El fantasma de don Agustín se burla de la izquierda pozuelera por haberse alegrado de la decisión de Ayuso de cargarse a Quislant que, por fin, acepta que su cargo no era vitalicio

¡No se lo van a creer!
No van a poder hacerlo porque resulta algo inaudito, impensable dada la actual situación política. Ni siquiera los más optimistas se habrían atrevido a vaticinarlo, pero hete aquí que ese extraño suceso, esa extraordinaria circunstancia, ha tenido lugar. Y para nuestra honra, se ha producido en nuestra villa.
Porque no me digan que resulta extraño, muy extraño, que la izquierda se muestre, no ya conforme, sino que incluso hasta aplauda una decisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
No, no es normal. Es extraordinario. Lo habitual es todo lo contrario, sea o no sea razonable lo que proponga.
Pero, por una vez y sin que lógicamente sirva de precedente, lo ha hecho. Ha estado de acuerdo con una decisión de Ayuso.
Quizás habrá alguno que me diga, para intentar quitar importancia al asunto, que el motivo del acuerdo de la izquierda con Ayuso, radica más en la decisión que en la persona que la ha tomado. Pero me da igual, el caso es que se ha producido.
Como ya habrá imaginado, me estoy refiriendo al hecho de que la actual primera edil no va a ser designada como candidata del Partido Popular para las próximas elecciones municipales. Esta pasada semana se ha visto obligada a comunicarlo la propia alcaldesa a través de las redes sociales.
Y aunque era algo largamente esperado y hasta deseado, la confirmación del hecho no ha dejado de tener su lógica repercusión en los medios. Desde ahora, es ya alcaldesa saliente.
En su comunicado de despedida, la alcaldesa ha tenido a bien reconocer que los cargos en política no son vitalicios. Una frase que le ha debido costar lo suyo escribirla dado que durante sus mandatos ha confundido su persona con el cargo que representaba.
Tal vez por eso, ha añadido que queda a disposición de su partido. Lo que, traducido al lenguaje de la calle, quiere decir que espera que le den otro puesto o que metan su nombre en otra lista electoral.
Porque una cosa es tener que reconocer que los cargos no son de por vida, y otra muy, pero que muy distinta, y para algunos, imposible de pensar, es que dedicarse a tener empleos en la política, uno tras otro, no pueda ser algo vitalicio.
Lo de retirarse de la vida pública y pasar a la vida civil es algo que queda muy lejos de sus esquemas.
Su objetivo, su único objetivo, lejos de representar a los vecinos, es únicamente tener un empleo y una ocupación.
Y en eso, se encuentran muchos, quizás demasiados.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”