Los valores cívicos: un bien a la baja. Un artículo de Tono Rueda

Hoy, ha de ir por delante mi más absoluta repulsa a la agresión que ayer sufrió Mariano Rajoy por parte de un individuo en un paseo por Pontevedra.
Los hechos se califican solos.
Como ya he escrito sobre la educación en valores que necesita esta sociedad me ahorraré decir nada más sobre el tema.
Creo que es muy grave que alguien sienta la necesidad de solucionar sus diferencias con otra persona con violencia, a veces es comprensible que uno tenga un arrebato, normalmente da tiempo a reflexionar y evitarlo, a veces no. Pero esto no es un arrebato de ningún tipo, es una acción pensada y preparada, puede que sea la típica actuación de alguien que busca sus cinco minutos de gloria, puede que busque notoriedad entre sus amistades, en cualquier caso es una acción miserable atacar a alguien, de improviso, sea cual sea el motivo.
Es mucho más grave que alguien sienta que tiene la libertad de ejecutar una agresión semejante, ¿En qué país vivimos? Que alguien pueda pensar fríamente en acercarse a la comitiva del presidente del Gobierno (aunque sea en funciones) y atacarle directamente es escalofriante, ¿Qué no hará ese tipo de gente con un ciudadano de a pie si le cae mal o tiene alguna cuenta pendiente?
Me pregunto si se tratara de un caso de discapacidad mental diagnosticado o será uno de esos que no se detecta ni trata y de los que tantos casos tenemos.
Pero lo más grave de todo es que personas que se supone centradas, reflexivas, incluso inteligentes, puedan frivolizar con este caso planteando que si le hubiera pasado a un líder de otro partido arderían las redes o se reirían los “fachas” o cosas semejantes.
¿A qué punto hemos llegado?
Creo que, más allá de la utilización política que se pueda hacer de este suceso, este es un buen momento para que todos reflexionemos sobre si es esto lo que queremos, si debemos seguir en este abandono de los valores y de la conciencia colectiva que deberían ser el pilar fundamental de nuestra sociedad, si no deberíamos empezar a comportarnos de una manera distinta, a dar ejemplo de esos valores que decimos echar de menos…
A mí, mi padre me enseñó a respetar a los mayores “en edad, saber y gobierno”, como él decía, y eso intento inculcar a mis hijos. Pero para enseñarme eso, mi padre, primero se ganó mi respeto, y eso también lo intento. Ganémonos el respeto de aquellos a quienes se lo exigimos.
Quizá si empezamos a educar a nuestros hijos teniendo en cuenta ciertos valores, si dejamos de abandonar su educación en manos de la televisión, de la red, de las amistades o incluso del colegio (por que el colegio está para enseñar, pero la educación empieza en casa), quizá tengamos un futuro menos negro que el que se nos presenta.
Pero lo primero que tenemos que hacer es entrar en la fase de reconocimiento de la enfermedad. Pensar que somos nosotros mismos los que tenemos que comenzar ese cambio, con nuestra actitud, con la educación de nuestros hijos, con la relación con nuestros vecinos, con nuestros compañeros de trabajo, con cualquiera que nos encontremos por la calle, ganándonos su respeto para poder cambiar el rumbo de nuestra sociedad.
José Antonio Sánchez, ex portavoz de UPyD en Pozuelo