La moción de censura de Vox: Hay mil razones para desalojar a Pedro Sánchez de la Presidencia del Gobierno, pero no hay votos suficientes para lograrlo

Vox registrará hoy su segunda moción de censura contra Pedro Sánchez, con la novedad de que el candidato alternativo al actual presidente no será un dirigente del partido promotor, sino un personaje tan transversal y respetable como Ramón Tamames.
El ejercicio de un derecho constitucional nunca puede ser reprobado, y menos si se esgrime contra un Gobierno calamitoso cuyo presidente lo fue utilizando esa herramienta, de manera tan legal como espuria: tras dos derrotas estrepitosas en las urnas, se salvó de la defenestración impulsada por el PSOE trabando una coalición, que hoy perdura, con partidos antisistema.
A Vox le sobran argumentos y razones, pues, pero le faltan votos para obtener un objetivo que comparten otras formaciones, con el PP al frente, pero no es aritméticamente viable: solo si se sumaran diputados del PSOE, se podría lograr la salida de Sánchez. Y eso es imposible en un partido que ha exhibido una sonrojante sumisión al jefe, sin voces críticas en el Congreso capaces de oponerse, por dignidad y conciencia, a las múltiples tropelías impulsadas por el presidente para atender las exigencias de sus aliados.
Si ningún diputado socialistas ha tenido el valor de oponerse a leyes delirantes, indultos obscenos y medidas anticonstitucionales como el Estado de Alarma, ¿cómo va a sumarse ahora a quienes tratan de pasar la factura por todo lo que ellos mismos impulsaron?
A Vox no se le puede criticar, si no todo lo contrario, su disposición a retratar siempre a Sánchez y a sus socios con claridad y contundencia, para compensación anímica de millones de ciudadanos que se sienten atacados a diario y se sienten indefensos.
Pero sí se le puede pedir que perciba las consecuencias reales de sus decisiones, sobre todo si están muy alejadas tal vez de lo que se pretendía. Porque lejos de acelerar la caída de Sánchez y la descomposición de su Gobierno, dividido en facciones enfrentadas en público, esta moción de censura va a cohesionar a los socios frente a un «enemigo común».
Y además va a desviar el debate público hacia territorios más favorables a Sánchez, que preferirá sin duda responder a Vox en el Congreso que a la sociedad española, en su conjunto, por chapuzas tan perversas como la «ley del sí es sí». Aunque hay que reconocer que mientras se esté debatiendo la moción de censura no se estará legislando otros disparates a los que es tan propicio este Gobierno.
El partido de Abascal sufre a menudo ataques indecentes de quienes, tras pactar a diario con formaciones anticonstitucionales, se permiten criminalizar a Vox con toda clase de falsedades, prejuicios y barbaridades.
Y su legitimidad como socio de cualquier Gobierno alternativo al de Sánchez debe ser defendida antes incluso de que llegue ese momento, pues es obvio que la alternativa será más viable si se entiende con el PP, algo que el PSOE y Podemos tratan de evitar por todos los medios.
Pero precisamente por eso cabría pedirle que, además de ocuparse de sus intereses electorales, tuviera presente las consecuencias prácticas de sus decisiones. Y las de esta moción de censura, desgraciadamente, van a serle útiles solo al Gobierno.
(Gentileza de El Debate)