El invierno se acaba. Empiezan las alergias. Un artículo del Dr. Juan José Granizo

Muchas personas ven con preocupación el final del invierno. Casi diez millones de españoles, una cuarta parte de la población, padece algún tipo de alergia y la mayoría de ellos sufren alergia al polen.
Se puede tener alergia a cualquier sustancia: productos químicos, incluyendo medicamentos o alimentos, hongos, partes de animales (desde pelos de gato a ácaros). Pero en estas fechas el problema es la alergia al polen debido a su gran incidencia y repercusión funcional.
La alergia es una enfermedad producida por una respuesta no adecuada del sistema inmunitario cuando entramos en contacto con sustancias externas más o menos comunes, que no resultan agresivas para la mayoría de las personas. A las sustancias que desencadenan una respuesta inmune no adecuada se las denomina alergenos.
Si hablamos del polen, éste viene transportado por el aire y entra en contacto con nuestro organismo a través de las conjuntivas oculares, nariz y faringe.
Los síntomas de la enfermedad están ocasionados por la respuesta para eliminar el polen: la tos y los estornudos son el esfuerzo de las vías respiratorias para expulsar físicamente el polen de ellas. El lagrimeo y la nariz goteando intentan lavar esa sustancia de las mucosas. Las reacciones celulares que ocurren en ojos, nariz o garganta provocan inflamación y las percibimos como picor, ardor y congestión nasal.
Cuando el polen elude los filtros de que dispone el organismo y llega a los bronquios aparecen los síntomas del asma, que es un paso más en la gravedad de la alergia. Como ocurre en las vías respiratorias altas, los bronquios producen inflamación con tos y secreción mucosa. Pero el edema obstruye la luz bronquial dificultando el paso del aire, lo que se percibe como pitidos y una angustiosa sensación de ahogo.
El conjunto de todos estos síntomas hace imposible realizar una vida normal, especialmente en niños, donde el asma puede ser incapacitante.
Si padece signos como los descritos, lo primero que tiene que hacer es acudir a un médico para hacer un diagnóstico adecuado de la enfermedad.
Evite la automedicación. Muchos de los medicamentos eficaces tienen efectos adversos que pueden ser importantes. No hay dos pacientes iguales: lo que puede ser útil para uno puede estar contraindicado para otro.
Algunas medidas de higiene básica le pueden ser útiles:
- Cierre las ventanas para prevenir que entre el polen en la casa. Para ventilar una vivienda solo son necesarios 5 minutos. Cierre las ventanas del automóvil al viajar.
- Evite la actividad física temprano porque generalmente el polen se emite de madrugada o a primera hora de la mañana. Salga de casa lo indispensable los días con mayores recuento de polen.
- Cuide el mantenimiento del aire acondicionado en casa y en el coche.
- No corte el césped ni se ponga cerca cuando esté recién cortado; el corte del césped agita el polen.
- No cuelgue sábanas ni ropa a secar al aire libre. El polen puede acumularse en ellas.
- Emplee una mascarilla de protección (tipo quirúrgico o de alta seguridad) para no respirar partículas de polen.
El tratamiento de la alergia al polen tiene dos pilares básicos: el sintomático y la inmunoterapia.
El tratamiento de los síntomas es eficaz para reducir la intensidad de los mismos cuando se presentan pero no afecta al curso de la enfermedad. La inmunoterapia, conocida popularmente como «vacuna contra la alergia», es el único tratamiento potencialmente curativo. Es un tratamiento que debe ser administrado por un médico especialista y que es personalizado en función de las características del paciente.
Actualmente constituye la única esperanza real para muchos pacientes, aunque por desgracia no en todos los casos está indicada ni resulta efectiva por completo.
Se ha especulado sobre «el exceso de higiene» y la creciente incidencia de alergias. Hay experimentos que demuestran que las ratas de alcantarilla casi no presentan alergias, mientras que las descendientes de esas ratas criadas en laboratorio desarrollan la enfermedad con mucha mayor frecuencia. Hace un par de años saltó a la prensa un estudio hecho en EEUU entre los Amish, una secta que vive en ambiente rural con la tecnología del siglo XVIII, demostrando que padecían una bajísima incidencia de alergia. Es lo que se llama el «efecto granja».
¿Un exceso de limpieza aumenta el riesgo de alergia?. Aunque los datos son sugerentes hay otras explicaciones: la presencia de alergenos en los alimentos industriales, la contaminación ambiental o la exposición a las bacterias y hongos pueden tener mucho que ver con la creciente incidencia de alergia en nuestro entorno. Todavía es pronto para saberlo.
Por el momento, si padece alergia al polen, es bueno conocer los niveles de polen en su ciudad para prevenir molestias. Para los pozueleros que nos lean pueden entrar en la Web de la Comunidad de Madrid (teclear en cualquier buscador «Madrid polen» les llevará a ese sitio) y suscribirse por SMS al servicio de información de la Red Palinológica de la Comunidad de Madrid.
Para saber más: http: //www.seaic.org/pacientes.
Juan J. Granizo, Doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública