El Gobierno del PP de Pozuelo, empezando por su alcaldesa Susana Pérez Quislant, no cumple ni una sola de las condiciones políticas que Isabel D. Ayuso quiere en el nuevo PP Regional

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como ya viene advirtiendo El Correo de Pozuelo desde hace semanas, va a darle la vuelta al PP de Madrid como si se tratase de un calcetín. Y empieza a decirlo públicamente.
De hecho, el otro día, en el acto de presentación de su candidatura a la Presidencia del PP regional en Majadahonda, dijo: «No quiero que nadie dé por hechos los puestos porque no nos pertenecen».
Más claro, agua.
Ayuso no quiere que el PP de Madrid sea «un club de amigos», como hasta ahora (especialmente en Pozuelo), sino que esté cerca de la calle y ha avanzado que planea celebrar una Convención para debatir ideas en octubre.
Es más, propuso toda una retahíla de propósitos:
«Os quiero ver a todos en los medios de comunicación, en las redes, con las asociaciones, con los ciudadanos, hablando con autónomos, escribiendo artículos, dando batallas, en las encuestas, en los medios, en todas partes y en la calle. Quiero que sea un partido callejero, pandillero, que está con la gente, que da esas peleas y que lo hace siempre con cabeza, con corazón y con humildad».
¿Cómorrr?
«Os quiero ver a todos en los medios de comunicación, en las redes, con las asociaciones, con los ciudadanos, hablando con autónomos, escribiendo artículos, dando batallas, en las encuestas, en los medios, en todas partes y en la calle. Quiero que sea un partido callejero, pandillero, que está con la gente, que da esas peleas y que lo hace siempre con cabeza, con corazón y con humildad».
O sea, todo lo contrario de lo que lleva haciendo el Gobierno de Pozuelo desde hace 8 años, ya que la alcaldesa se siente una elegida y no se mezcla con la “plebe”.
La presidenta Ayuso cree que es importante que se «siga conectando a los ciudadanos de izquierda a derecha en torno a un mismo mensaje de prosperidad y de libertad que emanó de las urnas ahora hace un año, que une al hombre y a la mujer, que no entiende clases sociales, que no las divide y que no las enfrenta» y una formación «que va de lo rural a las grandes urbes».
Pozuelo es una gran ciudad pero con una alcaldesa de mentalidad rural. Quislant es más de pueblo que las amapolas. Y, lo que es peor, despreciando a la Oposición y provocando clases sociales. Solo le interesan las grandes urbanizaciones.
Insiste Ayuso: «Somos un partido que representa a todos, a la infancia, a la discapacidad, a los mayores, a las personas que triunfan y que muchas veces son perseguidas en nuestro país y sobre todo somos el partido de las personas que necesitan una nueva oportunidad para sacar adelante sus vidas y sus proyectos. Ese es el PP»: «hay que actuar con humildad, con normalidad y por causas nobles».
¿Humildad?
La humildad no es palabra que esté en el diccionario de comportamiento político de Susana Pérez Quislant.
Sobre el equipo que conforme, ha adelantado que no quiere un partido «que dé por hecho los puestos», porque no les pertenecen ni son para siempre y porque tienen que ser conscientes de que están «por un breve período de tiempo para pasar el testigo a otros mejores que están por venir».
Esto tampoco cuadra con el ideario político de Quislant que, al menos hasta hace poco, que el puesto era suyo. SUYO.
Ayuso quiere un partido que «elija ganadores, a personas que conectan con el votante y con los ciudadanos» así como que esté siempre «con el afiliado».
Susana Pérez Quislant a la única elección política a la que se ha enfrentado (elecciones locales de 2019) las perdió. Ganó pero sin mayoría absoluta y eso en Pozuelo es perder. Por supuesto, esta alcaldesa no conecta ni con los votantes ni con los afiliados. Todo lo contrario. Los desprecia.
En resumen: Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978), presidenta de la Comunidad de Madrid, prepara su candidatura a la presidencia del Partido Popular en el congreso regional, que se celebrará los días 20 y 21, con un equipo renovado ya que contará solo con «gente ganadora».
No quiere «adhesiones inquebrantables, ni a los que más me escriben al móvil», «ni pelotas» a su alrededor».
Y aquí, abunda. En Pozuelo todo se mueve por fidelidad absoluta.
Y advierte de que «no estarán entre mis prioridades», los que «han dudado de mi honradez y la de mi gobierno».
Oído cocina…
Juan Manuel Sánchez