A la política hay que llegar llorado y con los deberes hechos, señores concejales de la Oposición de Pozuelo, lo demás es de políticos mal criados

Se veía venir. Nadie pone eternamente la mejilla para que se la partan todas las veces que les venga bien al adversario político, por muy cristiano que sea. Ni Ulecia.
Todo era previsible. El PP (el Gobierno) de Pozuelo lleva meses y meses aguantando que le partan la cara. No hay Pleno mensual en el que no sea burlado y ridiculizado por la Oposición. Sus miembros son torpes, políticamente hablando, y trabajan poco. Campo abonado. Y si a eso se une que la alcaldesa Quislant solo vive para su proyección político-personal, es lógico que reciban más palos que una estera. Pero todo tiene un límite. Era predecible que reaccionase con furia. Esto es política.
Y ocurrió el viernes pasado. Tras un Pleno del jueves, en el que el Gobierno hizo el ridículo y volvió a ser vapuleado como un muñeco de feria por la Oposición, saltó como un gato encerrado acusando al líder de Podemos en Pozuelo de pedir un piso de protección oficial, cobrando 49.000 euros al año, y de paso, meter en el paquete a las concejalas Elena Moreno del PSOE y a Marta Espinar de Ciudadanos en el paquete. Jugada perfecta. De estas dos últimas no dicen lo que cobran pero se supone que, entre lo que cobran del Ayuntamiento más lo que cobran en las empresas privadas en las que trabajan, es dinero suficiente como para no tener derecho a un piso de protección oficial.
La noticia está, claramente, filtrada por el Gobierno aunque el asunto es público porque, una vez que se anunció en el BOCM la resolución de tema, el listado con todos los nombres se publicó en la web municipal. Y, a partir de ahí, lo único que pueden hacer los citados concejales es ir al Registro General del Ayuntamiento y presentar un escrito renunciando a estar en esa lista y a la posibilidad, por tanto, de que les toque el piso en alquiler. Lo único. Todo lo demás, todo lo que han hecho es de políticos malcriados y caprichosos.
No hay que llorar por la leche derramada. No hay que echarle la culpa al periódico ABC, podemita, por haber publicado una noticia. No hay que intentar justificarse diciendo que esa solicitud es de hace 7 u 8 años, señores concejales. La política no es un juego y a ella hay que llegar llorado y con los deberes hechos. Lo que han hecho estos tres concejales ha sido de un amateurismo supino. Cosa de aficionados. Y los aficionados deben quedarse en casa a jugar al Monopoly y no aspirar a representar a los vecinos de esta ciudad.
Los han pillado, porque los han pillado de pardillos, tienen que tragar y reconocer su error de no haberse borrado de la lista a tiempo. No valen excusas. Ya no vale “Señorita, que yo no me acordaba”. En política, no.
Un político de la Transición me dijo un día que para ser político se tenía que desayunar a diario un sapo vivo y que, a partir de ese momento, uno ya no se inmutaría por duras que viniesen las cosas. Me da que estos jóvenes políticos no están preparados para la política.
El Gobierno de Pozuelo ha hecho lo que debía. Defenderse. El diario ABC ha hecho lo que debía. Publicar la noticia. Los concejales de la Oposición de Pozuelo no han hecho lo que debían. Debían borrarse de la lista. Esta misma mañana deberían estar presentando su renuncia y asumir su error. Lo demás, insisto, es de chiquillos malcriados jugando políticos.
Lo del podemita, en cualquier caso, me llama especialmente la atención… Debe sentirse intocable. En su lamento se le olvida que el Gobierno de Pozuelo ya le ha perdonado la vida política dos veces. La primera tras la burla de la jura o promesa de su cargo. La segunda, cuando este periódico descubrió que había participado en una pelea tabernaria. Una pelea por la que está imputado y en la que, al margen de su inocencia (que yo sí la presumo), conculcó la venerable dignidad de ser concejal de Pozuelo. Un concejal de Pozuelo, señores, no se puede andar peleando por el mundo.
Ningún concejal de Pozuelo, por otra parte, está imputado. Solo él. Y que nadie me cuente la milonga de las dos varas de medir, que ya me las sé.
Y en los dos casos le perdonaron políticamente. Doña Elvira García no quiso (blandurrismo político se llama eso) negarle la condición de concejal tras aquella gansada y la alcaldesa de Pozuelo, en plan gallina clueca, le acogió bajo sus alas como si de un polluelo descarriado se tratase en lugar de ponerle en su sitio político. Al principio de la legislatura, Quislant se sentía la gran madonna. Y le ha estado tapando hasta el Pleno de septiembre en el que Félix Alba le recordaba muy levemente su imputación. No sé, entonces, por qué este caballerete llora tanto.
Qué raro olvidan algunos que cobran de los impuestos de los contribuyentes y que nadie obliga a nadie a ser político. Pero, si se es político, hay que cumplir fielmente con las obligaciones del cargo. Lo dice el texto de la jura o promesa.
Y esas obligaciones son muchas.
El Capitán Possuelo