con el añadido de la jefatura eclesiástica defensora de nacionalismos y populismos -mírese Cataluña y el País Vasco y recuérdese al primado madrileño, monseñor Ossoro con la podemita Rita y su despelote complutense- y en un ambiente político nacional, tan parecido y tan bien relatado, recientemente, por Rosa Díez en su artículo para El Mundo en el que recordaba que la suma de las izquierdas, los nacionalistas, sindicalistas y terroristas -en aquel momento se incluían a los republicanos varios -y el inestimable e imprescindible apoyo del PSOE, estaban forjando un cordón sanitario -, nada nuevo, pues el mismo ya fue realizado tras la victoria de la derecha en el 33, al impedirles formar gobierno…- que nos lleva a un camino tortuoso y difícil en el que el enfrentamiento de ideas se lleva, más allá, de la compostura adecuada y el respeto debido: o nosotros o ellos.
Y este ambiente, con el añadido del traslado de los restos del dictador y las horas de televisión que nos acarrean y los ríos de tinta que consume, de polarización con el único objetivo de apartarnos de lo que de verdad importa: familia, trabajo, salud, futuro…, nos desvía de las efemérides que tenemos que recordar, para homenajeando a los fallecidos, como es la ocasión, no perdamos de vista la lección para poder superarla y no volverla a repetir. Cosa que no será fácil, visto como nos gusta trasladar ignorancia, para comprar votos.
Los vecinos de Cabra (Córdoba) se despertaron aquel 7 de noviembre de 1938, imagino, con la tranquilidad contenida de que el frente de guerra estaba muy lejano -la línea principal estaba en el Ebro y muy decantada para las fuerzas de Franco-, día por cierto de mercado, no creo que hubiese demasiadas cosas, pero sí las suficientes para animar a los egabrenses y poblaciones aledañas para visitarlo y disfrutar del día.
La irrupción de tres Katiusha y las veinte bombas arrojadas sobre el mercado y el centro de la ciudad dejaron un reguero de 109 muertos y más de doscientos heridos con el único objetivo de matar por matar al no ser ni enclave militar, ni punto estratégico, ni por supuesto oportunidad de recuperar terreno y abrir una ofensiva republicana, ya en retirada y al borde de la derrota.
Este 7 de noviembre se cumplen 80 años de una matanza innecesaria y desconocida para la mayoría de los españoles, pero claro, ni hay cuadro, ni hay Picasso, ni por supuesto fue contra el bando republicano. Como tampoco hay un partido nacionalista, pasará como casi siempre, desapercibida, con un breve en los noticiarios, que lo den, y los egabrenses seguirán lamiendo sus recuerdos y su muertos en la soledad y casi vergüenza porque fueron presa de las fuerzas dizque” de la libertad”.
Seguro que cuando se lo expliquen a los ciudadanos de Rumanía, la extinta Yugoslavia, la antigua Alemania del Este – les recuerdo que se denominaba Democrática – y las repúblicas hoy huidas de la finiquitada URSS, entre otras, les explicarán lo que bajo ese concepto interpretaban los gobiernos de los regímenes comunistas citados (hablando en el ámbito europeo).
Ahora que llega la Navidad y que los regalos acompañan tantas y tantas buenas acciones, además de la de dejar de fumar, bajar de peso y aprender inglés, bueno sería que nos regalásemos, para perder complejos y ganar autoestima el libro de Mª Elvira Roca Barea: “Imperiofobia y Leyenda Negra”.
Menos de quinientas páginas que nos recordarán que el Parlamento empezó en León y que por donde pasó España siempre hubo cultura y respeto a los lugareños, mejorable sin duda, pero (¿cuántos aborígenes existen en Australia tras el paso de la “civilizada” Albión? y en USA ¿cuántos navajos, apaches y demás quedan? y en Holanda, Alemania y Francia ¿cuántas brujas quemadas?).
Léanlo y seguramente podrán cambiar vergüenza por orgullo, deshonor por dignidad…, descubriendo el porqué de tanto rencor a lo nuestro.
Pero retornando a Cabra, de donde dicho sea de paso en al Vicepresidente del Gobierno Carmen Calvo, que sirva este reconocimiento para lo que nunca debió ocurrir y para mostrarles a todos los egabrenses que el día 7 de noviembre los tendremos presentes.
Descansen en paz los 109 muertos del bombardeo y todas las víctimas de nuestra guerra civil que fueron, muchas más, que las en la misma fenecidas.
A. Nogueiro