Ganarnos por el estómago. Pozuelo culinario, otra ronda más
Cualquier acto social que se preciase, en el pasado, era consustancial a las viandas que se proporcionasen a los participantes. Tradición que se fue tornando y orientándose más hacia la bebida y otro psicotrópicos debido al devenir del modernismo y a las nuevas orientaciones sociales.
La crisis que sufrimos, uno no sabe muy bien cuál, desde hace más de doce años reflejada en la mal llamada: “prima de riesgo”, supuso que el conjunto de la ciudadanía descubriese lo que los vínculos familiares significan en el entorno político, mucho más allá del aspecto nepótico y prevaricador que con los mismos se suele dar. Para llegar a la misma conclusión inicial y que también definió la madre del sindicalista andaluz – víctima y victimario de los ERE andaluces – : “mi hijo tié cuartos pá asar una vaca”. El estómago, finalmente, acaba siempre como feliz aliado, también, en la “famiglia”.
Como ya había vaticinado, en nuestro diario, para nuestros ediles gobernantes sigue existiendo una extraña admiración por el aspecto culinario de las fiestas. Los festejos de la Consolación, no podían quedarse atrás. Y, no sabría decir si víctimas de sus deseos o reos de su pasado, el caso es que el Programa era claro y como el cántaro a la fuente se dispusieron al ‘mesa y mantel’.
No sé yo si, al indagar, sobre tal situación nos encontraremos con alguna reminiscencia freudiana fruto de algún trauma infantil no superado que ahora en el fragor de la mayoría de edad, ampliamente rebasado, quieran sobrepasar y dar por concluida y el síntoma de la superación no sea otro que el de los ágapes y las comilonas; eso sí, siempre bajo el amparo municipal, mucho más llevadero en lo económico y muy visual en lo social.
El caso es que visto el éxito de la paella durante las fiestas del Carmen, no se pudieron reprimir y repitiendo mecenazgo, pagado por los ciudadanos de Pozuelo, se dieron en servir una caldereta que llenó de humor y sació los apetitos voraces de los vecinos que allí acudieron. Está claro que la restauración entra en el sueldo y visto que el Ayuntamiento no se reúne, que mejor ocasión de mostrar virtudes y portadas, además de la dedicación a sus vecinos que las derivadas de la gastronomía en cuanto al servicio de comidas.
Y en esas estábamos y nos viene el primer pleno del nuevo curso escolar, al que le pido que no falten canapés y fruta – para aligerar los esfuerzos de las Patronales – y si es posible, solo si es posible soluciones vecinales (Coca, ruidos musicales, rotondas eternas en el tiempo, parques abandonados, incluso más banderas nacionales…, en definitiva : inversión adecuada de los presupuestos) y oportunidad a la oposición de hacer un Pozuelo de todos y para todos, escuchando sus demandas, atendiendo sus peticiones y mostrando ese talante, dizque democrático que solo muestran en minoría ¿Por qué será?.
Nunca imaginé que diera tanto de sí un plato de arroz, al extremo que si quisiese retornar la candidata a la fuga, para hacerse querer, al menos, tendría que invitar a los vecinos a marisco, aunque como en la restauración de la Sra. Quislant, que importa el precio si el tenedor lo paga el contribuyente.
¡Ay! Pozuelo mío, los percebes que uno tiene que devorar, fuera de casa, para poder llevar un plato de lentejas a la “famiglia”.
A los ciudadanos de a pie solo nos queda seguir caminando, para continuar trayendo de yantar a casa. Es lo que tiene ser contribuyente: pagas lo que te dicen y deciden por ti. Como en cada ocasión, en nuestros votos está.
A. Nogueiro