El Gobierno de Pozuelo esconde un homenaje a la Policía Nacional en el día de sus patronos y desaprovecha una ocasión para reivindicar su labor en defensa de la democracia
No entiendo la política que lleva a cabo el Gobierno de Pozuelo o, mejor dicho, su alcaldesa. Comprendo que Susana Pérez Quislant está atravesando un momento personal delicado y que su Gobierno está roto, pero la política es incansable y no espera.
No entiendo tampoco la postura del PP, del nuevo PP de Pozuelo de Alarcón. Comprendo que su nuevo presidente esté muy atareado y no tenga tiempo para nada y que su nuevo secretario general esté más perdido que el barco del arroz, pero la política es depredadora y no espera.
Y ayer no esperó.
Ayer, se celebraba el día de la Policía Nacional, el día de los Santos custodios. Y ayer se cumplían 24 horas desde que esa misma policía nacional estaba sufriendo, junto a la Guardia Civil, un acoso brutal por parte del independentismo catalán y de algunos partidos políticos y de sus terminales mediáticas. Un acoso injusto. Tremendo. Y sólo por el hecho de cumplir con su deber. De cumplir con el mandato de una juez como obliga el Estado de Derecho.
El acoso era tan brutal que les acusaban de haber causado casi 900 heridos en sus cargas contra los ‘pobres manifestantes’, una cifra inventada pero que hizo que saltasen las alarmas en media Europa. No había datos reales de hospitales ni certificaciones del hecho pero la Europa farisea se echaba las manos a la cabeza, como si la policía alemana o francesa fuesen unos angelitos.
Pero el caso era que la Policía Nacional española estaba recibiendo ataques de todo tipo que la acusaban (ay, Ada Colau, mientes más que ves), incluso, de acosadora sexual.
Pero en medio de ese brutal ataque, cuando la Policía Nacional estaba más necesitaba de apoyo, en el día de su patrón (un momento fantástico para reivindicar su misión en una sociedad libre y democrática) en Pozuelo de Alarcón, una ciudad en la que hay cuartel de esa Policía Nacional, el Gobierno de la villa le realizó un acto simbólico casi obligado. Y, desde luego, casi clandestino. Del que nadie se enteró porque ni lo promocionaron ni informaron de ello.
Ayer, con un Pozuelo lleno de banderas españolas en los balcones, ni el Gobierno de la villa ni el partido que lo sostiene en el Ayuntamiento tuvieron la grandeza política necesaria como para rendirles un homenaje importante. No saben y están muerto. Era un momento político importante para España y para reivindicar la labor de la Policía Nacional en una sociedad democrática pero pasó por encima. Ni siquiera informó oficialmente. Laura Pérez de Ziriza está a otros temas y Alberto Tomé a otras más. Este Gobierno de Pozuelo está a todo menos a lo que tiene que estar. Como será la cosa que no estuvo presente ni el concejal de Seguridad Gerardo Sampedro. Otro dato inaudito.
Hoy, curiosamente, nos hemos despertado con las noticias de que los casi 900 heridos civiles catalanes no eran tantos ni muchísimo menos y que las cifras se iban dando a voleo, como arma política, y que los heridos de verdad fueron los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 431 policías y guardias civiles fueron heridos mientras defendían las leyes y el mandato judicial. Asombroso. Jamás una policía, pese a sus medios antidisturbios, sufrieron ese desgaste. En ningún país del mundo pasa. Y todos los heridos están contabilizados y certificados.
Pero los dirigentes políticos de Pozuelo de Alarcón sólo están para hacer bellas e interesantes declaraciones institucionales en los Plenos.
Una pena. Los vecinos ni se enteraron. Y era muy importante que lo hicieran. Incluso, políticamente. Hoy, en Cataluña, sigue habiendo acoso a la Policía y a la Guardia Civil con una huelga política.
Pozuelo de Alarcón no se merece que estos políticos lo gobiernen. Ni saben ni quieren.
El Capitán Possuelo